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Ricardo Sánchez Cuerda

Ricardo Sánchez Cuerda. Fotografía: José Carlos Nievas, 2021
Fotografía: José Carlos Nievas, 2021

NOMBRE: Ricardo

APELLIDOS: Sánchez Cuerda

LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid

PROFESIÓN: artista, escenógrafo teatral y arquitecto

 

 

 

 

Por primera vez se suma a esta sección un artista cuyo trabajo sale a nuestro encuentro, no sólo en galerías y centros de arte, también en los escenarios.

Ricardo Sánchez Cuerda se formó como arquitecto, con la especialidad de Edificación, en la Universidad Politécnica de Madrid, pero buena parte de su carrera la ha desarrollado en el campo de la escenografía teatral, en sus diversos géneros: teatro clásico y contemporáneo, danza, zarzuela, ópera y musical.

Es bastante probable que, lo sepáis o no, sus creaciones hayan salido a vuestro paso: si nos ceñimos al teatro, ha participado en la puesta a punto de piezas como Divinas palabras de Valle Inclán (con Gerardo Vera en la dirección de escena), Frankenstein de Mary Shelly (Gustavo Tambascio), El sueño de una noche de verano de Shakespeare (Tamzin Townsend), Casa de muñecas de Ibsen (Salvador Bolta), Antígona de Sófocles (Mauricio García Lozano), El avaro de Molière (Jorge Lavelli), Splendid´s de Jean Genet (José Carlos Plaza) o Lúcido de Rafael Spregelburd (Amelia Ochandiano).

Entre sus creaciones con el Ballet Nacional de España podemos citar El corazón de piedra verde y Negro Goya (con coreografía de José Antonio); además, ha llevado a cabo las escenografías de El amor brujo/ El sombrero de tres picos (Carlos Vilán, Opera Nacional de Bucarest), Baile de máscaras (Rojas y Rodríguez), Pet Cabaret (Nuria Castejón), El amor brujo (Marta Carrasco) y La floresta do Amazonas (Bruno Cezario, Opera House Manaos).

Ha colaborado, asimismo, con teatros de ópera nacionales e internacionales (del Teatro Real y el de la Zarzuela a la Ópera Nacional de Dinamarca, el Colón de Buenos Aires o el San Carlos de Nápoles) y también ha trabajado para musicales como The book of Mormón (bajo dirección de David Serrano), Billy Elliot (David Serrano), Mamma Mia (Juan Carlos Fisher), Sunset Boulevard (Jaime Azpiricueta), Más de 100 mentiras (David Serrano), Sonrisas y lágrimas (Jaime Azpiricueta), Hoy no me puedo levantar (David Ottone), Cabaret (Jaime Azpiricueta) o West Side Story (Federico Barrios).

Sus propuestas puramente plásticas las ha mostrado, desde hace casi una década, en Cuba y en España: en el Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales, el Centro Hispanoamericano y la Bienal de La Habana, el MAPRI de Pinar del Río, la Galería Modus Operandi madrileña y el Palacio Quintanar segoviano. Fue premiado por el Centro provincial de Artes Plásticas de La Habana en la cita Investigarte 2020, por su proyecto comisariado Notas sobre el trance voluntario.

Tenemos curiosidad por saber qué pasos condujeron a Ricardo de sus estudios de arquitectura a la escenografía y la relación que guardan sus propuestas sobre las tablas y las que hemos podido ver en sus exposiciones.

Ricardo Sánchez Cuesta

Nos avanza Sánchez Cuerda que, en el diseño de escenografías, comenzó a implicarse siendo estudiante; en el terreno de su trabajo plástico, todo comenzó en La Habana: Mi trayectoria laboral, aunque mis estudios son de arquitecto, se ha desarrollado fundamentalmente en el ámbito de las artes escénicas. Antes de acabar la carrera ya estaba diseñando escenografías de teatro, ópera, ballet y musicales, con bastante intensidad y por bastantes países. Y también esporádicamente exposiciones y eventos culturales.

Mi comienzo en las artes plásticas fue resultado de un afortunado y feliz encuentro en La Habana. Trabajando en la XII Bienal en 2015, en el desarrollo espacial y la imagen corporativa de los pabellones de artistas cubanos de Zona Franca, conocí a Juan Carlos Rodríguez. Él era, y sigue siendo, director del MAPRI (Museo de Arte Contemporáneo de Pinar del Río). Exponía una estupenda obra que se llamaba Libro de Vida en una de las bóvedas de Cabaña. Él me propuso exponer en el museo que dirigía. Yo nunca había hecho nada dentro de las artes plásticas, pero él me dijo, después de conocernos, que confiaba en que tenía cosas que contar.

Durante un año trabajamos a distancia en mi primera exposición, “Equilibrio Inestable”, que se inauguraría en 2016 en el MAPRI y, un año más tarde, en el Centro de Desarrollo de las Artes Plásticas en la Habana.

Esta primera exposición supuso para mí el comenzar un nuevo camino en un espacio de desarrollo personal, íntimo y completamente distinto a lo que había hecho hasta ese momento. Fue una experiencia complejísima en la que tuve que superar muchas contradicciones e inseguridades, y hacer frente por primera vez a una enorme cantidad de retos, para mí desconocidos hasta ese momento.

Los asuntos sobre los que suele trabajar en sus proyectos plásticos tienen tangencialmente que ver con los que copan las obras literarias que tantas veces Ricardo ha contribuido a llevar a escena. Esto es, con los dilemas humanos normalmente atemporales: Mi obra reflexiona sobre temas que en mi vida son ejes emocionales, cuestiones básicas y profundas de mi trayectoria vital personal: la angustia, el fracaso y las contradicciones humanas, inquietudes que tienen una resonancia íntima y al mismo tiempo un valor generalizable, universal. Me fascinan las pequeñas miserias de cada uno.

La fugacidad, la inconsistencia, la ironía, la caducidad… son conceptos que veo claramente relacionados y que me ayudan a desarrollar ideas y reflexiones creativas.

Siempre me han fascinado los objetos con alma; el significado descontextualizado y no evidente que es capaz de establecer conexiones emocionales que nos hablan de nuestra propia realidad; la existencia y sus profundas contradicciones.

Mi obra reflexiona sobre la angustia, el fracaso y las contradicciones humanas.

Ricardo Sánchez Cuesta

Ricardo Sánchez Cuesta

El dibujo ha sido vital para Ricardo; es, en el fondo, el medio que conecta su formación arquitectónica y los posteriores rumbos de su carrera: Mi trayectoria ha sido autodidacta. Como ya he dicho, estudié arquitectura y trabajaba en diseño de escenografía. Esta trayectoria creo que ha resultado ser decisiva para mi manera de pensar y conceptualizar proyectos. Hago un desarrollo en dibujo muy preciso y meditado, y me ayuda a entender la idea, cómo desarrollarla y cómo va a funcionar espacialmente el conjunto. Herencia de esa formación es que pienso en blanco y negro. Mi proceso creativo está lastrado por mi formación y andadura profesional.

Mi llegada a las artes plásticas fue imprevista, por lo que no he tenido un aprendizaje en técnicas de expresión. Afortunadamente el dibujo en mi vida ha sido un medio de expresión natural, primero en mi infancia y posteriormente en mis estudios, y es el medio a través del cual pienso y valido ideas y proyectos. 

Intento desarrollar aquellos a los que me enfrento buscando la mejor manera de expresar las ideas y conceptos dentro de las opciones expresivas que tengo, investigando y evolucionando en nuevas técnicas según necesito establecer otras narrativas. Puede considerarse un camino inverso, una cierta perversión que intento aprovechar a favor.

En cierto modo, podría decir que hay una evolución en paralelo del concepto de cada pieza con la técnica a aplicar en cada caso, como si fuera un proceso vivo que se desarrolla según va concretándose la obra o la intervención.

Los artistas en los que más se ha interesado tuvieron en común su tratamiento específico del espacio o el despliegue de sus obras meticulosamente en él, pero nos explica Sánchez Cuerda que su propia evolución alimenta sus trabajos: No sé si la persona que tiene más claro cuáles son sus influencias, como para poder definirlas con precisión, es el propio creativo. A lo largo de mi vida he disfrutado de tantísimas cosas que me han emocionado que me resulta complicado poner nombres concretos.

Sí puedo decir que he tenido la suerte de convivir y colaborar a lo largo de mi trayectoria profesional con una gran cantidad de creadores en las artes escénicas, y en este mismo ámbito he creado, construido y estrenado multitud de montajes en diversos países. Toda esta experiencia me ha aportado una memoria emocional que me parece vital, valiosísima e irrenunciable. Estos intensos procesos creativos y las experiencias acumuladas durante estos años posiblemente sean las influencias que han ido definiendo mi posición en el arte.

Reconozco en mis objetos e instalaciones líneas de trabajo alineadas con Tadeusz Kantor, Gordon Matta-Clark, Doris Salcedo, Juan Muñoz, John Davies, Mona Hatoum  o Jannis Kounellis. Pero intuyo que, en todos ellos y otros muchos a los que admiro, hay algo que está firmemente alineado con mi propia trayectoria.

Ricardo Sánchez Cuesta

Identifica sus principales proyectos (plásticos) hasta ahora con tres de sus exposiciones en España: Me enfrento a las exposiciones intentando dar continuidad y soporte al trabajo realizado en las anteriores. Es decir, que mi proceso creativo para cada nuevo proyecto arrastra el lastre del anterior de una manera bastante consciente. Me sirve de punto de apoyo y de estímulo para comenzar una nueva propuesta, por lo que me resulta complicado aislarlos y tratarlos como intervenciones independientes.

Tipología del Infortunio (2019) fue mi primera exposición individual en Madrid, en la Galería Modus Operandi. En esta exposición, Das angsvolle lied era un camino que recorrió la sala de un extremo al otro, y que terminaba con un muñeco-niño mecánico que cantaba una canción infantil que hablaba sobre la angustia. Ese niño llevaba mi babi de cuando yo iba a la guardería y repetía mecánicamente el mensaje suave, amable e infantil escrito sobre la alfombra en el que describía la angustia como el único, verdadero y persistente acompañante durante la vida.

Loser (Galería Modus Operandi, 2022) era una exposición sobre el fracaso vital. Respondía a un encargo de la galería en continuidad con Tipología del Infortunio. Loser se articulaba en torno al juego y al sentimiento del perdedor, del fracaso sistemático, como metáfora de la propia existencia. Hagas lo que hagas, el fracaso está asegurado.

Entre las obras de las que constaba, destacaría 10.000 piezas, que es un puzzle de 180x180cm, completamente en blanco. Una pieza de suelo imposible de realizar, ya que no tiene referencias para montarla al no haber una ilustración que permita recomponer una imagen. Un esfuerzo, por otro lado, estéril, ya que la compensación es inexistente.

Por último, acaba de terminar la exposición Velkommen til lykken en el Palacio Quintanar de Segovia, en la que he producido todas las piezas que se han expuesto, excepto una de ellas: Sinopsis (2019). Sinopsis es un cubo realizado con todas las velas de cumpleaños que una persona de 89 años ha apagado a lo largo de su vida. Esta obra me valía para arrancar esa exposición, que quería ser una narración sobre la felicidad impuesta, sobre los rituales de la narrativa contemporánea de la felicidad extrema y, en definitiva, sobre la presencia del sentimiento de lo fugaz en lo cotidiano. A propuesta del curador de la exposición, Gianni Ferraro, empecé a trabajar sobre unas reflexiones de Stefan Zweig que ya había utilizado en la pieza “Libre voy”, expuesta en La Habana en el Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales. En esa ocasión planteaba una democratización del suicidio, una normalización del acto voluntario de poner fin a la existencia, tratado como un derecho cotidiano, sencillo, natural y armónico.

Esta intervención consistía en un proyecto para realizar una torre-paseo que permitiese a la gente acceder libremente al derecho de disponer de su proceso de trascendencia de manera amable, reflexionada y espontánea. Una parte más del proceso de vida, especialmente ritual y emocionante.

Ricardo Sánchez Cuesta

Ricardo Sánchez Cuesta

Puede que este último proyecto os resulte inquietante, lo serán intencionadamente también los siguientes: En este momento estoy empezando a trabajar en una idea que siempre me ha conmovido y que creo que delimita una gran parte de mis oscuras emociones.

En Dinamarca (y en otros países del norte-centro de Europa, como Alemania) hay una palabra que define la alegría por el mal ajeno: skadeflyd (schadenfreude, en alemán). El lenguaje define el pensamiento, y la propia existencia del término a la sociedad que lo acuña. Sin embargo, todos reconocemos esa perturbadora sensación en nosotros mismos: la profunda satisfacción que provoca el infortunio del otro.

Podéis seguir sus pasos (y alegraros de sus parabienes) aquí: www.ricardosanchezcuerda.com

Ricardo Sánchez Cuesta

 

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