El rebobinador

El Descendimiento de Rubens y la verdad universal del Laocoonte

Son varios los maestros presentes en la Catedral de Amberes, la más importante de Bélgica, pero ninguna obra logra epatar en este templo a la que es, a su vez, una de las composiciones maestras de Rubens: el Descendimiento de la cruz (1611-1614). Consta de tres paneles, que superan los cuatro metros de altura y que contienen relatos distintos, destacando el muy ingeniosamente estructurado del centro, en el que un abultado grupo de figuras baja el cuerpo de Cristo de la cruz al anochecer; entretanto, el panel izquierdo alberga la Visitación -el encuentro de la Virgen, embarazada, con su prima Isabel, que también espera un hijo-, y el de la derecha se centra en la presentación de Cristo, recién nacido, al sacerdote en el templo. Es decir, las composiciones laterales ofrecen escenas, enmarcadas ambas en arquitecturas clásicas, relativas al comienzo de la vida de Jesús, mientras que el panel central se ocupa de su desenlace.

En un día corriente, sin embargo, quienes visitaban la Catedral encontraban el tríptico cerrado; en sus puertas contemplaban entonces a san Cristóbal llevando a Cristo niño a la otra orilla de un río, asunto basado en una leyenda medieval. Su presencia aquí se debe a que este santo era el patrón de los arcabuceros, que encargaron a Rubens este retablo, pero en realidad no fue del todo pacífica: se tenían (y se tienen) dudas sobre la veracidad histórica de san Cristóbal y la Iglesia intentó poner fin a su culto. El pintor resolvió el posible conflicto situándolo en estos paneles externos, que eran menos prestigiosos; en cualquier caso, dotó a la figura del portador de Jesús de la fuerza y el atractivo del Hércules clásico.

Rubens. Puertas exteriores del retablo del Descendimiento de la Cruz, 1611-1614. Catedral de Amberes
Rubens. Puertas exteriores del retablo del Descendimiento de la Cruz, 1611-1614. Catedral de Amberes

Cristóbal, cuyo nombre griego (Cristoforo) significa “el que lleva a Cristo”, es en realidad el vínculo entre todas las escenas de este retablo: aparentemente sus historias no guardan relación más allá de la presencia de Jesús, pero en todas ellas alguien lo porta. En el panel izquierdo, es la Virgen en su vientre; en el derecho, el sumo sacerdote; en el central, es Juan, discípulo amado de Cristo, el encargado de hacerlo descender (viste, como es habitual, una capa de rojo escarlata, color de la pasión).

Al margen de las figuras bíblicas, alguna más puede ser identificada: Nicolaas Rockos, uno de los espectadores en la escena de la presentación en el templo (a la izquierda del sacerdote), era burgomaestre de la ciudad de Amberes, maestre de la compañía mencionada de arcabuceros y amigo personal de Rubens; también el responsable de realizar este encargo, que en aquel momento relativamente temprano de su trayectoria ayudó al artista a hacerse un nombre. Podemos entender este retrato de perfil, por tanto, como una manifestación de gratitud.

Rubens, Retablo del Descendimiento de la Cruz, 1611.1614. Catedral de Amberes
Rubens, Retablo del Descendimiento de la Cruz, 1611.1614. Catedral de Amberes

En cuanto a la poderosísima escena central, cuya composición conduce nuestra mirada en diagonal de la esquina inferior izquierda a la superior derecha, destaca por las tonalidades divergentes en la piel de Cristo y su madre y la del resto de los presentes que participan en el Descendimiento. María Magdalena y María Cleofás, familia de la Virgen, están arrodilladas a los pies de la cruz, mientras que ésta se halla de pie, pero tanto su tez como su postura revelan su desgarro. El que no esté arrodillada o desmayada, como en otras pinturas del mismo tema, se debería seguramente a las directrices recibidas por Rubens; en la Contrarreforma se esperaba de los pintores que no se despegaran de la fidelidad al texto bíblico (a diferencia de sus predecesores). Y el evangelio de san Juan (19,35) señala que María se encontraba de pie junto a la cruz.

Ocho figuras, dispuestas en altura en grupos de dos, se arremolinan en esta tabla central en torno al cuerpo imponente de Jesús, que inevitablemente recuerda en su postura y contundencia a Laocoonte, pleno de movimiento y patetismo; es sabido que Rubens, de formación italiana, era gran admirador de la escultura grecorromana y que, como antes Miguel Ángel, supo extraer de las antiguas historias (míticas o bíblicas) verdades universales que trascendían las divisiones estrictas entre lo sagrado y lo profano. En este caso, la muerte del sacerdote troyano se emparenta con la Pasión de Cristo a partir del desbordamiento, la abundancia y el dinamismo. En Rubens, el drama consiste más en el movimiento y la actitud que en la expresión del rostro; éste es uno de sus trabajos, pese a su fecha prematura, más grandiosamente barrocos e inflamados.

Rubens, Retablo del Descendimiento de la Cruz, 1611.1614. Catedral de Amberes
Rubens, Retablo del Descendimiento de la Cruz, 1611.1614. Catedral de Amberes
Laocoonte, 40-30 a.C. Museos Vaticanos
Laocoonte, 40-30 a.C. Museos Vaticanos

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Patrick de Rynck. Cómo leer la pintura. Electa, 2005

Gilles Néret. Rubens. Taschen, 2004

 

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