El rebobinador

Christian Boltanski: hacer de la memoria un monumento

Monumento es una de las series de obras más célebres de Christian Boltanski, expuesta y dispersa en las colecciones de museos de todo el mundo. Su origen se encuentra en una fotografía escolar del propio artista, nacido en 1944: aparece con siete años, junto a compañeros de clase, serios, formales y en fila, de los que apenas recuerda los nombres. En sus palabras: Diría que han desaparecido de mi memoria; que este periodo está muerto, ya que hoy estos niños deben ser adultos de los que no sé nada. Por esa razón sentí la necesidad de rendir homenaje a estos “muertos”, que, en la imagen, se parecen entre sí como si fuesen cadáveres.

Se trata de una instalación que ha de mostrarse en espacios en penumbra: contiene imágenes individuales de algunos de aquellos compañeros, enmarcadas con hierro blanco e iluminadas con bombillas. Se apoyan esos retratos, en piezas como la del Musée des Beaux Arts de Nantes, sobre una estructura reticular de otros marcos que contienen papeles de Navidad en tonos metálicos (rojo, dorado), que el propio Boltanski fotografió y que dispuso a lo largo del muro dando lugar a configuraciones geométricas abstractas, ocasionalmente simétricas. Aquel orden riguroso sólo lo rompe, y esto sí es común a la mayoría de estas creaciones, un cable libre y enmarañado delante del conjunto.

Christian Boltanski. Monument/Odessa, 1990. High Museum of Art, Atlanta
Christian Boltanski. Monument/Odessa, 1990. High Museum of Art, Atlanta

Éste es uno de los trabajos de Boltanski que da cuenta de su obsesión por lo biográfico: su producción se clasifica normalmente en la experimentación antiartística de los años sesenta y setenta que pretendía echar por tierra códigos y géneros; de hecho, su primera exhibición individual tuvo lugar en el convulso 1968, se llamaba “La vida imposible de Christian Boltanski” y estuvo compuesta por grandes cajas, peleles y films.

Especialmente en su primera etapa, sus creaciones estuvieron marcadas por sus propios estados emocionales, el uso de objetos personales y el recuerdo de sus gestos infantiles; se valió también de fotos propias, de amigos y parientes, para construir una suerte de falaz biografía suya a base de pruebas falsas y relatos seductores, ocultando su rostro tras el de un clown. Los resultados eran tragicómicos.

En realidad, es más preciso decir que a Boltanski no le importa tanto su propio material biográfico como la posibilidad de reconstruirlo. El eje de su carrera son la memoria y la muerte, y los recrea utilizando materiales como ropas, estantes, vitrinas o luces. Como en el caso de otros autores de su generación, entre sus intereses se encuentra la etnografía, y visitó muy pronto el Museo del Hombre, aficionándose a sus vitrinas con objetos cotidianos de esquimales o de los moradores del Amazonas, ya inútiles para casi todos. Según este artista parisino, daban al museo el aire de un gran depósito de cadáveres y serían el punto de partida de proyectos como su Almacén. Detective (1988).

Christian Boltanski. Almacén. Detective, 1988.
Christian Boltanski. Almacén. Detective, 1988

De todos los materiales de los que suele valerse, su preferido son las fotografías, sobre todo las de personas anónimas tomadas por aficionados o de la prensa. Se trata de un medio en el que el sujeto se vuelve objeto y en el que, por esa razón, se produce una microexperiencia de la muerte, como ya apuntó Roland Barthes. Más que enseñarnos algo, remiten a nuestro pasado.

El francés suele refotografiar las imágenes ajenas, que toman así una apariencia entre lo grandioso y lo difuso que contradice su carácter irrefutable. La instalación que las acompaña y la luz dorada en torno a los rostros refuerza esa impresión y su tono elegíaco, espectral.

Con composiciones como Monumento, y otras parecidas basadas en imágenes de niños de su generación, Boltanski parece querer apropiarse de una infancia normal, la que se negó antes a muchachos como él, de orígenes judíos (que se ocultó a sí mismo y a otros durante años, en un episodio luego sometido a amnesia en el contexto francés). Como dijimos, él nació en París en los últimos compases de la II Guerra Mundial, en el seno de una familia que llevaba una vida semisecreta: su padre era un médico de ascendencia rusa y judía y su madre una escritora cristiana; en esta última fe fue educado el autor. Aunque no creyó después en una religión u otra, esas culturas, y la ortodoxa, se entremezclan en su producción, particularmente en piezas como Teatro de sombras, determinada por el peso de lo sagrado, que evoca el ambiente eclesial y tiene un aire de monumento funerario.

Sugiere la herida abierta en su familia, el Holocausto -como si en vez de compañeros de clase, estos niños fueran víctimas de los campos-, mientras que su disposición simétrica recuerda la ordenación de un altar y la iluminación teatral de las bombillas puede aludir a los candeleros empleados en el rito judío de las luces (también a los cirios y oros de los iconos bizantinos).

Christian Boltanski. Teatro de sombras, 1984
Christian Boltanski. Teatro de sombras, 1984

El afán de Christian Boltanski por reconstituir la memoria de los individuos a base de recuperar y retocar fotos vendría a marcar un contraste evidente con la Gran Historia, la narrada en los manuales; para el francés, la pequeña memoria es lo que nos diferencia a unos y otros, más que la grande. A un tiempo, otros recursos (la serialidad, la repetición de la bombilla en cada imagen, la red de cables desplegada con descuido que podría banalizar las piezas) devuelven esas imágenes al fantasma de lo anónimo.

Desde esa perspectiva, sus trabajos pueden interpretarse como archivos, esenciales en el universo de este autor. Monumento tiene algo de almacén, vacío pero bien clasificado, oscuro pero iluminado y con el aire aséptico de cualquier archivo, que no deja de ser un espacio colectivo y solitario, puede que como los tiempos modernos.

Christian Boltanski. The work people of Halifax, 1995
Christian Boltanski. The work people of Halifax, 1995

 

 

BIBLIOGRAFÍA

María Bolaños. Interpretar el arte. LIBSA, 2007

Christian Boltanski, Catherine Grenier. La vida posible de Christian Boltanski. Casus Belli Ediciones, 2015

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