NOMBRE: Joaquín
APELLIDOS: Jara
LUGAR DE NACIMIENTO: Sabadell, Barcelona
FECHA DE NACIMIENTO: 1977
PROFESIÓN: Artista
Queda muy poquito para que en el Salón Teatro del Centro Dramático Galego se estrene el último proyecto en el que nuestro fichado de esta semana ha estado inmerso: Joaquín Jara, junto a Javier Martín, Octavio Mas, Artur M. Puga y Sabela Mendoza ultima estos días Soma, una experimentación a la par matérica y escénica en la que se abordará el cuerpo como sombra y como fragmento temporal, planteando nuevos caminos para percibir nuestra fisicidad y nuestro movimiento. Será los días 25 y 26 de mayo cuando podamos ver en Santiago de Compostela esta propuesta, que conjugará escultura, danza e iluminación; ambiente, objeto y coreografía.
El año pasado, Jara presentó también sus trabajos en el ArtBnB Festival de Jerusalén, el Konvent Zero barcelonés y el Couvent Levat de Marsella y, anteriormente, en el Parque Natural de Los Haitises dominicano, el espacio sueco Wij Trädgårdar, en Taalintehdas (Finlandia), Villefranche-sur-mer (Francia), el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, en Gerona y en varios parques naturales internacionales, adonde llevó su serie Vacuo: el Montseny, Fragas del Eume y el Big Cottonwood Canyon de Utah. Como veis, los escenarios donde despliega su obra son, sobre todo, entornos naturales y urbanos, más que salas expositivas al uso.
Jara se formó en La Llotja, la Escuela de artes aplicadas de Barcelona, y también en la Camberwell School of Arts and Fine Arts del London Institute británico, pero aparcó sus estudios para emprender una formación autodidacta que le ha acercado más tanto a la naturaleza, sobre todo a la vegetación, como al estudio de tragedias y ritos clásicos y que le ha llevado a ahondar en una de las cuestiones que de forma recurrente se hace presente en su trabajo: el transcurso del tiempo y su rol como agente transformador que hace aparecer y desaparecer realidades, que oculta y revela.
En su caso, esos intereses tienen raíces también personales: se mantuvo ligado al entorno rural hasta su adolescencia y, tras la muerte de su padre, se alejó de él. El paso de los años le permitió observar cómo el paisaje antes cultivado y ordenado quedaba abandonado, devorado por una vegetación creciente, y la transformación de aquel lugar y también de sus habitantes constituye el punto vertebrador de buena parte de sus proyectos y tiene que ver con que sea en la naturaleza donde normalmente se presentan.
Su obra es, ante todo, versátil: ha trabajado en el cine y realizó murales para El perfume: Historia de un asesino y colaboraciones para las atmósferas de El Orfanato, Biutiful, Savage Grace e Inside Silvia’s City; ya había llevado a cabo incursiones en propuestas ligadas a la danza antes de Soma, junto a Lipi Hernández o Víctor Zambrana, enriqueciendo sus coreografías, y, en lo plástico, también ha trabajado junto a otros artistas, como Rosa Rodríguez.
En solitario, pinta, esculpe y desarrolla intervenciones y su estética tiene que ver, más que con lo fragmentario e inacabado, con lo que quedará de nuestros afanes años mediante: el polvo y las cenizas. Lo orgánico y lo perecedero forman parte de sus trabajos, que muestran el cuerpo humano en proceso de descomposición o que, como es el caso de algunos óleos sobre lienzo, parecen directamente descomponerse ante la mirada del espectador. En alguna ocasión (vease su Retrato de Teresa), en sus piezas crece la hierba.
Las intervenciones de Jara aúnan la escultura, la instalación y el arte público. Trabaja en ellas desde 2004 y las define como retratos escultóricos de los lugares en donde quedan inscritas las piezas. Cuenta el artista que estas construcciones son ejecutadas mediante acciones con carácter de ritual simbólico donde la proporción humana y la materia sirven como receptáculo y referencia para empatizar con el entorno que habitan. Las obras están planteadas desde una doble perspectiva ecológica-patrimonial con especial énfasis en la noción de sostenibilidad. El enfoque ecológico supone una conciencia de la fragilidad del entorno natural y de los delicados equilibrios biológicos que lo componen. El enfoque patrimonial supone una conciencia de la identidad global de un entorno, que se plantea como sujeto (no como objeto), con sus características, no sólo biológicas y ecosistémicas, sino también históricas, sociales, políticas y estéticas.
Jara sabe que no permanecerán y el carácter cambiante y efímero de estos trabajos, sus fisuras convertidas después en grietas, forman parte de su esencia y de su relación con el espacio, el paso del tiempo, las estaciones, la erosión e incluso con el comportamiento de humanos y animales. Su proceso de creación consta de tres fases y en la última estamos invitados a participar: una primera de investigación y creación de archivo; luego una fase de acción escultórica propiamente dicha, que es la etapa de realización de la pieza; y una tercera fase abierta, que consiste en documentar la presencia de la pieza a largo plazo, mientras habite el espacio donde se instaló.
Este trabajo de documentación posterior a la instalación incumbe a todo el que se haga presente en el lugar y observe la obra. Todo visitante puede sacarle una foto para documentar el estado de la pieza en el momento en que la vio, y luego subir la imagen, mencionando la fecha, a una página dedicada en Instagram, vinculada a la plataforma social o sitio web del lugar o del evento, así como al correo web del artista.
Posteriormente a la desaparición de la pieza, además del archivo fotográfico, es posible rescatar algunos fragmentos, que quedan como rastros y pruebas de lo que fue. A esos fragmentos, el artista los ha bautizado como Arqueología reciente: constituyen esos restos de sus intervenciones ya perdidas, o bien copias o piezas surgidas de la reflexión en torno a las mismas.
El paso del tiempo marca la obra de Jara con la misma potencia con que transforma nuestros cuerpos: en último término, sugiere el barcelonés que el arte no solo no es diferente a la vida, sino que ambos forman parte de un mismo acontecer, están imbricados en la naturaleza y comparten destino.
Lo matérico no es el componente único de sus piezas, que entablan relaciones más que fluidas con dimensiones espaciales y temporales y con quienes las contemplamos; y con el paisaje, con ese tiempo y con sus espectadores tienen en común una transformación sujeta, en parte, al azar. Precisamente a Jara le interesa especialmente lo que ocurre con su obra una vez que sus manos han acabado su labor; explicaba a Setdart: En el momento que dejo una intervención escultórica por acabada es cuando empieza la obra que me interesa, la forma creada queda como marco referencial, donde el diálogo entre lo que he interpretado y lo que va ha modificarla es algo totalmente desconocido, apareciendo como una revelación.
Lo interior y lo exterior se funden en sus propuestas, que nos invitan a pensar que quizá ese tipo de fronteras, o de referencias espaciales, nazcan más de nuestro deseo ordenador que de los límites marcados por la física e incluso por la imaginación.
Y también es Jara autor de performances, estrechamente relacionadas con su escultura y sus intervenciones y con su interés por los efectos compartidos del paso del tiempo. Explica que provienen de dos fuentes diferentes: por un lado, procesos plásticos basados en contenidos de mis experiencias en la serie de intervenciones en entornos naturales y urbanos; y por otro lado, la transformación del performer mediante experimentaciones plásticas sobre su cuerpo a modo híbrido entre el ritual y los procedimientos técnicos con los materiales, mostrando la delgada frontera entre el sujeto y el objeto, el individuo y el entorno, la materia y la forma.
Podéis conocer mejor la producción de Joaquín aquí: joaquinjara.net