Margaret Bourke-White, nacida en 1904 en el Bronx neoyorquino, inició su carrera como fotógrafa publicitaria e industrial en Cleveland en 1927 y desarrollaría pronto un enfoque modernista basado en un uso radical de la perspectiva, la luz y la sombra aplicadas a formas industriales muy nítidas, para crear fotografías en las que se conjugaba realidad y lenguaje abstracto. Frente a otros autores estadounidenses que, como ella, documentaron ambientes industriales, Bourke-White infundió cierta grandeza a este tipo de imágenes frente a su aparentemente inevitable impersonalidad, alcanzando en ellas un sello propio que hoy nos resulta tan depurado como espectacular.
Sus fotos, derivadas de una valoración peculiar de la estética de las máquinas que la llevó a afirmar, desde una perspectiva que algunos han relacionado con el futurismo, que una dinamo es tan bella como un jarrón, conceden un sentido inédito de poder, elegancia y autoridad a estructuras muy a menudo consideradas desagradables a la vista, o destructoras del medio ambiente.
Tempranamente, su mirada fue apreciada por una clientela de empresarios industriales y, cuando Henry Luce fundó en 1930 una revista para líderes empresariales llamada Fortune, ella sería la primera fotógrafa que contrató. Entre 1929 y 1936 trabajaría en Nueva York simultáneamente como autora publicitaria y en aquella publicación; en noviembre de ese último año, Luce, animado por el éxito de Fortune y también de Time, sus dos cabeceras, creó la revista semanal, con ilustraciones fotográficas, LIFE, y a Bourke-White se le confiaron la portada del primer número y el reportaje principal.
Era su cámara estrella, así que se trasladó desde su revista hermana a la nueva publicación para convertirse en uno de los cuatro fotógrafos en plantilla. El reportaje principal de aquel número primero de LIFE iba a dedicarse a la construcción de la presa de Fort Peck en Montana y sabemos que esta artista superó las expectativas: los editores dieron por hecho que realizaría un grupo de fotografías ligadas únicamente a las obras del embalse, pero lo que recibieron fue, en sus palabras, “un documento humano de la vida fronteriza americana que fue todo una revelación”. La revista se convirtió, lo sabemos hoy, en un fenómeno editorial, en parte gracias a su labor: antes de la llegada de la televisión, logró un estatus sin igual entre la sociedad americana como fuente de información y entretenimiento, posición que mantuvo hasta los sesenta.
Bourke-White sería una de las fotoperiodistas más respetadas de este medio durante tres décadas largas, un tiempo en el que trabajar para LIFE suponía alcanzar una cima en la disciplina. Además de prolífica fotógrafa fue escritora, un valor añadido para muchos lectores y, asimismo, sería autora y coautora de una decena de libros que recogen los muchos encargos que llevó a cabo en lugares remotos o regiones políticamente conflictivas del mundo, incluida la Unión Soviética y Alemania en los treinta. De hecho, sus imágenes como fotógrafa de combate durante la Segunda Guerra Mundial en Italia y su testimonio, de primera mano, sobre la lucha que India mantuvo por su independencia a finales de los cuarenta serían muy recordadas.
A su vez, dada su posición de privilegio en el olimpo del fotoperiodismo, fue objeto Bourke-White de media docena de monografías, una biografía académica y una (bastante menos formal) película en la que la encarnó Farrah Fawcett; llegó a las teles en 1989.
A mediados de los treinta, en todo caso, adaptaría la fotógrafa su estilo a los cambios habidos en la práctica y el pensamiento del fotoperiodismo y se dedicó a una modalidad documental más socialmente comprometida: optó por sustituir la grandeza heroica por una cierta candidez derivada de su contacto con los más pobres y las personas sin hogar. Por ejemplo, en la imagen de LIFE titulada En la época de la inundación de Louisville (1937), retrató con ironía a una fila de necesitados esperando recibir comida frente a una valla que proclama el estatus de Estados Unidos como el país con “el nivel de vida más alto del mundo”.
En definitiva, Bourke-White fue una fuerza integral del fotoperiodismo; su perspicacia fotográfica le permitió seguir el ritmo de su tiempo, adaptando sus habilidades visuales a las exigencias de su público y modelo, como ocurre en el retrato que realizó a Khadeeja Feroze Ud-din. Incluido en el libro Halfway to Freedom, esa semblanza de la que era subdirectora de educación de Pakistán demuestra igualmente las habilidades de Bourke-White para magnificar el género.