NOMBRE: Elisa
APELLIDOS: Insua
LUGAR DE NACIMIENTO: Buenos Aires
FECHA DE NACIMIENTO: 1990
PROFESIÓN: Artista
Si alguna vez os habéis acercado a obras de arte elaboradas con objetos desechados, con materiales encontrados, es probable que hayáis pensado que es posible apreciar en ellas algún pálpito, el de aquello que contiene historias, las huellas personales de las que carece lo nuevo. Esa es una de las razones por las que trabaja con ellos nuestra última fichada, la artista argentina Elisa Insua.
Licenciada en Economía y Administración, estudios que tienen más que ver, conceptualmente, con su producción de lo que podríamos pensar, ha presentado en los últimos años muestras individuales en espacios como la Usina del Arte de Buenos Aires, Materials for the Arts (Nueva York) o la sala madrileña APPA y también ha participado en colectivas en el Museo de Arte Contemporáneo del Sur, el Museo Sívori y María Casado HG (Buenos Aires), el Musée des Beaux-Arts de Mons, en Bélgica y Cerquone Projects (Madrid).
Asimismo, ha desarrollado residencias en Estados Unidos, como las del Vermont Studio Center (2016) o el citado Materials for the Arts (2021) y hemos podido encontrarla en citas como ArteBa (2015, 2016 y 2017), Hybrid Art Fair (2018), The Other Art Fair (2018), Scope y Pinta (2020) o Zona Maco (2022).
Se incorpora Insua a esta sección porque queremos saber más de su tratamiento de esos materiales descartados como metáfora de modos de vida que, al menos hasta las convulsiones de los últimos años, implicaban la práctica constante del usar y tirar y la saturación visual e informativa (ruido en definitiva, en un sentido físico y mental); también de sus referencias a la filosofía de la economía que ese modo de vivir y gastar implica. Descubriremos, igualmente, la relación entre estos temas y el desempeño formal de sus trabajos, en los que encontraremos alusiones a la ampulosidad barroca o a la querencia pop por lo objetual.
Empezamos, como siempre, preguntándole por sus inicios, y los sitúa la artista en la adolescencia: Comencé mi práctica artística de forma autodidacta a los dieciséis años y, paulatinamente, fui fusionándola con conceptos relacionados con la economía y el consumo. En los años siguientes realicé clínicas y talleres con Fabiana Barreda, Diego Bianchi y Ernesto Ballesteros y Miguel Harte.
Nuestro afán por consumir y también por enseñar nuestras posesiones son el eje de buena parte de sus trabajos; ella ha buceado en las causas de ese comportamiento y en las consecuencias, en el medio ambiente y como sociedad. Su empleo de determinados materiales y colores está del todo ligado a esas inquietudes (su estética, por tanto, forma parte del mensaje) y llega a equiparar nuestra tendencia a acumular con una norma religiosa, por su carácter atemporal o intrínsecamente humano: Las ciencias económicas se basan en una serie de principios; uno de ellos establece que, para cualquier individuo dado, “cuanto más, mejor”. Mi obra intenta llevar este axioma al límite del exceso y la abundancia con el objetivo de tensarlo, cuestionarlo e incluso desafiarlo.
Habla del deseo, de la opulencia, de la ostentación y del lujo. Me valgo del concepto del “hedonic treadmill” (la tendencia del ser humano de volver a un nivel relativamente estable de felicidad a pesar de incrementos en riqueza o de la consecución de grandes logros), así como del clásico mito del rey Midas. El ascenso social, el sueño americano, la desigualdad económica, el consumismo irresponsable, la degradación medioambiental y la implosión del sistema capitalista son algunos de los elementos recurrentes en mi trabajo.
El oro (tanto el elemento como el color) es un componente persistente en mis piezas, tanto en relación a lo sagrado como a lo profano. Así, estas dos categorías se unen, se contraponen y se entretejen. Lo profano se sacraliza y lo sagrado se profana. El enriquecimiento y la acumulación aparecen como mandatos religiosos, mientras que los dioses se reducen a meros commodities. Aparece la ambición como motor vital pero también como pecado fatal.
Visualmente, estos trabajos se contraponen a la estética fría del minimalismo conceptual. Intentan esconder un nuevo mensaje dentro del lenguaje visual de lo conocido y lo atractivo, de lo fácilmente agradable, para que nos cuestionemos por qué nos gusta lo que nos gusta y cómo se construyen nuestros deseos, equiparando al ser humano con un pez que ve algo brillante y muerde el anzuelo o con un cascarudo que vuela hacia la luz ignorando que se dirige a su propia destrucción.
Al fin y al cabo, a través de mi obra busco echar luz sobre cómo el dinero, una fuerza abstracta e invisible, constante y silenciosamente afecta nuestro comportamiento, como si fuese la fuerza de la gravedad.
A través de mi obra busco arrojar luz sobre cómo el dinero, una fuerza abstracta e invisible, constante y silenciosamente afecta nuestro comportamiento, como si fuese la fuerza de la gravedad.
Como avanzábamos, se vale Insua habitualmente de materiales ya usados, con ellos compone piezas en técnicas y formatos diversos que, en último término, como sus mismos componentes, hablan de nuestras esencias a partir de la basura que generamos: Trabajo principalmente con materiales de descarte (plásticos o metales), realizando a partir de ellos esculturas, instalaciones y ensamblajes o mosaicos. Estos materiales son donaciones de personas y empresas que juntan y separan este tipo de desechos para que yo los use. También hago incursiones breves en el mundo de la pintura, el dibujo y ahora las esculturas digitales en realidad aumentada.
Los materiales con los que trabajo son un claro reflejo de los temas que me interesa abordar en mis obras: las cantidades monumentales de desechos dan mucha información acerca de nuestros deseos, nuestros hábitos de consumo, el universo publicitario, el panorama industrial actual y las reglas económicas que rigen nuestro comportamiento. De alguna manera, a partir de nuestros desechos, busco explorar la idea del retrato colectivo.
Entre las principales propuestas que ha desarrollado hasta la fecha, cita Elisa dos que ha presentado en Buenos Aires (Vanitas Virtual y Arqueología del Deseo) y una que pudo verse en Nueva York (Exclusiva Exclusión). En las tres podemos apreciar cómo la acumulación o el estudio de nuestra proyección al exterior pueden ser caminos para hablar de vacíos no pequeños: En 2019 realicé mi exposición mas grande hasta el momento, titulada “Vanitas Virtual”, en la Usina del Arte (Buenos Aires, Argentina). La muestra reunía una serie de dieciséis piezas de gran formato que invitaban a reflexionar sobre el concepto de vanidad en la era de las redes sociales y sobre la relación entre la búsqueda de la notoriedad y la abundancia económica. Jugaba con las dos acepciones de la palabra ‘vanidad’: aquella que remite al afán de ser admirado se vincula con la que se refiere a la vacuidad e insignificancia. ¿Qué tan problemática es esta relación? ¿Cuáles son los nuevos paradigmas de fama y cómo se relacionan con el mundo económico? ¿Qué implicancias tiene el desdoblamiento de la personalidad en un “yo físico” y un “yo virtual”? La exposición fue curada por un comisario sevillano, Juan José Aguilar Orellana.
Otro gran proyecto fue en 2021, cuando realicé mi primera obra para un espacio público. Titulada Arqueología del Deseo, esta instalación de cinco metros de ancho y tres metros de alto fue inaugurada en la Noche de los Museos de la Ciudad de Buenos Aires. Se inauguró en frente del Museo Perlotti y luego quedó emplazada durante la semana del arte en el Museo Sívori. Tomó su morfología de las estructuras metálicas que contienen los carteles publicitarios en las rutas argentinas. Las varillas que conforman esta estructura tenían enhebrados todo tipo de envases vacíos y objetos plásticos de descarte.
En el plano más evidente, este trabajo es una reflexión acerca de la naturaleza y el origen de nuestros deseos y el rol de la publicidad en moldear dichos anhelos. La obra muestra, de manera muy explícita, cómo el deseo consumado queda reemplazado rápidamente por el deseo siguiente, en una eterna rueda hedonista. En un plano más metafísico, también es una reflexión acerca de la dicotomía entre materia y vacío. Aquí la estructura está vacía, no contiene publicidad, o está publicitando envases vacíos cuyos productos vienen a llenar el vacío existencial del público. Pareciera que, por un lado, asignamos un gran valor a la materia: las sociedades tardo-capitalistas occidentales se consideran materialistas y acumuladoras. Sin embargo, ante la abrumadora cantidad de artefactos, prendas de ropa, objetos y dispositivos que se desechan diariamente ¿no pareciera que, en realidad, el valor que le asignamos a la materia es minúsculo? Según el modelo atómico mas aceptado hoy en día por la comunidad científica, del total del volumen de un átomo lo que está ocupado por masa es muy pequeño. En otras palabras, el ratio de masa sobre volumen es extremadamente pequeño. ¿Podríamos decir, entonces, que lo que generalmente consideramos materia maciza y firme (una silla de madera o un puente de piedra) es en realidad prácticamente espacio vacío? ¿Es el materialismo una enérgica oda al vacío?
Por último, el tercer proyecto que me gustaría destacar corresponde también al año 2021 y fue realizado en Nueva York. Fui becada por la organización Materials for the Arts para realizar allí una residencia de cuatro meses, que culminó con una exposición titulada “El Camino de la Menor Resistencia”. En esta muestra, la pieza destacada fue una gran instalación de seis metros de ancho que consistía en un enorme alambrado dorado, realizado íntegramente con objetos metálicos dorados de descarte (collares, aros, pulseras, medallas, dijes, llaveros, etc). El título de la instalación era Exclusiva Exclusión y hablaba de desigualdad (no solo entre clases sociales, sino entre naciones y continentes), entre otras cuestiones más políticas como el tema de las migraciones humanas en el siglo XXI.
Hemos querido saber también qué será lo próximo; sus nuevos proyectos la llevan a Italia, Reino Unido y también (estos días) a nuestro país y evidencian un cada vez mayor peso de lo digital en su trayectoria: Desde el 21 de abril hasta el 27 de noviembre estaré exponiendo una obra en Venecia (en el Palazzo Mora, que es parte del European Cultural Centre – Strada Nova, 3659, Venezia, Italia). Se trata de una pieza de gran formato (170 x 170 cm) que consiste en un enorme código QR realizado a partir de materiales de descarte. Este código podrá ser escaneado por el público y formará parte de un proyecto de conservación ecológica en la Patagonia Argentina, a cargo de la fundación Rewilding Argentina. A su vez, la obra será subastada hacia fines de abril y los fondos también serán destinados a este proyecto de conservación.
Por otro lado, en mayo estaré lanzando mi primera serie de esculturas digitales, que fueron realizadas en colaboración con el estudio de artes electrónicas Strata, que está radicado en Tokyo. Realizaremos ese lanzamiento en varias ciudades del mundo, empezando en Londres. Estas esculturas digitales son recreaciones de las viviendas privadas mas caras del mundo, reinterpretadas en clave Hansel y Gretel. Están íntegramente recubiertas de golosinas de todo tipo y de este modo buscan reflexionar acerca de la creciente desigualdad económica entre clases sociales y de la elusiva promesa de felicidad que encarna el sueño americano.
También estoy participando de una exposición colectiva en Madrid, que puede visitarse hasta el viernes 25 de marzo, en el espacio Primavera 9 (Lavapiés), donde estoy presentando una escultura y una pieza metálica de pared.
Por último, estoy trabajando en una serie de obras en formato collage de objetos plásticos. La serie se titula “Paisaje Industrial” y consiste en imágenes más sintéticas y abstractas inspiradas en gráficos de información macroeconómica. Posiblemente se expongan en junio en Ciudad de México, aunque aún no está confirmada la muestra.
Permaneceremos atentos; podéis saber más del trabajo de Elisa aquí: www.elisainsua.com