NOMBRE: Oier
APELLIDOS: Iruretagoiena Arregi
LUGAR DE NACIMIENTO: Errentería, Guipúzcoa
FECHA DE NACIMIENTO: 1988
PROFESIÓN: Artista
Si visitasteis el pasado verano la sala bilbaína CarrerasMugica pudisteis conocer la obra reciente de nuestro último fichado: Oier Iruretagoiena presentaba allí “Hezur Berriak” (Nuevos huesos), que constaba fundamentalmente de piezas pertenecientes a su serie Mundu gabeko paisaia, realizadas a partir de fragmentos ensamblados de pinturas que formaron parte de viviendas particulares y que después se dejaron a un lado. Se trataba de paisajes rurales en los que el artista encontró el reflejo de un gusto popular de otro tiempo en el que esos motivos jugaban un papel importante en el imaginario colectivo: nuestra mirada sobre ellos hoy es bien distinta, del mismo modo que tienen poco que ver los modos de observar el campo de un pintor y un agricultor y esas problemáticas, en relación con el paisaje y con la mirada, nutrieron su proceso de trabajo. También formaban parte de aquella muestra trabajos pertenecientes a las series Bird & Bone (ensamblajes ejecutados uniendo copias de un fémur humano y partes de una figura sintetizada de pájaro) y Cold Ears (derivada de copias de una oreja, elementos que, por eso, no era difícil sentir como propios).
Iruretagoiena, licenciado en Bellas Artes por la EHU-UPV, había presentado antes exhibiciones individuales en el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria, la Casa de Cultura Egia de San Sebastián, Halfhouse (Barcelona), la Torre de Ariz de Basauri y nuevamente en CarrerasMugica y ha participado en colectivas en la propia Universidad del País Vasco y la de Barcelona, Koldo Mitxelena, el Museo Rezola, la Galería Elba Benítez, Tabakalera, la Fundación BilbaoArte, Azkuna Zentroa, Bizkaia Aretoa o el WIELS belga, entre otros centros, y pronto lo veremos también en La Casa Encendida, porque ha sido seleccionado en la convocatoria Generación 2020. Pudimos verlo asimismo en Insonora (2009) y en Ertibil Bizkaia (2010).
Para cerrar presentaciones, os contamos que Oier ha recibido en tres ocasiones becas para la producción de artes plásticas y visuales del Gobierno vasco y de la Diputación Foral de Vizcaya, también fue seleccionado en el Programa de Artistas Noveles 2013-2014 de la Diputación Foral de Guipúzcoa, en 2014 obtuvo una subvención para la difusión de las artes plásticas y visuales del Instituto Etxepare y ha recibido, además, ayudas a la producción del programa Eremuak y la Fundación BilbaoArte y, en 2018, participó en el programa de residencias de WIELS (Bruselas). El artista reside actualmente en Bilbao, donde es uno de los coordinadores del espacio Le Larraskito Kluba.
Iruretagoiena se suma esta semana a nuestros Fichados porque nos interesan las conexiones de su arte con otras disciplinas, como la antropología o la lingüística, a la hora de establecer comparaciones y lazos entre lenguas, tradiciones y creencias a un nivel incluso morfológico, pudiendo salir a la luz conexiones hasta ahora no registradas fruto de la coincidencia o de relaciones no demostradas: esos nexos, de los que suele ser difícil acreditar la causa, abren un amplio campo tanto al estudio como a la imaginación; lo vimos en Líneas cruzadas (2017), donde enlazó textos relativos a creencias populares y descripciones o ilustraciones de obras de autores contemporáneos.
Como al resto de nuestros fichados, ya sabéis, le hemos preguntado por sus inicios artísticos: en su caso estuvieron vinculados a la música. En cualquier caso, concibe la creación como una manera de mejorar el día a día: Siendo adolescente, empecé a hacer música experimental, y cuando entré en la Facultad de Bellas Artes estaba ya bastante activo en ese campo: dando conciertos, sacando discos, colaborando con otros artistas, etc. En las artes plásticas entré en serio al acabar la Universidad.
Es difícil contestar por qué soy artista, es como tener que responder por qué me levanto cada mañana, pero diría que me ayuda a vivir mejor.
Sus intereses son diversos y han evolucionado a partir del propio desarrollo de sus proyectos desde que hace cerca de una década iniciara su carrera; como avanzábamos se ha detenido en asuntos ligados a la antropología que últimamente proyecta hacia delante y no solo hacia el pasado, ampliándolos a los desafíos naturales. También atiende, desde siempre, a las posibilidades de la combinación de distintos materiales: Los temas en mi obra son varios y cambiantes, aunque generalmente se concatenan; un tema o un interés me lleva al siguiente. Siento que trabajo para quitarme cosas de encima: generalmente son cosas que a la vez me despiertan atracción y rechazo simultáneamente, y cuando después del proceso llego a algún resultado satisfactorio, siento que ya me he quitado ese tema de encima y que me puedo poner con el siguiente. Y lo siguiente, generalmente, es algo que surge del trabajo anterior, alguna nueva vía que se ha abierto gracias a haber hecho ese trabajo anterior.
Hace unos años estuve muy obsesionado con mitos y creencias populares, lo cual estaba muy de moda en ese momento, pero la moda me venía bien para poder sacar sin vergüenza un tema que me despertaba mucho interés desde la adolescencia. Al ser vasco, esos temas cogían un peso especial para mí, porque a lo largo del siglo XX el nacionalismo vasco ha echado mano de la etnología para la construcción de la identidad vasca, y necesitaba hacer mi propio ajuste de cuentas. Ahora mismo estoy muy interesado en los fantasmas que proyectamos en nuestro futuro, lo cual también está muy en boga, junto con el giro climático, pero es lo que nos toca, parece que solo divisamos desastres de cara al mañana, y la inquietud que eso genera entra en el trabajo. Esos serían ejemplos de contenidos más textuales, pera a la vez constantemente estoy trabajando con intereses muy formales: la relación entre el papel maché y la madera, o el plástico y la tela, la escala respeto al cuerpo, etc. En el proceso, todos esos intereses se entremezclan.
Las disciplinas en las que Oier ha trabajado son también diversas, una de las primeras fue el sonido, pero también maneja textos y las tres dimensiones. Reconoce, y no muchos fichados lo han hecho, que su entorno cercano tiene mucho que ver en esas elecciones: Suelo trabajar con sonido, objetos y textos, principalmente, aunque en los últimos años también he hecho algún vídeo a modo de documentación de intervenciones en la calle.
Mi interés por el sonido viene, por un lado, de que siempre me ha gustado mucho la música, y sobre todo de que siendo adolescente encontré una escena muy activa en torno a la música experimental o al arte sonoro muy cerca de mí. El haber encontrado ese contexto y el poder compartir y colaborar con esa gente me llevó a meterme de lleno en el sonido.
El interés por los objetos también se debió al hecho de haberme encontrado con un contexto interesante alrededor de la escultura. Cuando entré en Bellas Artes creía tener claro que lo mío era el sonido, pero una vez allí, vi que en esa facultad, el departamento más interesante o en el que poder aprender más era el de escultura, y me empecé a matricular en asignaturas de escultura. Al final me fuí metiendo cada vez más. En otro contexto, en otra ciudad o en otra facultad, puede ser que me decidiera por otras disciplinas.
A Oier le resulta complicado seleccionar sus obras más destacadas, porque concibe unas como fruto de otras y su producción como un continuum, pero nos habla de dos: Se me hace difícil diferenciar el trabajo por proyectos, porque siempre es todo una concatenación. Aunque a veces presente unos resultados bajo un título y hasta un texto de presentación o lo que se suele llamar “hoja de sala”, partes de ese resultado podrían formar parte de otro conjunto con otro título en otro momento. Pero si tuviera que destacar algunos trabajos como principales, para mí fueron muy importantes el trabajo sonoro Dedalu (2008) y Usurbilgo Urdaiagako (2013), que consta de dos pósters. Fueron importantes porque en el momento en el que los hice fueron algo nuevo para mí, y han marcado mucho todos los trabajos posteriores. Eso es lo que puedo decir desde mi experiencia, pero puede que para el receptor no sean mis trabajos más interesantes.
Dedalu es un trabajo sonoro, el primero suyo no firmado bajo el pseudónimo Tüsüri y uno de los más personales que entonces había desarrollado; las creaciones de Oier en el ámbito del sonido se caracterizan por su atención a los procesos manuales y a las grabaciones de campo, también por su control muy precioso del tiempo y la riqueza de sus timbres.
Sus próximos proyectos, como os adelantábamos, pasan por Madrid: Ahora estoy preparando la exposición colectiva del premio “Generación 2020” en La Casa Encendida, y también una colaboración para la radio digital Albuquerque Radio Picture Show.
Conoced mejor a Oier, aquí: www.oieria.info