NOMBRE: Paula
APELLIDOS: Prats Olivares
LUGAR DE NACIMIENTO: Onteniente, Valencia
FECHA DE NACIMIENTO: 1986
PROFESIÓN: Fotógrafa
Para muchos el de Paula Prats ha sido un descubrimiento posible gracias a su participación en el ciclo Lanzadera de CentroCentro (hasta febrero presentó allí su serie “Still Light”, dedicada a la luz islandesa y a la experiencia de descubrirla para los foráneos), pero lo cierto es que su trayectoria se inició hace varios años y viene consolidándose con exposiciones dentro y fuera de España.
Licenciada en Bellas Artes en la Facultad de San Carlos de Valencia y formada también en la Middlesex University de Londres, la Emily Carr University of Art+Design de Vancouver, el Reykjavik Museum of Photography y la escuela Blankpaper, ha expuesto en varias ocasiones en Canadá, Islandia y México y, desde 2013, viene mostrando su obra con regularidad en nuestro país, en centros como la Trentatres Gallery valenciana, la Feria ESTAMPA, el Teatro Fernán Gómez, Las Naves y la Nau de Valencia, el Convent Espai d’art de Vila-real y Carmencita Film Lab, además de CentroCentro.
La decisión de Paula de dedicarse a la fotografía llegó durante la carrera, sobre todo mientras estudiaba fuera; fue entonces cuando detectó que este era el medio adecuado para la forma en que quería expresar sus ideas: Me interesé por el arte cuando decidí estudiar Bellas Artes, y una vez finalicé la licenciatura continué haciendo proyectos, eso sí centrados en la fotografía. La fotografía siempre me había interesado, pero se consolidó de manera muy fuerte cuando realicé varias estancias en otras universidades en el extranjero (mientras hacía Bellas Artes). Sentí que era un medio más directo, que conectaba con el lugar y las experiencias que estaba viviendo. Además, ofrecía una nueva forma de expresar ideas, un nuevo lenguaje en el que me sentía cómoda y quería explorar más a fondo.
Aunque no podamos hablar de un tema dominante en sus imágenes, sí podemos decir que en ellas subyace la sorpresa, el extrañamiento y el asombro ante lo desconocido, sea lejano o cotidiano. También la luz, toda luz, incluso la que pone las cosas difíciles a un fotógrafo, porque para ella supone un desafío a la hora de trabajar, un reto más que un problema. Le hemos preguntado por los temas que aborda con más frecuencia, y más que hablarnos de asuntos concretos, lo hace de momentos que hacer perdurables por su misterio, de tiempos detenidos: En mi obra no me gusta cerrarme a unos temas en concreto, me gusta sentir que dispongo de libertad para dirigir mi trabajo hacia un lugar u otro. Supongo que el denominador común es que todo responde a un interés o a una experiencia personal, frecuentemente unida a un lugar. El viaje/Los nuevos lugares suelen inspirarme mucho en mi trabajo.
A otro nivel me interesa también la fotografía en sí misma, el potencial de una imagen de transformar la realidad, la abstracción. La magia del medio.
Me interesa transmitir una sensación, un estado. Vaciar la imagen, dejar un espacio para parar dentro de la velocidad en la que vivimos. Mirar todo lo que hay alrededor mío como posibles sujetos, darles otra luz. Cuestionar su importancia o presencia… Jugar con la conexión entre diversos elementos, sus posibilidades expresivas y los nuevos sentidos que puedan producir.
Tampoco le interesa moverse en estilos definidos, la intuición juega un papel importante en sus procesos de trabajo, en sus aproximaciones a lo real y lo abstracto: Me gusta combinar una fotografía más directa con otra que se aleja más de la realidad, creando misterio o una especie de fantasía de lo más banal.
A nivel de contenido, me gusta combinar trabajos donde prima lo visual y donde la forma y el color cobran protagonismo con otros donde la idea o el conjunto es lo importante; repartir el peso o la importancia entre lo teórico y lo visual. A nivel conceptual, aunque muchas veces haya una investigación detrás, me gusta al final transmitir ideas simples. En algunas ocasiones mi ojo suele ir más rápido que mi mente, en esos casos me permito empezar de manera intuitiva y luego de forma más consciente.
Al margen de su variedad y evolución, reconoceréis las obras de Paula, estructuradas en series tituladas con la misma sencillez de las imágenes que nombran, precisamente por su simplicidad rica y por su atmósfera de sosiego, de soledad implícita. Quizá esa atracción por la quietud, y su tendencia a la generación de motivos abstractos, explique que no se de en sus fotografías la presencia humana. Se centra en paisajes, objetos, grietas en el suelo, cielos expresivos por los que no pasan los tiempos ni las tendencias. Los entendemos como invitaciones a mirar de formas nuevas, con otro detenimiento y más introspección, dejándonos sorprender incluso por lo que hayamos visto mil veces.
Sus referentes son eclécticos, pero nos cita grandes nombres de la fotografía contemporánea europea y estadounidense: mis influencias han variado mucho desde que empecé a hacer fotos a ahora. Al inicio me fascinaron los trabajos de Stephen Shore y Eggleston, Robert Frank también fue una influencia inicial. Más adelante destacaría Wolfgang Tillmans y Rinko Kawauchi. Por nombrar alguien fuera de la fotografía, Olafur Eliasson.
La música y el cine también han influido mucho en mi manera de ver, sobre todo la música. A la hora de editar, de crear ritmos, creo que inconscientemente la música tiene un papel importante.
Trabaja en color y, aunque no rehúye los grandes formatos, tampoco los busca: Hasta ahora he trabajado siempre con fotografía en color. A la hora de mostrar el trabajo me gusta utilizar distintos formatos aunque suelo decantarme por formatos pequeños. En la última exposición combiné fotografías en vinilo que ocupaban la pared entera con grupos de fotografías pequeñas. También me gusta cada vez más pensar en distintas formas de mostrar las imágenes, de manera más instalativa. Por ejemplo, colocadas en una balda con cristales de colores encima que tenían las imágenes. La elección de los materiales o la manera de mostrar las imágenes viene determinada por el proyecto.
El primero que desarrolló fue colaborativo y se componía de catorce dípticos: fue una colaboración con la artista Maria de la O; yo vivía en Canadá y ella en Méjico y realizamos un correspondencia de imágenes. Enviábamos una imagen con una pequeña frase o palabra y la otra había de responder con otra imagen. La idiosincrasia de cada uno de los lugares provocaba a menudo una extrañeza entre ambas imágenes y en otros casos una fuerte conexión. Realizamos también el recorrido de un país a otro a través de los Estados Unidos, a modo de documentación de la transición de un lugar a otro a través de paisajes, objetos o personas.
Después llegaría Found, donde abordó las posibilidades de la yuxtaposición de imágenes a la hora de otorgar nuevos significados a lo olvidado o cotidiano: conectaba imágenes encontradas en un rastro con fotografías realizadas por mí que guardaban alguna relación. Me interesaba la yuxtaposición de dos imágenes lejanas en el tiempo, como un falso deja vu.
Y en paralelo trabajó en una de nuestras preferidas, Dot, sobre las conexiones visuales de lo supuestamente inconexo: formaban el conjunto imágenes aparentemente aleatorias que bajo la definición/título de Dot (punto) se unen formalmente, creando una conexión y orden de lo aparentemente caótico.
Antes de Still Light, realizó Paula otra serie islandesa: IS, un canto a todo lo que puede decirnos el blanco: se trata del retrato de un lugar, una especie de diario donde juego con elementos que, aunque varían, se repiten, y donde documento de manera muy subjetiva un viaje alrededor de la isla.
El eje de Still light, ahora sí, es la luz: se centra en un tema concreto, la luz en Islandia, y lo hace desde un punto de vista más abstracto y conceptual, donde todos los elementos tienen conexiones distintas con el fenómeno. Más encriptado incluso, se podría decir.
La luz en las altas latitudes está en constante cambio, cada día es diferente. Aumenta gradualmente hasta que casi no se ve el sol esconderse en verano, y disminuye hasta que no hay más que un débil crepúsculo en invierno, cambiando con ello colores, paisajes y personas.
El desconcierto que provoca la experiencia de esta nueva percepción de la luz se expresa en las imágenes, que intentan transmitir la extrañeza y el misterio de lo desconocido, la inestable presencia del sol y el impacto de su ausencia. Un espectáculo de luz celebrando 100 años de luz artificial, perlas brillantes con la vitamina D para sustituir el sol, luces de Navidad, velas y fuegos artificiales en el momento más oscuro del año, pieles claras, cielos oscuros, la aurora o un azul profundo. Elementos relacionados con el ciclo de la luz allí, con el exceso y la falta de ella.
Nos adelanta Paula lo próximo: estoy en un momento muy abierto y barajando varias ideas. Hay un proyecto que llevo entre manos relacionado con la ciudad donde vivo, Valencia, pero todavía está en proceso.
Conocedla mejor en su web: www.paulaprats.com