NOMBRE: Elisa
APELLIDOS: Terroba
LUGAR DE NACIMIENTO: Arriate, Málaga
FECHA DE NACIMIENTO: 1986
PROFESIÓN: Artista, gestora cultural y comisaria
Han pasado por esta sección artistas y comisarios o gestores culturales, pero pocos Fichados han compaginado ambas facetas. Ese es el caso de Elisa Terroba, quien, al margen de su labor creativa, fue responsable y comisaria del Extendido Festival de Arte Emergente Ciudad de Cuenca en 2012-2014 y también codirigió y comisarió, en 2015, el proyecto “DEGENERO” en la Fundación Antonio Saura: Durante mis años en Cuenca fundé junto a otros compañeros el colectivo PisoPasillo, a través del cual organizamos exposiciones y actividades culturales en la ciudad. Esto creó un movimiento artístico muy interesante. La actividad del colectivo cesó en 2012, con Extendido. Mi interés por la gestión artística tiene que ver con dinamizar, hacer que se generen vínculos y sinergias de las que nos podamos beneficiar tanto de modo colectivo como a título individual.
Licenciada en Bellas Artes por la Facultad de Cuenca, de la que más de una vez hemos hablado, y Máster en Arte Contemporáneo. Creación e Investigación por la Universidad de Vigo, ha presentado muestras individuales en la Fundación Antonio Pérez y en el Espacio Lamosa, también en Cuenca, así como en la madrileña Galería La Zúa, y sus colectivas le han llevado, desde hace cerca de una década, al Centro Cultural Español de México D.F., la Galería Rina Bouwen y de nuevo La Zúa y su sucesora Theredoom, el Museo de Pontevedra, La Gran, La Panera de Lleida, el Museo de Cuenca, la Galería Fernando Pradilla, Ivorypress o el Museo Barjola. También ha participado en citas como Librarte, MASQUELIBROS, Room Art Fair, JustMad, Cuarto Público, ESTAMPA, Incubarte o el Festival Internacional de Nuevas Tecnologías Monitor Digital de Guadalajara (México).
En 2011 ganó el Certamen de Artes Plásticas Fernando Zóbel y en 2012 obtuvo el primer premio en el Certamen MASQUELIBROS de la primera edición de esa feria, y también el Premio Casa de Velázquez-ESTAMPA, dotado con una residencia de tres meses en la sede de la Académie de France en Madrid.
Habréis notado ya que los libros son el punto de partida de buena parte de su trabajo: Terroba explora su lenguaje para deconstruirlo, hacerlo suyo y generar formas cambiantes y discursos propios a partir de sus estructuras, llamando nuestra atención sobre la actual convivencia de sus páginas con las tecnologías digitales y las tensiones y posibilidades que esta implica. La artista se suma esta semana a nuestros Fichados porque nos interesa cómo, en sus proyectos a veces objetuales y otras propiamente digitales, revela las múltiples variaciones que pueden originar los textos iniciales de esas publicaciones para contarnos relatos muy distintos a los de sus argumentos primeros, a menudo en forma de poesía visual.
También nos atraen las redes de referencias que maneja, hilvanando las vanguardias con la creación digital más reciente, y las muchas reflexiones que su producción puede plantear en torno a nuestra consideración del libro como objeto hoy día: si aún conserva magia y cierto carácter totémico o si aquella lírica se ha perdido para la mayoría.
Como a cada uno de nuestros Fichados, hemos preguntado a Elisa por sus inicios; no los sitúa en una fecha concreta pero sí sabe que comenzar a creer en “la necesidad del arte” lo cambió todo: No puedo establecer cuándo comienzo a trabajar o desarrollar una carrera como artista, porque siempre he pintado (aunque hace años que no pinto), he manipulado y creado artefactos. No sé dilucidar en qué momento pasé de hacer juguetes de lata y madera con mi abuelo a hacer exposiciones de pintura en bares de pueblo, a exponer en galerías, museos y crear interés en coleccionistas.
Aunque he de decir que sin saber situar el momento, hay un punto de inflexión en el que decido trabajar en mi creación artística con exclusividad.
Tras la aparente inutilidad del arte, yo creo firmemente en lo imprescindible que es. Entiendo el arte como el constructor de los imaginarios sociales (para que un científico sueñe con la Luna, un artista ha creado los imaginarios que conducen a ese sueño, o de igual modo los artistas han creado los imaginarios que producen que un niño sueñe con unicornios). Además, el arte es una poderosa herramienta de cuestionamiento del mundo, que a veces sirve para remediar, canalizar o simplemente para señalar problemas. Por eso soy artista.
Como avanzábamos al principio, el asunto dominante en la producción de esta autora malagueña es la fricción que hoy se establece entre el mundo previo a Internet y el de la red derivado, tomando el libro como centro a la hora de estudiar cómo el universo digital viene transformándonos, como lectores, como sujetos de memoria y, en general, como personas: nuestros modos de razonar, de comprender el mundo y de relacionarnos entre nosotros. Nos lo explica: El tema central en mi trabajo es cómo la era digital está en colisión con la era analógica y cómo esta relación que se establece entre ellas nos modifica. Lo interesante es analizar los infinitos asteroides que salen de esta colisión. Mi trabajo está enfocado en el libro porque me parece una de las máquinas más poderosas que ha creado el ser humano, y en el lenguaje, porque es una parte fundamental de lo que somos. En general, todo mi trabajo es una gran investigación en torno al libro como soporte de la memoria del ser humano sobre y cómo estamos asistiendo a un cambio de paradigma.
Evidentemente hay muchos temas que me interesan y desarrollo de forma intrínseca, como la propia interpretación y la lectura de la obra artística, pues mi trabajo está cargado de referencias a la historia del arte y la propia literatura, una especie de fagocitación creativa.
Sus referencias en el camino, variadas, las toma por supuesto del universo textual que nos rodea, desde múltiples canales, y también de artistas que han trabajado con la palabra o de modos de crear de sus cercanos: Siempre he pensado que la decoración epigráfica árabe es algo que se introdujo en mí y es una influencia casi inconsciente, primaria. Aparte de esto, la gran cantidad de imágenes, textos y datos que consumimos de modo visual me acaba por producir un ruido, una interferencia. Y esa interferencia es una potente influencia, más que nada en concreto. Aunque siempre reviso el trabajo de los letristas y los conceptuales. Y me apasiona toda la poesía visual, desde José Luis Castillejo o Joan Brossa, al meme o gif más contemporáneos que corren por la red. Esa capacidad de reproducir ideas complejas en algo simple, casi nimio, me interesa mucho. Pensando en artistas que están en activo, soy muy fan del trabajo de Maskull Lasserre, Ryoji Ikeda, Zimoun o Jaime Narváez. Y es ineludible la influencia de la propia literatura, sobre todo de la metaliteratura.
Pero, en realidad, las influencias directas salen de amigas (Clara Molinicos o Jesús Massó). Tal vez no se trate tanto de influencia de sus trabajos, sino de metodologías, de reflexiones conjuntas y del feedback que se establece.
Su producción cobra forma de escultura, a veces de tapiz. Es difícil adscribir su obra a técnicas concretas, pero los libros son siempre el punto de partida: Mi técnica es romper libros. En realidad yo siempre digo que deconstruyo libros con un concepto cercano al planteamiento arquitectónico del deconstructivismo, con la idea implícita de desarticular, dislocar y desdibujar la forma u objeto inicial sin renunciar a ella, para ampliar sus propios límites. Pero sí, en realidad rompo libros.
En cuanto a los formatos, no tengo predilección por ninguno en concreto. Es cierto que, por una cuestión de practicidad, mis obras suelen ser pequeñas; las obras en gran formato de papel son complicadas de manipular, transportar, conservar, etc. Pero hago tanto obras puramente escultóricas, como bidimensionales. En este último caso se incluirían las series de tapices que estoy desarrollando. También hago piezas procesuales, como el trabajo que le planteé en su día a Javier Díaz Guardiola para el Proyecto ABC Cultural, y otras que ni siquiera registro, pues son procesos reflexivos y creo que el mundo en general ya está bastante sobredocumentado. Por otro lado, me adentro en obras digitales en una línea audiovisual, y en obras en formato de edición de libro tradicional o más cercano a la idea de libro de artista, donde lo podemos desplegar, tocar y consultar, para abarcar la obra.
En su acabado técnico, los proyectos de Elisa destacan por su pulcritud y por ecos del diseño industrial en lo que tiene que ver con su lenguaje plástico. Para La Gran, explicaba la artista que la mitad de su proceso de trabajo lo dedica a construir herramientas propias y a buscar la mejor resolución técnica para la idea que quiero llevar a cabo.
A la hora de citar los principales trabajos que ha llevado a cabo hasta ahora, comienza Elisa por Wikipedia (2013): En esta obra incido en el viejo diccionario enciclopédico Lexis 22 hasta dejar grabada la palabra wikipedia, creando un aforismo que nos coloca frente a las nuevas prótesis del ser humano, las máquinas en las que disponemos la información del mundo que nos rodea. Esta obra es una interfaz que evidencia el desplazamiento del contenedor analógico al digital.
Antes consultábamos un diccionario enciclopédico o cualquier enciclopedia y ahora recurrimos a Wikipedia. La imprenta supuso una revolución porque generó la democratización del conocimiento, ahora le toca a internet y su mejor ejemplo es el proyecto Wikipedia, la enciclopedia libre que todos pueden editar. El conocimiento del mundo se encuentra en Internet, y acceder a Internet es relativamente fácil. Hoy día cualquier usuario puede publicar artículos, estudios, fotografías, vídeos, relatos, etc., sobre lo que le interese y compartirlo. Si esto lo multiplicamos por millones de usuarios, obtenemos una cantidad de fuentes inabarcable de conocimiento en distintos ámbitos, tanto del conocimiento tangible del mundo como de los crecientes imaginarios de la humanidad.
En 1984 (2010-2018), como imagináis, trabajó a partir del texto de Orwell, aunando su interés por las fronteras entre lo analógico y lo digital con su atención a la literatura, en este caso casi visionaria. O sin casi: 1984 es seguramente una de mis obras donde con más concreción se pueden encontrar los intereses que me mueven a la hora de trabajar. Aúna mi atracción por la literatura, la tecnología, la brecha digital, el propio libro como elemento trascendental. Como todos conocemos, 1984 es una pieza fundamental de la literatura, una ficción distópica que, más que una novela, podríamos decir que ha sido una premonición. Vivimos sin escapar a la incursión de la era digital y esto nos ha llevado a un modelo de videovigilancia constante. Esa intromisión de las cámaras y la resignificación del libro son los puntos que me llevaron a crear la pieza.
Y termina Terroba hablándonos de su último proyecto, los mencionados Tapices, en los que su indagación en lo que es hoy un libro la ha trasladado al plano bidimensional. Y, por supuesto, la ha enlazado a vivas tradiciones y a un pasado propio y colectivo: Tapices es una serie en la que, con la totalidad de un libro, realizo un tejido.
En la nueva configuración del libro busco no solo la ruptura de su forma, sino de su tiempo. Se trata de captar todo un libro en un solo espacio-tiempo, en un golpe de vista. Cada pieza es una imagen que recuerda a todo ese ruido de la red, al consumo indiscriminado de imágenes, miles de millones de imágenes que vemos y no retenemos. Para mí es interesante cómo se mezcla algo de apariencia artesanal con algo que parecen píxeles, que podría ser una imagen digital y, sin embargo, cuando te acercas a observar aprecias que tiene esa textura propia de una urdimbre. Los tapices son tejidos hermanados con la trama del texto y a su vez con la idea de pintura y dibujo, ya que me los planteo como tal, pero el material con el que pinto o dibujo son los fragmentos del libro.
Todas las piezas dentro de esta serie tienen una historia ligada a la tradición, al trabajo hecho a mano, a mis propios recuerdos de infancia escuchando la máquina de coser de mi madre, y desde luego a los imaginarios de la feminidad.
Los transmutados libros de Elisa nos recuerdan el carácter a la vez único y abierto a múltiples posibilidades de la tactilidad del papel y su extraordinaria capacidad de archivar saberes y recuerdos pese a su fragilidad material y la irrupción de múltiples dispositivos nuevos. Nos hemos referido a tres, pero del conjunto de proyectos de nuestra fichada podéis saber más aquí.
Le hemos preguntado qué será lo próximo: Ahora mismo sigo trabajando en la serie Tapices, pero lo que tengo que destacar es el proyecto Piedras: una pieza que acabo de retomar, espero que en unos meses la podáis ver. La inicié hace años, incluso se comenzó a comercializar a modo de edición, pero la tuve que interrumpir. Es una idea simple y poética: a partir de los libros de la Colección RTV, biblioteca básica Salvat, de los años 70 (una colección reconocible por muchísima gente, libros comunes que hay en cualquier hogar) creo piedras, en busca de la idea de sedimento cultural, generando un montón de ellas. Con un montón quiero decir una pequeña montaña, alrededor de un metro cuadrado.
Este conjunto de piedras jugará la apariencia de una biblioteca personal devastada y desgastada por el mar digital. Los libros en esta obra pierden la capacidad de ser leídos en los términos comunes, pero cada piedra tiene la virtud transmisora en sus cualidades táctiles, tridimensionales. Es un proyecto básico, primitivo, es una piedra al fin y al cabo, pero se aprecia que ha sido libro, por lo que partimos de la noción de que contiene información en sus páginas, de que es parte de nuestra cultura.
Estaremos atentos, y también seguiremos sus pasos en las próximas exposiciones que programe La Gran, que acaba de abrir sede en Carabanchel (C/ Nicolás Morales 38, 1º Madrid), y en su participación en próximas ferias. Para saber más, pasad por su web: https://elisaterroba.com.