¿Qué está suponiendo económicamente la crisis del COVID-19 para el sector del arte? ¿Qué estrategia seguirán las instituciones cuando esto pase? ¿Las pequeñas empresas y asociaciones podrán finalmente optar a algún tipo de ayuda? ¿Cómo puede el arte ayudarnos en situaciones psicológicamente complicadas? ¿Cuáles son los recursos digitales más útiles en este momento? ¿Qué pasa con los proyectos cuyas fechas de celebración y cierre coinciden con la cuarentena o con los que tenían que estar inaugurándose en estas semanas? ¿Qué harán anunciantes y patrocinadores? ¿Qué tipo de proyectos tienen más posibilidades de sobrevivir? ¿Cómo se adaptan los distintos departamentos de un museo durante la cuarentena para seguir avanzando?…
Estas y otras muchas preguntas se hacen inevitables en estos días de incertidumbre. En masdearte queremos dar voz a los distintos profesionales del sector para que traten de darles respuesta y compartan sus reflexiones al respecto.
Por eso les hemos propuesto realizar una entrevista en cadena, planteando diferentes cuestiones acerca de lo que estamos viviendo y, sobre todo, de lo que vendrá. Distintos miembros de la comunidad artística (artistas, comisarios, críticos, directores de centros, galeristas, editores, coleccionistas, periodistas…) se irán lanzando preguntas e irán así dibujando virtualmente esa cadena que dejará, además, constancia de la importancia de todos y cada uno de los eslabones que la forman.
Marta Pérez Ibáñez, presidenta del IAC
Moisés Pérez de Albéniz, galerista
Maribel López, directora de ARCOmadrid
Lucía Casani, directora de La Casa Encendida
Amelie Aranguren, responsable de programación artística del CAR
Recientemente, el IAC ha publicado un informe de valoración del impacto que hasta el momento el COVID-19 está teniendo en nuestro sector. Por eso, hemos querido lanzar esa primera pregunta a su presidenta: Marta Pérez Ibáñez.
Marta, ¿qué está suponiendo ya para la economía del sector arte la crisis del COVID-19?
Nos estamos enfrentando a una situación sumamente anómala y sin precedentes, no solo dentro del ecosistema del arte, sino a nivel global. El impacto que ya se está dejando notar es tan abrupto y tan profundo que, aunque se puede evaluar a corto plazo la repercusión que cada profesional, cada institución, cada empresa está sufriendo, no conocemos el alcance a medio y largo plazo que puede tener, lo que genera, además, una desazón enorme.
El sector del arte contemporáneo y la cultura en general, estructura fundamental de nuestra sociedad, es un ecosistema complejo, compuesto por elementos muy distintos conectados e interdependientes, generadores de actividad económica, cultural, social, de puestos de trabajo, dinamizadores del turismo y de muchas actividades asociadas. Cada uno de ellos, desde los artistas como eje central hasta el mercado del arte, pasando por los museos y centros de arte, los críticos y comisarios, los gestores artísticos y culturales, docentes, académicos, tienen diferentes necesidades y demandas, pero todos ellos en general son elementos sensibles y frágiles, sometidos a menudo a la precariedad, a la dependencia de fondos públicos, mecenazgo y patrocinio, ayudas y subvenciones o a la respuesta de los coleccionistas. Una situación como la que estamos viviendo en el actual estado de alarma no sólo paraliza toda actividad comercial y laboral, sino que produce un enorme desequilibrio en una estructura como vemos ya de por sí inestable.
El IAC es una asociación grande formada por casi 500 profesionales que proceden de todos los ámbitos del arte contemporáneo. Por tanto, a través de nuestros socios es fácil hacerse una idea de hasta qué punto esta crisis nos está afectando a todos, y qué repercusión se puede sentir a nivel profesional y económico en nuestra actividad. Por ello, tras una semana de confinamiento sometidos a las actuales medidas de seguridad, lanzamos una encuesta el pasado jueves 19 de Marzo, cuyos resultados fueron recogidos en un informe que se hizo público el viernes 20.
En dicho informe, quedaba patente que los tres grupos de profesionales que más estaban notando la actual situación eran las galerías, los gestores culturales en diferentes ámbitos y los artistas. Están siendo muy variadas las actividades que han debido cancelarse, suspenderse o aplazarse en las últimas semanas, siendo la mayoría actividades de remuneración inmediata o a corto plazo, como la venta de obra de arte, ya sea en galería o feria o la venta directa de artistas y/o marchantes, o como las ayudas y subvenciones de las que dependen artistas, comisarios, gestores y empresas de gestión cultural. Las galerías, en muchos casos, han visto cancelarse además su participación en ferias (TEFAF tuvo que cerrar tres días antes de terminar; Art Basel Hong Kong, ArteBA, Art Lima, incluso Frieze New York se han cancelado, y estamos a la espera de conocer el destino de otras como ArtBo, Art Basel, Volta, Scoop, etc.), siendo la asistencia a ferias internacionales uno de los hitos de actividad galerística en el actual mercado global. Las pérdidas, en estos casos, una vez abonadas las tarifas y resto de gastos implícitos, son irrecuperables y, por lo general, muy cuantiosas. Igualmente, los artistas, cuyas ventas se han paralizado en estas semanas, verán mermados sus ingresos de forma sensible.
Las medidas que se han propuesto desde el IAC son variadas, desde respuestas inmediatas que den solución a problemas a corto plazo, como la dificultad de cubrir la cuota de autónomos, impuestos, alquileres de estudios, etc., la recuperación de subvenciones perdidas o canceladas, o una regulación de la fiscalidad más acorde a las actividades e ingresos del sector, hasta medidas a medio plazo que contemplen proteger las buenas prácticas y la necesaria transparencia, hasta incluso, a largo plazo, un plan estratégico de la Cultura y las Artes que prevea en uno de sus ejes básicos la promoción del arte contemporáneo como detector de síntomas de la realidad del país y el fomento del sistema del arte y las industrias culturales y la necesaria reforma de la ley de mecenazgo. En definitiva, medidas que no solo den respuesta a la fragilidad del sector en estos momentos de crisis sobrevenida, sino que fortalezcan y mantengan la estructura del arte contemporáneo como un elemento clave en el desarrollo óptimo de nuestra sociedad.
Marta ha pensado en un artista para continuar la cadena, y le lanza su pregunta a Carlos León
Carlos, ¿cómo crees que experimenta el artista contemporáneo los difíciles tiempos que estamos viviendo?
El grado de incertidumbre que la actual pandemia genera repercute en todos los ámbitos de la sociedad, pero no todos ellos sufren ni sufrirán por igual los efectos de la catástrofe. El sector del que formo parte, el frágil mundo de las artes plásticas, ya de por sí vulnerable por la debilidad de sus estructuras y por la escasísima actividad coleccionista que venía anotando, se verá confrontado a una probable bancarrota difícil de gestionar pues, no nos engañemos, el derrumbe empresarial que dejará tras de sí esta situación hará que se retraigan y estrechen los escasos cauces de inversión que sostenían hasta ahora nuestro mercado. Para los artistas que no dispongan de otros ingresos que los derivados de la venta de sus producciones, el futuro a corto y medio plazo será dramático.
Desconocemos el origen de esta calamidad y es imprevisible su desenlace. Las circunstancias de todo orden en las que tendremos que vivir al final del túnel, en el plano económico, en el de un probable marasmo político, en el puramente anímico… todo ello, determinará un nuevo orden de cosas, una nueva realidad.
Cuando se habla de ayudas, de intervención desde el ámbito político, de medidas paliativas… mi personal sentir, sustentado en más de cincuenta años de experiencia en la escena artística, es más bien pesimista. ¿Quién, y con qué bases objetivas, podrá decidir en esa especie de postguerra que se avecina, si uno u otro es o no artista merecedor de esas ayudas? Prefiero no imaginarlo.
“Es difícil pensar y escribir serenamente cuando se tienen seres muy queridos en las ucis y cuando comienza el derrumbe de nuestro modesto escenario anterior. Y sin embargo… pensar es la única forma decente y útil de enfrentarnos a todo.”
Tal vez no sean estos los momentos más adecuados para reflexiones apresuradas. Es difícil pensar y escribir serenamente cuando se tienen seres muy queridos en las ucis y cuando comienza el derrumbe de nuestro modesto escenario anterior. Y sin embargo… pensar es la única forma decente y útil de enfrentarnos a todo. Hemos de tratar de comprender. Hemos de tratar de reflexionar teniendo en cuenta que solo con herramientas e ideas realmente nuevas se podrá analizar un panorama tan diferente a lo anteriormente conocido como el que vamos a tener ante nuestros ojos. Hemos de hacerlo sin anteojeras ideológicas, sin prejuicios de viejo cuño, sin más armas que las de la razón y la voluntad de lucidez analítica acerca de esa nueva realidad con la que vamos a encontrarnos, porque probablemente, esa realidad contenga aspectos inaceptables desde un punto de vista político. Lo razonable del confinamiento que padecemos puede conducir a situaciones en las que los recortes a las libertades lleguen a hacerse inadmisibles y en los que nuestras prácticas, nuestra libertad creadora, y la inserción de nuestro trabajo en el cuerpo social se vean amenazadas en formas hasta ahora desconocidas.
El virus no solo está acabando con muchas vidas humanas. Está destruyendo estructuras económicas y erosionando gravemente los cimientos políticos del mundo en el que vivíamos. El planeta se adentra en un nuevo período histórico cuyo equilibrio ya no depende de las anteriores fuerzas en juego. Pero no perdamos de vista que la peste negra propició el tránsito de la edad media hacia el primer renacimiento. Tal vez haya lugar para algo semejante. Brindo por ello.
También es un artista el elegido por León para continuar la cadena. Se trata de Santiago Ydáñez, y la pregunta para él fue:
¿Cómo imaginas nuestra escena artística, cuando termine la pandemia?
Yo soy optimista por naturaleza, así que espero que estos momentos tan ásperos actúen de resorte en la vuelta a la nueva realidad. Habrá que adaptarse poco a poco y estar expectantes a los avances médicos. Aprender de esta lección de la naturaleza y poner medios de prevención sobre todo. Sería bueno que la lección de humanidad que están dando tantos sectores, especialmente el de la medicina y los cuerpos de seguridad, sirviera de ejemplo por todas partes y se pusieran los medios para ayudarnos en épocas de carestía. No sé exactamente cómo quedará la economía nacional e internacional, no sé cómo Europa apoyará a los países más afectados, pero somos un pueblo vigoroso que ama la vida, así que nos repondremos. Habrá muchos hombros en los que apoyarnos y sonrisas para levantarnos. No sólo tengo cara de jesuita sino que me está saliendo una homilía respetable. Sólo añadir que nos tenemos unos a los otros. Y eso ya es mucho.
La pregunta de Santiago Ydáñez es para Nico Munuera:
¿Después de esta debacle producida por el coronavirus, que nos espera: apatía o esperanza? ¿Cómo será el mundo del arte después de esto?
Como sabes, la respuesta es imposible de predecir. Es un efecto que intuimos va a ser devastador para nuestro sistema de vida global y por supuesto va a ser aniquilador para los más débiles. Básicamente lo que siempre ocurre ante una recesión.
El mundo del arte visibilizado por la falsa apariencia del lujo y opulencia es sin duda alguna de una debilidad y precariedad asombrosa. Ni siquiera nuestros propios familiares y allegados, en tiempos vamos a llamarlos de normalidad, saben realmente como logramos sobrevivir los que somos afortunados. No comento esto como una queja, lo expongo como una característica.
Otra característica determinante de nuestra actividad es que no somos industria y esto provoca una confusión y desconocimiento de cómo suceden las cosas. Una industria suele hacer estudios de mercado, manufacturando una serie de productos que están bajo una demanda concreta. De este modo se ajusta la producción para obtener unos beneficios determinados. Existe una previsión y plan productivo para sacar un rendimiento económico. En el arte, salvo lo que pueda englobarse como trabajo por encargo, que pudiera ser menos de un uno por ciento de los casos, los artistas trabajamos sin saber realmente qué pasará con aquello que realizamos. Son autoproducciones que en su mayoría se quedarán en el estudio o, con más paradójica fortuna, depositadas en el almacén de una galería. Al igual que la “no utilidad” del arte es inherente a él, la practicidad económica suele ser inexistente.
Curiosamente, por otro lado, no siendo industria mantenemos parte de unas cuantas. Centrándonos sólo en producción de obra y visibilidad, tanto artistas como galeristas generan trabajo hacia las llamadas industrias, como pueden ser los transportes, ediciones, restauración, hostelería, oficios como electricistas, carpinteros, restauradores, prensa, traductores, materiales de todo tipo imaginable, pinturas, textil, alquileres, compañías de seguros, etc. Lo que se llama generar beneficio a otros sectores se nos da bien, eso que gusta tanto parlotear a los políticos cuando ese gasto no sale de su bolsillo.
Hace dos meses intentábamos evitar malhumorados las calles por las que pasaban los agricultores con sus tractores. Ahora todos nos damos cuenta de la importancia de su sencilla y básica actividad en el campo, son calificados como los héroes que nos dan de comer todos los días. Cuando pase todo, que pasará, volverán a ser olvidados e infravalorados y ellos lo saben. No tengo ninguna duda. Volveremos a ocuparnos de un montón de asuntos importantes dejando a un lado y menospreciando de nuevo lo imprescindible. Es justo aquí dónde deberíamos prestar toda nuestra atención como individuo y como sociedad y revisar nuestras conductas diarias. Tenemos la oportunidad de plantearnos en estos días dramáticos si, cuando esto acabe, dedicaremos más tiempo a lo imprescindible o a lo que nos dicen es importante.
“Las ARTES son la agricultura del pensamiento y la experiencia de lo humano. Un trabajo que por suerte o desgracia se convierte en la mayoría de los casos en un regalo a la sociedad. El arte es un acontecimiento que celebra lo humano común a todos nosotros.”
El arte, en estas semanas de confinamiento se consume masivamente en las redes, sobre todo porque la inmensa mayoría de las personas apenas tienen obras físicas en casa. Cuadros, esculturas, videotecas, discos o libros escasean en la mayoría de hogares. Estos nuevos consumidores de arte no lo hacen ya tanto como disfrute o reflexión, sino como vacuna para hacer soportable el vacío asfixiante que les genera la lentitud del tiempo y el miedo al que estamos sometidos. Estas series, cine, documentales, exposiciones virtuales o danza son los respiradores que nos mantienen vivos en nuestras casas privados de la libertad de movimiento. Pero no se preocupen, esto también se olvidará cuando todo pase.
Y como el olvido parece nuestro gran defecto y a la vez salvación, volveremos a salir a lo que quede en pie del escenario para reconstruirlo. Los directores de la mayoría de museos tendrán que hacer de nuevo malabares con los presupuestos para ofrecer una programación digna y sostenible. Los críticos, revistas de arte y comisarios seguirán escribiendo y organizando exposiciones, aunque muchas veces no se les pague por ello. Los galeristas volverán a intentar de nuevo la imposible tarea de vender lo suficiente para mantener una estructura de visibilidad, promoción y soporte económico para los artistas. Los coleccionistas, ese espécimen en extinción que habita en nuestro país y en el que siempre tenemos la esperanza de que sigan apoyando lo que hacemos, seguirán esperando como nosotros una ley de mecenazgo que valore su patrocinio. Y los artistas, pues haremos lo de siempre, intentar vivir lo más dignamente realizando un trabajo en el que creemos profundamente.
Las ARTES son la agricultura del pensamiento y la experiencia de lo humano. Un trabajo que por suerte o desgracia se convierte en la mayoría de los casos en un regalo a la sociedad. El arte es un acontecimiento que celebra lo humano común a todos nosotros. Un acto poético que construye una parte indispensable de lo que llamamos cultura, que define y sustenta un grupo social. El arte contiene y protege algo tan primigenio como ese sentimiento de unión y supervivencia que vivimos estos días, lo Humano. Un bien preciado que el Arte pone a nuestro servicio siempre que lo necesitamos.
Y por supuesto que soy positivo, tanto como antes.
Nico Munuera envía a Moisés Pérez de Albéniz, director de la galería MPA, la siguiente pregunta:
No sabemos qué pasará, ni tan siquiera cuándo nos podremos poner realmente a trabajar de una manera más normalizada, pero de algún modo, en este reinicio que se avecina, ¿piensas que podría ser el momento de implantar iniciativas realmente serias que pudieran hacer resurgir el arte de una manera eficaz?
Querido Nico,
Me alegra que me hagas esa pregunta, pero yo he venido aquí a hablar de mi libro. Es lo que ocurre normalmente, sobre todo en política: uno pregunta, y el otro contesta lo que quiere.
Bromas aparte, no pretendo que mi contestación sea una respuesta a todas tus preguntas (principalmente, porque no las tengo) pero me conformaría con abrir una posibilidad de futuro en estos momentos tan desafortunados.
Soy de la opinión de que todo lo bueno y lo malo que le ocurre al arte es culpa de todos los agentes culturales que formamos esta familia. Pasamos demasiado tiempo en generar conflictos de opinión entre nosotros, devaluando artísticamente lo que no es muchas veces de nuestra comprensión.
En un país tan pequeño como el nuestro no existe un criterio consensuado de por qué nuestros artistas no tienen el lugar que les corresponde en ámbitos nacionales y mucho menos internacionales. Nuestro mercado del arte nunca ha llegado a consolidarse. Nuestros coleccionistas no figuran en los principales rankings, no disponemos de una ley de mecenazgo que les ayude y, en definitiva, nos ayude a todos. Las enseñanzas de arte en colegios están más ligadas a las manualidades y artesanía, y en las universidades las asignaturas humanísticas y artísticas brillan por su ausencia.
Tenemos un sin fin de asignaturas pendientes que tratar, y si le sumamos una crisis como la del 2008 y la que estamos empezando a sufrir, no creo que el futuro inmediato sea muy halagüeño para nuestro ya delicado mundo del arte. No es mi deseo (a pesar de tener presente la Semana Santa) flagelarme y mucho menos flagelar a nadie. Es hora de aportar ideas, conocimiento, imaginación, etc. para poder dar soluciones a todo lo que preocupa a nuestro sector.
En el año 1929, coincidiendo con la Gran Depresión, el “Federal Art Project” (1935-1943) propuso un “New Deal” o nuevo pacto del Presidente Roosevelt, en el que defendía una mayor intervención del Estado, en tiempos de crisis, para reactivar la economía. El arte y la cultura no se quedaron fuera de estas políticas que afectaron a todos los sectores, sino todo lo contrario. Contribuyó a que la creación no se paralizase en estos momentos tan duros de crisis. Unos 5.000 artistas de aquellos años se sumaron a este plan que les ofrecía, entre otras cosas, 24 dólares semanales (unos 500 dólares de hoy) para que sus obras formasen parte de las colecciones de edificios públicos y oficiales de todo el país.
De este proyecto, se beneficiaron artistas como Mark Rothko, Jackson Pollock, Diego Rivera, Lee Krasner o Willem de Kooning. Artistas que todos y todas conocemos y que son piezas fundamentales en la Historia del Arte.
Mi galería no tiene el papel de resolver una crisis como la que estamos viviendo, ni el Estado a día de hoy ha aportado medidas suficientes para paliar las consecuencias de todo ello. No puedo dejar de señalar la importancia de que las instituciones competentes pongan de su parte y actúen con decisión a la hora de apoyar una industria cultural que en 2018 alcanzó cifras de casi 700.000 empleos, y ahora va a ver sus resultados muy mermados por esta crisis. Es hora de ser justos y solidarios.
Lo que sí tenemos es el espíritu de sobrellevar y minimizar en la medida de lo posible esta crisis, para que nuestros artistas sigan trabajando y nosotros podamos continuar nuestro recorrido, con energía, actitud e imaginación.
Siempre he buscado el diálogo con los artistas, visitando sus estudios, interesándome por sus comentarios, explicaciones y procesos creativos, y sobre todo ganándome su respeto, que para mi es la máxima aspiración de un galerista.
Moisés Pérez de Albéniz
Continuamos esta entrevista encadenada con la pregunta que Moisés Pérez de Albéniz lanzó a Maribel López, directora de ARCOmadrid:
¿Cuál es el presente y futuro de las ferias de arte tras la crisis del coronavirus?
La misión de las ferias de arte es conseguir el éxito para otros, y siempre ha sido nuestra responsabilidad repensar constantemente nuestro trabajo y analizar críticamente si lo que estamos haciendo es lo que mejor funciona para las galerías, los artistas, los profesionales y los coleccionistas. Este análisis ahora es imperativo, pero es un ejercicio al que estamos acostumbradas. A nivel funcional, prefiero esperar un poco y observar cómo va evolucionando nuestra nueva relacionalidad post pandémica para saber cuánto debemos alterar nuestra estructura de gestión del público. A nivel de ideas, estamos pensando ya en un escenario híbrido, que tendrá que tener en cuenta las posibilidades que ofrecen las herramientas digitales y vincularlas a nuestros contenidos.
Y de la directora de ARCO (que hace unos días comunicaba la decisión de ofrecer una edición online de ARCOLisboa) a la directora de La Casa Encendida, gran referente estos días en cuanto a contenidos digitales. Precisamente, la pregunta que Maribel López le hace a Lucía Casani es:
¿Es el espacio digital una oportunidad para crear nuevas audiencias para los centros de arte?
Sin duda el espacio digital nos abre un universo de conexiones que los centros de arte debemos aprovechar. La crisis actual hace que tengamos que replantearnos el sentido y la naturaleza de las instituciones culturales, que generemos nuevas formas de solidaridad y entendimiento, y afiancemos nuestras redes de apoyo y difusión.
Adaptarse a los cambios globales y anticiparse a las nuevas necesidades sociales y culturales es uno de los principales retos de La Casa Encendida. Es por eso que, desde el primer momento, consideramos que debíamos dar respuesta a este nuevo contexto, reaccionando rápido y ofreciendo, por un lado, un contenido atractivo y útil para nuestra audiencia y, por otro, desde nuestra responsabilidad como centro social y cultural, continuar colaborando con creadores, comisarios, programadores, trabajadores sociales, educadores y demás agentes que conforman nuestro ecosistema más cercano. Lo que empezó siendo una adaptación de los contenidos para dar respuesta a una realidad circunstancial, ha evolucionado en una programación específica para ser consumida de forma virtual que irá más allá del confinamiento. En apenas dos meses, se ha consolidado con la creación de La Casa On, la nueva plataforma digital de La Casa Encendida, y hemos visto como nuestra comunidad de usuarios se ha ampliado de manera considerable tanto en el contexto nacional como en el internacional, siendo especialmente relevante el incremento en el continente americano (un 35% de los usuarios procedentes de México, un 37,05% los de Chile, un 73,77% los de Colombia, 105,8% de Argentina, un 132% los usuarios procedentes de Estados Unidos y un 305% los de Perú, con entre 3000 y 7000 usuarios nuevos procedentes de cada país).
Probablemente haya una parte de este incremento que sea coyuntural, ya que debido al confinamiento global nunca tuvimos a tanta gente junta mirando a la pantalla a la vez. Y es probable que, al retomarse la actividad habitual, el tráfico de las actividades online sea menor y más complicado de seguir. Pero también es verdad que esta experiencia ha normalizado ciertas dinámicas, herramientas y formatos que, aunque ya estaban ahí, todavía no formaban parte de nuestros hábitos de consumo cultural. Recientemente hemos presentado en La Casa On, específicamente en nuestro canal de Instagram, la exposición “I fantasize a springtime and cry (Fantaseo una primavera y lloro)”, comisariada por Yaby (Beatriz Ortega Botas y Alberto Vallejo) y compuesta por el trabajo de 18 artistas locales e internacionales que ya desarrollaban sus prácticas artísticas en el aislamiento y utilizaban el mundo virtual para expandirse. Es muy probable que este tipo de experimentación con lo digital y la difusión online se enriquecerá después de estos meses de confinamiento ya que muchos artistas estarán en estos momentos en pleno proceso de creación de obras cuyo resultado veremos en el futuro. En cualquier caso, no creo que lo virtual anule lo físico. Esta crisis ha generalizado y normalizado que la gente consuma cultura a través de la pantalla, algo que ya venían haciendo las generaciones más jóvenes, pero no por eso dejaremos de ir a museos, a conciertos o al cine. Creo que la experiencia física, personal y de contacto directo con lo artístico va a seguir siendo fundamental e incluso más valorada que antes.
Lucía Casani remitió la última pregunta de esta entrevista encadenada en tiempo de confinamiento a Amelie Aranguren, responsable de programación artística del Centro de Acercamiento a lo Rural (CAR) en Campo Adentro.
Amelie, ¿crees que los centros de arte deberían volver a poner la mirada en lo local?
Entiendo lo local no tanto como un adverbio de lugar sino como una actitud, una forma de estar en la vida. Compromisos de convivencia con el planeta, los demás seres vivos y por supuesto las personas, basados en el respeto y en el cuidado. La aproximación puede ser física, sucede al alimentarnos consumiendo productos cercanos, o en un lugar como el CAR (Centro de Acercamiento a lo Rural) a través de la escucha de nuestros vecinos y vecinas. Pero lo local es también la afinidad de ideas, estén donde estén, poder acercarnos a ellas, compartirlas e incorporarlas. Lo local, denostado en la euforia de la globalización, no debe ser una reducción , un límite a lo universal , sino al contrario, el lugar donde precisamente atendemos y cultivamos cuidados, apertura y generosidad.
Muchas gracias a todos los participantes por haber estado estos días un poco más cerca de todos nosotros.