NOMBRE: Noemi
APELLIDOS: Iglesias Barrios
LUGAR DE NACIMIENTO: Langreo, Asturias
FECHA DE NACIMIENTO: 1987
PROFESIÓN: Artista
A Noemi Iglesias, que estrena nuestros Fichados en noviembre, la conocimos hace un lustro, cuando su obra formó parte de la muestra “Apuntes para una psiquiatría destructiva”, que Alfredo Aracil presentó en la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid tras resultar ganador en la convocatoria de esta institución destinada a comisarios noveles. Aquel proyecto buscó analizar la representación de la problemática de la salud mental desde los años sesenta hasta la actualidad y convirtió ese centro, próximo a la Avenida de América, en un espacio de investigación en el que rastrear los comportamientos tipificados como patológicos en los manuales de aquella disciplina.
Un año después, en 2018, volvimos a encontrar su trabajo en la exhibición “MAPPA” en esa misma sala, tras recibir Iglesias una beca LABJoven_Los Bragales. Nos enseñó en aquella ocasión El oficio de las flores, un proyecto en el que planteaba si el amor supone hoy lo mismo que ayer, su banalización y mercantilización, a través de piezas en diversas técnicas, del vídeo a la instalación. Además, os hablamos de ella cuando presentó performances en JUSTMAD y el Museo Thyssen y cuando participó en ferias como MARTE, ARTESANTANDER o ESTAMPA, las últimas este mismo año y junto a Espacio Líquido.
Noemi ha protagonizado, igualmente, exhibiciones individuales en el Centro Cultural Montehermoso, la Sala Borrón de Oviedo, LABoral, Espacio Líquido, el Museo Antón de Candás, el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón y, fuera de nuestro país, en la Kapolna Gallery de Budapest, Art Athina Platform Project (Atenas) o iMAL, Center for digital cultures and technology de Bruselas. Otras colectivas, además de las que hemos citado, le han llevado a Kultur Etxea (Guernica), a la Michael Cacoyannis Foundation y otros espacios griegos, el Institut Supérieur des Beaux Arts de Besançon, el Museo Arqueológico de Oviedo, el Museo de la Prefectura de Aichi en Japón, el Taipei Museum of Contemporary Art o el Clayarch Gimhae Museum coreano y ha participado en la Yingge Ceramics Biennale de Taiwan y en el Electron Festival de Ginebra.
Formada en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco y en la Tainan National University of the Arts, ha desarrollado igualmente sus performances en espacios griegos, británicos, alemanes (y españoles) y, además de obtener la beca LABjoven_Los Bragales en 2020, ha sido galardonada con el Premio de Artesanía de la Fundación Unicaja, el Internacional de Cerámica Faenza, en Art Nalon y en el certamen Next del Centro Cultural Montehermoso. Fue becada, asimismo, por Al Norte y se hizo con el premio al artista emergente en la convocatoria estadounidense Ceramics Monthly. Cerraremos presentaciones contándoos que ha llevado a cabo residencias en la Central Saint Martins británica, el International Ceramics Studio húngaro, el Arctic Ceramics Center de Finlandia, Wanqi Ceramics Factory Ltd (China), el propio centro LABoral y la Fundación BilbaoArte, el mencionado Clayarch Gimhae Museum, la Vista Alegre Porcelain Factory portuguesa y el Taoxichuan Jingdezhen International Studio chino.
Actualmente reside Noemi en Lisboa, donde desarrolla una investigación artística sobre el cobalto gracias a una beca de investigación de la Fundación para la Ciencia y Tecnología (FCT).
El paso de la artista por esta sección coincide con la presentación, hasta el 12 de noviembre en la galería Shiras y en el marco de Abierto Valencia, de “Bling Bling Romance”, un proyecto comisariado por Semíramis González en el que continúa reflexionando sobre el amor romántico como quimera, la idealización y sufrimientos que apareja, valiéndose de la flor a la que con más fuerza podríamos asociarlo: la rosa. De su mano nos invita a disociar lo aparente de la esencia de las cosas (de las relaciones, de las personas).
Nos cuenta Noemi que no puede fechar el inicio de sus inquietudes artísticas; pinta desde la infancia y paulatinamente ha ampliado sus enfoques y técnicas: Creo que no sabría poner una fecha concreta sobre cuándo comencé a trabajar como artista. Empecé yendo a clases de pintura cuando era pequeña, después me licencié en 2010 en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco, donde me especialicé en escultura, y poco a poco he ido enlazando una cosa con otra. También me formé en técnicas de reproducción con escayola y bronce en la Athens School of Fine Arts, y en 2019 recibí la titulación de Máster en Bellas Artes por la Tainan National University of the Arts en Taiwán, por lo que creo que, de alguna manera, siempre he tenido el sentido creativo muy presente con un objetivo muy claro: seguir formándome y avanzar.
Hemos comenzado esta ficha hablando de amor y ese es el asunto central de su producción. Le interesa cómo el enamoramiento se ha convertido en objeto de mercado, y el romanticismo, igualmente, en irreal bien a consumir; los lazos entre experiencias sentimentales y pulsiones de adquisición, el lado oscuro del sentimiento cuando trae la disolución de las necesidades individuales y su estrechísima relación con la soledad. En sus palabras, en mi obra es fundamental el amor, siempre. Escribía Kate Millet en 1984 que “el amor ha sido el opio de las mujeres. Mientras nosotras amábamos, ellos gobernaban”. Este tipo de amor, romántico, sigue siendo hoy una utopía colectiva y un enredo para la mujer.
La industria del romanticismo nos sumerge en estructuras de dependencia en base a roles muy específicos que unen las actividades económicas y amorosas a rituales de amor, matrimonio, vestidos blancos y rosas rojas. Son estructuras mitificadas e idealizadas muy eficaces que perpetúan un sistema desigual y promueven un ideal romántico de expectativas irreales.
La industria del romanticismo nos sumerge en estructuras de dependencia, en base a roles muy específicos que unen las actividades económicas y amorosas a rituales.
Nos explicaba Iglesias que pintó de pequeña y, en sus estudios, se especializó en escultura, pero sus técnicas se han ampliado desde entonces, a menudo en comunión unas con otras, pues de sus procesos performativos pueden derivar esculturas e instalaciones. En cualquier caso, en su producción reciente es importante hablar de cerámica: Utilizo varias técnicas, dependiendo de las necesidades concretas de cada proyecto: escultura, performance, grabado… Aunque la técnica que más me representa es la de las flores de porcelana. Esta técnica fue un oficio industrial desempeñado íntegramente por mujeres a lo largo de los siglos XIX y XX en las fábricas de cerámica europeas. En un marco jerárquicamente patriarcal, como es el entorno industrial, la presencia femenina ha sido siempre un claro ejemplo de segregación laboral que se traducía en una inferioridad salarial, y por tanto en una dependencia económica de las mujeres con respecto a los trabajadores masculinos. Por la dificultad y el tiempo que se emplea en hacer cada una de las flores, es una labor que está prácticamente desaparecida.
En mi trabajo recupero este proceso tradicional de producción floral, para representar la actual mercantilización del enamoramiento y cómo los patrones emocionales son asumidos socialmente como iconos de consumo en la producción de una utopía romántica donde las experiencias sentimentales se presentan a través de productos fabricados por industrias específicas, transformando las pautas emocionales en estrategias consumistas.
Si algunas de sus propuestas hacen hincapié en la vaciedad de los ritos asociados a un amor tópicamente entendido, otras aluden a la banalización de un sentimiento al que es imposible acercarse si no es desde la empatía, esto es, escapando a la objetualización (comercial, industrial) de las emociones, de las relaciones personales. Si hablamos de personas, viene a recordarnos, no es posible el intercambio, el reemplazo sin consecuencias, y algunos de sus lenguajes y materiales (el cuestionamiento de la reproductibilidad y la repetición en la fabricación masiva) tienen que ver, como nos explicaba, con esa concepción amorosa, sus esclavitudes y su percepción social.
Las artistas que cita Noemi como sus referentes también nos han hablado de vínculos humanos, desde la volumetría o la acción; además, nos explica, la música tiene que ver con sus propuestas y se cuela en sus títulos: Mis referentes son artistas que trabajan con formatos perfomativos y medios escultóricos. Me gusta mucho la poesía que se desprende en la obra de Sophie Calle; la ironía excéntrica de Sarah Lucas y Tracey Emin; la delicadeza de Hitomi Hosono y Lourdes Castro; el humor de Hito Steyerl o las instalaciones envolventes de Chiharu Shiota.
También son referentes constantes la música, los iconos culturales y los movimientos sociales que acontecen en los lugares en los que me encuentro: Rebel Heart, de Madonna, dio título a una exposición individual en la Galería Espacio Líquido, que tomaba como punto de partida las protestas contra la controvertida Ley de Extradición en Hong Kong el verano de 2019. Emotional Rescue, de los Rolling Stones, me sirvió para la instalación de flores de loto en LABoral. Centro de Arte y Creación Industrial. Recientemente, Despechá de Rosalía o Summertime Sadness de Lana del Rey se incluyeron en la performance Summer Boyfriend Wanted que realicé el pasado 21 de septiembre en el salón de actos del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, dentro del ciclo Visión y Presencia comisariado por Semíramis González.
De esta última propuesta comienza hablándonos a la hora de referirse a sus principales proyectos. Ahondaba en el vínculo amoroso a partir de sus clichés y de sus concepciones simplistas, desde la ausencia de espontaneidad: Summer Boyfriend Wanted fue una performance de larga duración que comenzó con 600 flyers impresos con el título SUMMER BOYFRIEND WANTED, una pequeña definición del tipo de persona que se buscaba y un email de contacto. De 468 aplicaciones, una preselección de 15 candidatos fueron llamados para una entrevista personal en la que se adjudicaron los puestos de Summer Boyfriend, Summer Lover y Candidate #9. Un total de diez actividades semanales, entendidas culturalmente como románticas, fueron seleccionadas por los miembros de la pareja. Estos encuentros eran escenarios forzados a producir emociones y exploraban lo que socialmente entendemos como comportamientos de pareja. Todo estaba predefinido de antemano: cuándo pasearíamos, cuándo nos cogeríamos de la mano, cuándo nos tocaríamos o cuándo nos besaríamos. El objetivo era posicionarse y experimentar el amor, o lo que le concierne, desde el lugar del no-enamorado; la idea del amor técnico, como un producto. Casi clínico.
El trabajo que llevó a la Sala de Arte Joven el año pasado, y por el que recibió la beca LABJoven_Los Bragales, fue Off Love y navega en las emociones que nacen al frío de las pantallas: Plantea un análisis sobre el sentido de los vínculos emocionales que se forman virtualmente. Y es que la búsqueda del amor romántico a través de las aplicaciones de citas online constituye un importante vector de consumo en el mercado digital, donde cada click efectuado por el usuario crea un incentivo financiero que perpetúa un sistema de superficialidad sentimental.
Toda nuestra información es monitorizada, rastreada, medida y grabada, construyendo un modelo base bastante preciso de quiénes somos y prediciendo qué emociones nos pueden afectar. Este tipo de tecnologías modifican de manera gradual y prácticamente imperceptible nuestro comportamiento emocional, generando un sistema escalonado donde los vínculos afectivos se plantean como un objeto hedonista de fácil consumo.
En las imágenes superiores veis pétalos de rosa obtenidos en una impresora 3D con color satinado y transparente, subrayando su fragilidad; el gramaje es el mismo que el de un corazón humano.
Cada click efectuado por el usuario en las aplicaciones de citas online crea un incentivo financiero que perpetúa un sistema de superficialidad sentimental.
En esa senda teórica podemos enmarcar Quarantine, un proyecto performativo que implicó cuarenta citas agendadas en Tinder y en el que empleó otras tantas máscaras de porcelana, elaboradas conforme a un trabajo floral tan minucioso y delicado como despersonalizado puede resultar el funcionamiento de esas apps: Presenta una investigación performativa sobre los patrones de comportamiento emocional dictados por el uso de plataformas geosociales como Tinder. La aplicación está considerada como una de las más importantes del mercado digital, permitiendo la comunicación entre personas en base a sus preferencias para chatear y concretar citas o encuentros. Sobre este contexto, abrí un perfil que me permitió concertar cuarenta citas, una cada día, con cuarenta usuarios diferentes.
Finalizada la cuarentena, cerré el perfil y eliminé la aplicación del teléfono. Fue un proyecto bastante intenso que requería de una implicación emocional máxima. Cuando estás en Tinder, experimentas una aparente sensación de libertad sin fin promovida por la aplicación, que va unida a un excesivo narcisismo. Esto genera un sistema escalonado donde parecía que no era posible el amor, y la única destreza que adquiría era la de terminar rápidamente para volver a empezar desde el principio. Finalmente, la instalación presentaba una serie de cuarenta máscaras de porcelana cocidas en cajas refractarias con carbón a 1.280 °C. Cada una es única y lleva en la parte de los respiraderos un trabajo floral muy delicado, hecho íntegramente a mano.
Conoced más a fondo la obra de Noemi, aquí: https://noemiglesias.com/