NOMBRE: Lorena
APELLIDOS: Amorós Blasco
LUGAR DE NACIMIENTO: Alicante
FECHA DE NACIMIENTO: 1974
PROFESIÓN: Artista
Uno de los collages de Roberta Marrero en la exposición “Sororidades Instagramer“, que esta mañana se ha presentado a la prensa, rezaba: Toda obra de arte es autobiográfica. Y la máxima nos ha hecho acordarnos de la que es nuestra fichada esta semana: Lorena Amorós, artista alicantina que es también docente en la Universidad de Murcia e investigadora en Bellas Artes y que posiblemente conozcáis bien quienes frecuentáis la Galería Adora Calvo de Salamanca, la sala que la representa.
Doctora en Bellas Artes por la Facultad de Bellas Artes de Valencia y premiada por su tesis doctoral en el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Amorós ha presentado también su trabajo en Domus Artium, el Festival SOS4.8 de Murcia, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y la Casa de las Américas de La Habana, la Fundación José García Jiménez, el Centro del Carmen valenciano, el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, en la República Dominicana, el Museo de la Universidad de Alicante, el Museo de Bellas Artes y el Centro Párraga murcianos, la Galería Dieciséis o el Koldo Mitxelena de San Sebastián; también en ARCO y en ARTESANTANDER. Forma parte del grupo Península, que desde el Museo Reina Sofía aborda las prácticas artísticas y de comisariado vinculadas a los procesos coloniales, y del equipo de investigación Visualidades y Temporalidades de la Cultura Contemporánea de la Universidad de Murcia.
Lorena se suma hoy a esta sección porque en su trabajo encontramos planteados, desde hace años, asuntos que no solo no pierden vigencia, sino que casi día a día es posible replantear con nuevas lecturas: el trasfondo de la autorrepresentación, lo que en nuestra biografía y en nuestra memoria familiar hay de resbaladizo y de ficticio, la complejidad de los afectos en esa esfera, la familiar, en la que muchas cosas parecen darse por hechas o los roles femeninos culturalmente asumidos. Nos invita a poner en cuestión nuestro pasado, nuestras raíces y nuestra posición frente a ellos: la aceptación y la escapada.
La artista nos ha contado que se siente ligada al arte desde la infancia y que el disfrute en sus estudios de Bellas Artes, sucesivas becas y el apoyo de sus galeristas le han refrendado en el camino. Tiene un recuerdo muy cálido para el fallecido Gonzalo Sánchez: Tengo recuerdos desde muy niña de un vínculo intenso con el arte, de una necesidad de abstraerme de la realidad dibujando, pintando y creando figuras de barro. Por esta razón, cuando empecé a estudiar Bellas Artes en la UPV de Valencia, a pesar de las frustraciones que lleva implícita esta carrera, sentí que estaba donde tenía que estar. Además, este periodo universitario fue muy estimulante y compartí muchos intereses comunes con compañeros de promoción. De ahí que los cinco años me supieran a poco y decidiese continuar con el doctorado en esta Universidad defendiendo mi tesis en 2004. Un trabajo en el que me volqué por completo, que resultó casi catártico y que acabó recibiendo el I Premio de Tesis Doctoral del Instituto Juan Gil Albert de Alicante, institución que la publicó en su totalidad. Para esta investigación, que duró varios años, había recibido una beca dentro del apartado “Proyectos de investigación singular” en 2002.
Luego disfruté de otra serie de becas para jóvenes artistas, como la Beca Art Visual de la Comunidad Valenciana, que fue decisiva porque tuve la oportunidad de llevar a cabo un proyecto personal con financiación. Verdaderamente, esta época fue muy interesante para mí porque, entre otras personas de referencia, tuve la oportunidad de conocer a Gonzalo Sánchez, director de la Galería Dieciséis en Donostia, que me apoyó desde el principio. Con él comencé a trabajar por primera vez con una galería profesional, así que después de una expo individual fui a ARCO en 2006. Pero Gonzalo representó algo más que un galerista. Quienes le recordamos sabemos bien que tuvo un papel crucial en el contexto vasco y también supo ver en algunos de los artistas de mi generación una nueva manera de entender el trabajo artístico, sobre todo el pictórico. Yo me siento muy reconocida en su legado y las conversaciones que mantuve con él me ayudaron a esclarecer muchas de las dudas y conflictos que tienen que ver con esta carrera de fondo, no siempre grata. Su pérdida fue un duro golpe para mí. La mayoría de los artistas que trabajamos con él nos quedamos “huérfanos”, por así decirlo.
Más tarde, gracias a distintos proyectos institucionales, seguí trabajando, intentando combinar estos trabajos de investigación artística con mi carrera académica en la Universidad de Murcia, donde soy profesora desde 2005. En la actualidad trabajo con la Galería Adora Calvo, con quien empecé a colaborar en nuevos proyectos a partir de 2013.
Nos explica Lorena que sus investigaciones y lecturas son a menudo el punto de partida de sus proyectos, y que llega a sumergirse en unos y otros a la vez, enlazando estudios teóricos y procesos de trabajo artístico en un cosmos propio que, en sus exposiciones, adopta diferentes formas: Creo que trabajo de manera muy integrada en varios registros, devorando lecturas sobre los temas que me interesan, desarrollando una investigación teórica en torno a ellos junto a la artística y la histórica. La lectura de ensayos sobre esas temáticas, la búsqueda documental y el proceso de elaboración visual y material de las obras van de la mano. Estas indagaciones dan como resultado los proyectos artísticos que voy elaborando en paralelo y también ensayos o trabajos de investigación que publico regularmente. Acumulo muchos materiales diversos para cada proyecto, casi construyo un pequeño gabinete sobre las temáticas que luego, a veces, forman parte de mis exposiciones. Por eso, el despliegue de las piezas alterna soportes muy diferentes.
Las temáticas de sus obras han crecido y evolucionado con el tiempo, pero hay notas fundamentales comunes, como la atención a nuestras formas de representarnos ante la mirada ajena, representaciones en las que entiende que pesa el legado familiar, cargado de subjetividades, del que nos hacemos cargo, a menudo para huir después de él en busca de familias nuevas: Siempre me han interesado los mecanismos por los que nos exponemos ante los demás, quizá por ello uno de los temas fundamentales en mi trabajo sea la autobiografía, o más exactamente, la idea de que toda biografía plantea un reverso sobre el área de cotidianidad que se construye, capaz de desbaratar su aparente estabilidad. Entre los objetos y las prácticas que muestran este reverso, el álbum familiar destaca como dispositivo estético. Por eso, este dispositivo ha sido uno de los soportes sobre los que he trabajado una parte significativa de mi obra. La tesis que ha articulado mi trabajo desde 1997 a 2008 (Voluntad de-forma, Txikillers, Restos de restos, Restos de familia), parte de la idea de que todos desplegamos una serie de estrategias de “resistencia” ante los legados imaginarios que recibimos de la familia, en la que se entremezclan los afectos, pero también grandes dosis de ironía y de ficción. En mi obra teórica he desarrollado estas cuestiones sobre casos de estudio de artistas y cineastas que han vivido situaciones extremas, en los momentos próximos a la muerte o en situaciones de radical enfermedad. Todo ello formaría parte de esos reversos que tanto me interesan. La parte más vinculada con la autorrepresentación, a través del autorretrato en las prácticas artísticas contemporáneas, se explica con detalle en mi libro “Abismos de la mirada. La experiencia límite en el autorretrato último”, publicado en 2005 por el CENDEAC, Murcia.
No concibe Amorós abordar estos asuntos, trabajar con el pasado familiar, desde la distancia o desde una frialdad que propicie la universalidad, aunque se suscite. Así, profundiza en las razones profundas, en los sentimientos y el humor presentes en esas representaciones propias ante terceros; también plantea qué ha sido de las fronteras entre lo público y lo privado, cuáles son las razones de una exposición (exhibición) que, aunque puede que siempre estuviera allí, ha multiplicado hoy sus destinatarios: Para mí, el trabajo con los documentos que representan los universos familiares sólo tiene sentido si se hace desde la complicidad con ellos. Ese trasfondo emocional es necesario en mi obra y es el punto de partida para ofrecer un discurso que sirva al espectador para un juego de reconocimientos irónicos. En ello se basa buena parte de la investigación sobre las formas visuales que adoptan formas de autorreconocimiento, de autorrepresentación, ya sean individuales o colectivas. He abordado esta dialéctica entre ese mundo privado de lo familiar y la vocación pública de las identificaciones en las mitologías contemporáneas a través del fenómeno del fan. Me interesa mucho cómo sustituimos nuestras biografías por ficciones proyectadas sobre los ídolos que representan transgresiones de las convenciones, de lo que se espera de nosotros en el núcleo familiar. Por eso, la instalación videopictórica y sonora titulada Cave´s Fan (2011) exploraba este mundo. La pieza fue concebida para el Festival SOS 4.8 de Murcia, un evento que combina una extensa programación de conciertos con una exposición colectiva que aquel año fue titulada “Melodías Prohibidas”.
El espacio que construí y que recreaba una especie de prostíbulo estaba pintado con portadas de discos y material relacionado con la discografía de Nick Cave. El público del festival podía entrar y tumbarse sobre unas colchonetas que había distribuidas por el suelo. En el interior se escuchaba la canción The Singer, escrita por Jonny Cash y reinterpretada por el propio Cave, al tiempo que se proyectaban dos vídeos que dialogaban entre sí con la música y el ambiente que se había creado. La instalación generaba una atmósfera de metafan/metafanatismo, pues el trasfondo autobiográfico incidía en la autoconciencia de esa relación: el yo, fan de Nick Cave, al tiempo que Nick Cave, fan de Jonny Cash, reinterpreta The Singer, la canción escrita por Cash. Me interesa mucho esta identificación o apropiación de una biografía ajena a la heredada. Creo que es una fórmula complementaria a la presentación de los documentos personales “en carne viva”, que mediada por la figura interpuesta del ídolo de masas no deja de ser un fetiche sustitutorio de los modelos subjetivos y/o familiares.
En sus últimas obras, Lorena ha vinculado sus anteriores estudios sobre autobiografías y autorrepresentaciones a la mujer, al peso de convenciones sociales y culturales en lo que somos. Y lo ha hecho viajando al pasado o a escenarios de ficción, terrenos ambos copados hasta hace no demasiado por el hombre en el inconsciente colectivo y en la historiografía o los estudios literarios: Más recientemente, he trabajado también sobre la autobiografía como una forma de reivindicación y un modo de articular una autoconciencia acerca de la identidad de la mujer en su dimensión cultural y como proceso de construcción social. En este sentido me parece necesario recuperar figuras históricas femeninas olvidadas por el paso del tiempo. Desentrañar las historias ocultas de estas mujeres a través del juego de referencias cruzadas con mi propia historia me parece una buena manera de reconstruir el pasado colectivo. De alguna manera es una forma de construir la vida propia y también el hilo conductor con el que narrarla. Esta idea la puse en práctica en Escena In-Móvil (Centro Párraga, 2018), uno de mis proyectos recientes. En él reflexiono sobre los límites de la construcción teatral y la práctica de la taxidermia. Partiendo de esta premisa, las obras operan sobre dos ámbitos de la representación: uno vinculado con los teatros taxidérmicos como fenómenos asociados a diversos ámbitos culturales, pedagógicos o científicos, pero también como prácticas y rituales de raíz popular en ámbitos rurales; y otro que nos remite al cruce de las biografías y a los relatos ancestrales en torno a estas prácticas. Para ello, tomo como referente histórico la figura de Martha Maxwell (1831-1881, Condado de Tioga, Pennsylvania), la primera taxidermista en crear dioramas en los que podía verse a los animales naturalizados de forma realista integrados en su hábitat.
Curiosamente, ahondando en la historia de esta mujer, encontré algunos acontecimientos biográficos similares a los míos. Ambas descubrimos talleres taxidérmicos en nuestras respectivas casas cuando conseguimos recuperarlas tras eternos procesos judiciales. El episodio es el mismo: un cazador furtivo, de vida errática, se instala en una propiedad particular y acaba convirtiéndola en un taller donde confecciona sus trofeos embalsamados. De la visión extrañada e impactante de esos escenarios inmóviles, llenos de animales disecados, procede este proyecto que une narraciones vitales compartidas. De ahí que en la exposición se muestren los paralelismos existentes entre las dos biografías, así como la sutil relación icónica del animal con una estética asociada a ese revivir de lo muerto. Una temática que articuló también el discurso de mis proyectos Herencia de ciencia ficción (2013, Galería Adora Calvo) y Naturaleza Zombi (2015, Galería Adora Calvo). No obstante, en Escena In-Móvil he potenciado y deconstruido el componente escenográfico de los dioramas que abordan los juegos de ambigüedad entre lo vivo y lo muerto. A través de la pintura, el vídeo, la escultura y el dibujo, he recreado aquí el relato de lo acontecido. Un relato transfigurado en un juego de espejos entre mi historia personal y la de una activista y excéntrica colona norteamericana del siglo XIX.
Por otra parte, otra de las temáticas que llevo desarrollando en los últimos años tiene que ver con la incidencia del género de la ciencia ficción y los productos de serie B en la cultura contemporánea. En este sentido, el proyecto The brain of the planet se enmarca en esta investigación, y pudo verse por primera vez en el stand de la Galería Adora Calvo en ARTESANTANDER 2018. Su título hace referencia a la obra homónima, publicada en 1929, de Lilith Lorraine, uno de los seudónimos de la escritora Mary Maud Wright (1894–1967, Corpus Christi, Texas), pionera de la ciencia ficción.
La serie de dibujos que integra el proyecto combina distintas iconografías, desde los años 30 a los 60, procedentes de Pulps y Space-Operas.
En este tipo de material se produce una transformación del escenario temporal, científico o social, y casi siempre las figuras femeninas se representan como pin ups en apuros, semidesnudas o con ropa ajustada, siendo en la mayoría de las ocasiones rescatadas de la catástrofe tecnológica o la invasión alienígena por hombres que portan armas láser. Yo he querido suprimir esta imagen estereotipada de la mujer para crear una especie de metaficción y hacer un guiño a la obra de mujeres que han trabajado en el género de ciencia ficción, como la citada Lilith Lorraine, quien volcó sus ideas feministas imaginando utopías en las que la tecnología transformaba el mundo.
Por tanto, mi intención es sumergir al espectador en un escenario ficcional que reivindique imaginarios que permanecen anclados en axiomas masculinos. Uno de estos axiomas es que la ciencia ficción es un género literario escrito por hombres y dirigido a un público masculino, en el que las mujeres, autoras o lectoras, son una pintoresca y hasta entrañable excepción.
Sus referencias a la hora de hablarnos del pasado en el presente y de nuestros mecanismos para hacerle frente en nuestras manifestaciones visuales son más musicales y fílmicas que literarias, aunque reconoce Lorena su interés por la Nueva Objetividad: Mis influencias no proceden directamente del arte. Sí es cierto que me ha interesado mucho la pintura alemana de los años 30. En este sentido, Max Beckmann y Otto Dix estuvieron muy presentes en los inicios de mi trabajo, así como la obra gráfica de George Grosz, pero lo cierto es que toda la iconografía proveniente del rock and roll, la música garage y el punk han convivido conmigo desde siempre. También filmografías tan distintas como el cine de Carl Theodor Dreyer, Peter Greenaway, David Cronenberg o Michael Haneke me entusiasman y, al mismo tiempo, estoy enganchadísima a las películas de serie B y ciencia ficción de los años 60 sobre todo. En fin, soy bastante ecléctica en gustos.
Como nos avanzaba al referirse a su trabajo simultáneo en la investigación y la producción, las técnicas en las que desarrolla su obra son diversas y a menudo las combina, por eso concede mucha importancia al montaje adecuado de sus exposiciones: Mis inicios se desarrollaron en la pintura, pero a medida que ha pasado el tiempo no puedo hacer apología de ningún formato fijo y sí de la combinación de todos ellos. De ahí que utilice como medios artísticos tanto la pintura como el dibujo y el vídeo en función de lo que quiero comunicar. Quizá por ello, me resulte tan importante la instalación de mis proyectos, su montaje expositivo. Esta cuestión forma parte del mismo método de gabinete que comentaba antes. Acumulo referencias y las traslado de unos soportes a otros. Busco alguna alquimia en las imágenes que salen de esas investigaciones que son como flashes que visualizo previamente y que luego cobran materialidad a través de distintos medios.
Para mí es muy importante la creación del ambiente idóneo, y para ello también me ayudo de temas musicales que son como himnos de mi vida y que distorsiono para cada ocasión. Algunos de los temas que he utilizado vienen de Nick Cave, como he dicho anteriormente, pero también de Screamin´ Jay Hawkins o Los Bichos. En mis proyectos elijo lo que creo que dialoga mejor con el resto de las referencias hasta que consigo crear una constelación de impactos en los espacios de exposición. Para mí los espacios son al final el soporte de esa constelación y por eso necesito trabajar sobre el terreno hasta encontrar el punto en el que la obra empieza a decir lo que me gustaría. He hecho muchas intervenciones incluso en espacios ya musealizados, porque al introducir distintos elementos se desequilibra el relato museográfico. Pero siempre hago una construcción instalativa global de mis obras, que por supuesto no entiendo como unidades sino como partes de un todo que me devuelve a esa fase de visualización de la que hablo.
Continúa trabajando en The brain of the Planet, pero los próximos caminos de Lorena se acercarán a la arquitectura. Este mismo año expondrá en México y continúa escribiendo: Actualmente estoy más volcada en la continuación del proyecto The Brain of the Planet, pero paralelamente estoy trabajando en un proyecto que versa sobre la relación de reciprocidad de distintos edificios arquitectónicos y el arte, y del que pronto podré dar más datos. También estoy metida de lleno en dar forma a un proyecto que trata sobre el juego de transferencias en la recuperación de las figuras históricas que habitan los cuadros y la propia recepción contemporánea de estas escenas.
En lo que se refiere a exposiciones, tengo una propuesta para 2019 en México que me hace especial ilusión porque mi trabajo allí siempre ha sido bien muy recibido.
Por último, estoy dando forma a una serie de ensayos que formarían parte de un libro de artista en el que se integrarían algunas de las imágenes generadas en mis últimos proyectos y que tratará de desarrollar mis tesis sobre la biografía como relato común y lo que denomino “anacronismo crítico”, una forma de releer la historia en clave feminista basada en la complicidad de las narraciones autobiográficas. Este libro en el que vengo trabajando sería otra forma de concretar mis formas de trabajo combinando la documentación, el estudio de los casos históricos que forman parte de mi obra, y las propias imágenes generadas en el proceso.
Conocedla mejor aquí: www.lorenaamoros.com