NOMBRE: Biel
APELLIDOS: Llinàs
LUGAR DE NACIMIENTO: Felanitx, Mallorca
FECHA DE NACIMIENTO: 1994
PROFESIÓN: Artista visual, mediador e investigador
A Biel Llinàs, que esta semana se suma a nuestros fichados, lo conocimos hace dos veranos, de la mano de Art Nou, en Àngels Barcelona: presentó allí “Un racó (im)propi”, donde daba cuenta de su interés por nuestra relación con los espacios y lo que implica hacerlos nuestros, tanto en la esfera propiamente artística como en el contexto social más amplio de nuestro tiempo. Recordando la máxima de que el primer paso para pintar una mesa consiste en medirla, este artista mallorquín recordaba lo que dicho acto de la medición tiene de herramienta para aprehender un lugar y situarse en él, por pequeño y temporal que para su habitante sea, como lo son hoy las habitaciones de los pisos compartidos, los talleres articulados en módulos o incluso el espacio expositivo de una galería. Quizá arquitecturas como estas se hagan más nuestras y menos frías al ser dibujadas; y ese procedimiento servía también a Llinás como punto de partida para ahondar en el rol de dichos entornos en la emancipación personal y en el día a día del desarrollo de la vida de una ciudad como Barcelona.
Graduado en Bellas Artes y Máster en Gestión del Patrimonio Cultural y Museología por la Universitat de Barcelona, donde está trabajando actualmente en su tesis doctoral, que llevará por título Atopia. Intersecciones críticas entre arte y arquitectura en la ciudad global, este autor ha presentado hasta ahora su trabajo, asimismo, en la Sala d’Art Jove, Sant Andreu Contemporani, Art Jove Illes Balears, La Escocesa, Fabra i Coats -donde es residente desde 2021-, la Fundación Guasch Coranty, el Museu de l’Empordà, Casal Solleric, La Capella, el CCCB, la Feria SWAB o el MACBA y ha llevado a cabo residencias en Homesession (Barcelona), Belgrade Artist in Residence (Belgrado), Es Far Cultural (Menorca), Konvent Puntzero (Berga, Barcelona), el Centro Luigi di Sarro (Roma) o la Casa de Velázquez (Madrid).
Asimismo, en ese año 2021 participó en el proyecto Primal Distance, compuesto por una exposición, un programa público y una publicación a cargo de Looking Forward (Londres), la curadora Carolina Lío y Sant Andreu Contemporani (Barcelona); también en la JCE Biennale d’Art Contemporain 2019-2021, que itineró por ciudades europeas como París, Cluj, Hjorring o Amarante. Entre sus premios se encuentran el Miquel Casablancas, en la modalidad de proyecto, por Work(in’) work(out) (2022); el I Premio del Certamen de Artes Visuales Art Jove IB, por Una vecindad deslocalizada (2022) o el II Premio del Certamen Bienal de Arte de Pollença, por la obra ¡Viva Las Vegas! (2023); y su labor se ha extendido hacia el comisariado (en la exposición “Toni Molins. Raúl Páez. Hacerse un lugar en el desierto”, en la Fundación Arranz-Bravo de L’Hospitalet) y las propuestas educativas: ha participado en el programa En Residència Creadors als Instituts (2023-2024), del Ayuntamiento de Barcelona, con el proyecto Aula Portátil; y en Escuela En Residencia, del CCCB, en el marco de su actual exposición “Amazonías. El futuro ancestral“.
Llinàs se suma a esta sección porque queremos profundizar en los orígenes de su atención a nuestros vínculos con el espacio y al potencial experiencial que estos ofrecen, al modo en que los habitamos, pero también los generamos e incluso los consumismos, y a los discursos, con ramificaciones muy diversas -de la filosofía a la política pasando por la mera arquitectura- que esos espacios pueden suscitar.


Su interés por la creación fue temprano y, sus primeras creaciones, pictóricas, pero pronto abarcó técnicas más diversas. Su traslado a Barcelona ha sido importante en la evolución de su carrera: Mi primer contacto con el mundo del arte como actividad profesional tiene lugar en paralelo a mi formación en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, pero ya desde pequeño el dibujo y la pintura me abstraían de todo lo que pasaba a mi alrededor, con lo cual mis padres vieron que había cierto interés vocacional. De hecho, llego a Barcelona desde Felanitx (Mallorca), lugar de procedencia de una figura tan relevante como el artista Miquel Barceló, y ese cambio de geografía creo que ha sido un factor bastante presente en mi práctica desde entonces.
En primer lugar, me inicio en la práctica artística desde una vertiente eminentemente pictórica, interesándome por una pintura gestual cercana al expresionismo que, progresivamente, se va depurando en una dirección mucho más minimalista y abstracta en la que prima el ordenamiento del campo pictórico y, poco a poco, esto me lleva a interesarme por los constructos y dispositivos que regulan el espacio que nos rodea, como señalizaciones viarias, postes de publicidad, etc. Al final de ese primer periodo a caballo entre la formación y la profesionalización, y después de conocer referentes de teoría crítica e institucional tanto de la escena barcelonesa como internacional, me doy cuenta de que realmente mi práctica necesita ir más allá del lienzo y, en cuestión de pocos años, abrazo un posicionamiento multidisciplinario que me permite trabajar en una metodología más proyectual a través de medios como la fotografía, la instalación, la acción, el dibujo, el vídeo y la escritura.



Hemos anticipado alguno de sus intereses, que él imbrica en su condición de habitante de una ciudad de las características concretas de Barcelona, cuyo funcionamiento como núcleo urbano, pero también como escenario artístico, trata de desentrañar. Paulatinamente ha indagado, además, en las posibilidades que le ofrece la escritura a la hora de desplegar sus ideas; unos y otros caminos vienen confluyendo en su tesis doctoral: Mi práctica trata de interrogar cuestiones que me afectan como individuo instalado en una ciudad global como Barcelona, enfocando la ciudad como una obra de arte en sí misma, como diría el artista Krzysztof Wodiczko. Ese marco me lleva a explorar las lógicas de la ciudad y de la arquitectura moderna, aún bien presentes en las maneras en que nos proyectamos en un mundo urbano que, a la vez, es el escenario predilecto del arte. A partir de una perspectiva crítica y situada, pongo en cuestión los discursos y tensiones que atraviesan aquellos lugares cotidianos que habitamos, consumimos y producimos, abordando ámbitos como lo geográfico, lo urbanístico, lo arquitectónico, lo doméstico… sin olvidar las condiciones materiales que definen el trabajo creativo en una era digital definida por valores como el rendimiento, la conectividad o la flexibilidad.
Recientemente me he acercado a cuestiones como la relación poética entre texto y pintura, a las posibilidades conceptuales que ofrece la escala real en el espacio expositivo, a las derivas urbanas como movilizadoras de relatos, a la cualidad performativa e iconofílica del monumento histórico y las imágenes de archivo, así como a la escritura como una forma de especulación artística. Respecto a esto último, al principio escribía para conceptualizar proyectos antes de producirlos, pero progresivamente descubrí un interés en la escritura en sí misma que me permite explorar relaciones entre ideas a las que me costaría llegar desde otras disciplinas y, al mismo tiempo, me parece muy agradecido que un proyecto artístico pueda terminar encontrando su formato en un libro que se puede llevar encima, explorando el amplio abanico de posibilidades que se entrecruzan entre la imagen, el texto, el diseño editorial, etc. Es otro modo de circulación de contenidos que he estado explorando a partir de proyectos recientes.
Desde 2020 estoy trabajando en mi investigación doctoral, centrada precisamente en el análisis, a través de prácticas artísticas, de problemáticas urbanas que tienen que ver con la implementación del paradigma de la ciudad global y su impacto en cuestiones como la vivienda o el trabajo. Desde esta óptica, analizo cómo la escena artística se imbrica en este panorama poniendo en tela de juicio ciertas asimetrías y abriendo espacios donde poder desarrollar prácticas diversas que permitan sostener un contexto de producción.



Entre sus referentes cita Llinàs tanto a pensadores como a artistas de diferentes generaciones que han trabajado reflexionando sobre nuestra relación con los espacios desde un enfoque conceptual: Creo que son múltiples. Por un lado, me interesa mucho el ámbito de la escritura, especialmente el ensayo de arquitectura, filosofía, sociología, urbanismo, políticas del trabajo contemporáneo, etc. En este sentido, destacaría autores como Andrés Jaque, Andrea Soto Calderón, Pier Vittorio Aureli, Martí Peran, Henri Lefebvre, Remedios Zafra, Richard Sennett o Juhani Pallasmaa.
Por otro lado, en materia específicamente artística, mi trabajo bebe del situacionismo, el postminimalismo, la abstracción geométrica, el arte conceptual y el giro espacial. Si tuviera que citar a artistas que han influenciado mi trabajo, diría que David Bestué, Antonio R. Montesinos, Daniela Ortiz, Martí Anson, Laura Marte, Luis Bisbe, Pep Agut, Àngels Ribé o Matt Mullican, pero debo admitir que siempre tendré un rincón para la obra de Francis Bacon y que también me gusta leer textos de artistas. En general, me interesa todo lo que tenga que ver con estrategias experimentales para poner en suspensión las narrativas hegemónicas del espacio y que nos lleven a otros lugares inesperados.
Me interesa todo lo que tenga que ver con estrategias experimentales para poner en suspensión las narrativas hegemónicas del espacio.
Sus comienzos, lo apuntamos, fueron pictóricos, pero uno de los rasgos fundamentales de la producción hoy de este artista es su diversidad técnica; ha empleado Biel la fotografía, la instalación, la acción, el dibujo, el vídeo o la escritura en la que antes profundizaba: Mi práctica se basa un amplio registro de técnicas y formatos, aunque en el fondo creo que siempre puede intuirse la sensibilidad pictórica, así como una dualidad entre lo racional y lo poético. Pienso que cada uno ofrece unas posibilidades y acercamientos diferentes. Cuando me dedico a formatos más tradicionales, como la pintura sobre lienzo o el dibujo, entro en un modo de producción mucho más dilatado, en el que quizás debes prestar más atención a lo que surge entre cada obra y abandonar por un tiempo la lógica de prefiguración del proyecto, el formato por excelencia de la producción artística actual, ya que muchos artistas pasamos tanto tiempo redactando aplicaciones a convocatorias para sostener la práctica (y la vida) que trabajando en el taller. De hecho, es curioso como incluso muchos artistas han prescindido del taller como espacio físico y adoptan una lógica deslocalizada.
Por otra parte, cuando trabajo en instalaciones en espacios menos condicionados que permiten un despliegue más expandido, presto mucha atención a las particularidades del espacio expositivo: es como empezar desde una matriz. Creo que si se está atento, es un agente que jugará a favor del proyecto e incluso diría que puede transformar la experiencia de visitar la exposición en algo más estimulante de lo que puede serlo si uno se limita a cumplir con la convención museística, un legado que hay que gestionar también. No es sencillo de explicar, pero al llegar a un espacio en el que me proponen intervenir me invade una energía movilizadora que cuesta más encontrar al producir obras exentas en el taller; son retos diferentes. A la vez que pienso que cada proyecto y su respectivo relato requieren unos formatos y materiales determinados, me gusta pensar la multiplicidad de registros como complementariedad y riqueza. Supongo que, por ello, suelo sentirme más cómodo trabajando a partir de la idea de constelación o escena, no tanto a partir de obras individuales.

Otra cuestión que he explorado recientemente es la de las intervenciones en el espacio público, en las que, de repente, la obra deviene un elemento extraño que suscita relaciones con hechos, personas o instituciones que han tenido un papel central en la definición de un espacio. También es aquel espacio en el que ciertos mensajes o presencias se antojan incómodas, debido a toda una serie de normas no escritas que parecen guiar nuestro comportamiento en plazas, calles, ramblas, etc. Es algo que vi muy claro al desplegar la obra Aula Portátil, una réplica a escala real (60 m2) de la superficie de la clase del grupo de estudiantes del Institut Nou Barris en el barrio de La Prosperitat (Barcelona), en el marco de En Residència Creadors als Instituts, con el que revisitamos algunas de las luchas vecinales que subyacen en la creación del instituto y en la evolución del barrio.
Estos últimos dos años, me intereso especialmente por cómo el hecho artístico se puede disolver en la vida cotidiana o, más concretamente, cómo puede ayudarme a transgredir o diluir ciertos regímenes de disciplina integrados en el día a día, así como a hilar relaciones entre personajes y/o situaciones aparentemente inconexas. Para ello, estoy empezando a explorar el cuerpo, la acción, la voz y la escritura, entendiendo que son registros que de manera orgánica van a entrar en diálogo con mis anteriores metodologías y cada una permite abordar distintas capas del tema o situación que quiero investigar.
Me intereso especialmente por cómo el hecho artístico se puede disolver en la vida cotidiana o, más concretamente, cómo puede ayudarme a transgredir o diluir ciertos regímenes de disciplina integrados en el día a día.


Entre los principales proyectos que hasta ahora ha desarrollado, elige Llinàs mencionar propuestas ligadas a sus experiencias vitales y laborales y las de jóvenes de su generación, al espacio propio como aspiración o a nuestra asunción cotidiana de condiciones de vida relativas a la vivienda que casi nadie desea: Destacaría el proyecto Una vecindad deslocalizada, premiado con el I Premio del Certamen de Artes Visuales Artjove 2022, del Institut Balear de la Juventut, en el que abordé la paradoja vital de una generación de jóvenes que dejan su localidad natal para trasladarse a ciudades como Barcelona, Zaragoza, Madrid o Houston, partiendo de Binissalem como caso de estudio, un céntrico pueblo de la isla de Mallorca caracterizado por sus casas de piedra mallorquinas. En este caso, el proyecto consistió en una intervención en portales tapiados de las casas con extractos de entrevistas online que abordaban las causas y consecuencias de este fenómeno, cuya ubicación era señalizada en unos mapas que sustituyeron a los de información de interés del municipio en distintos puntos clave del casco urbano. De alguna manera, los portales se personificaban y expresaban preocupaciones de aquellos que ya no estaban en el pueblo, habitándolo desde la distancia. La casualidad es que el proyecto empieza porque ese año en Barcelona, en el centro donde trabajaba entonces, conozco a Pablo Izaguerri, un chico de ese pueblo que se había mudado a la ciudad para estudiar antropología y con quien he mantenido amistad desde entonces.



Entre 2021 y 2023 desarrollo el proyecto Work(in’) work(out), una investigación performativa que explora las relaciones entre práctica artística y trabajo alimenticio desde mi ocupación como informador en uno de los espacios referentes de la marca Gaudí en Barcelona, uno de los principales alicientes turísticos de la ciudad. En este caso, la propuesta surge del malestar que me atravesaba por las irregulares condiciones laborales que modulaban la jornada, que llevaron al grueso de la plantilla a movilizarse con el apoyo de un sindicato de clase, para destapar esa situación y mejorarla mediante la convocatoria de huelgas. De alguna manera, el proyecto se convierte en una extensión del proceso vital, intentando parasitar mediante gestos minúsculos lo que denominé zonas de emancipación artística, el circuito de control disciplinario que impregnaba el edificio y nuestro cometido en su interior. El proyecto se materializa en una publicación que cuenta con el prólogo de la crítica y curadora de arte Gisela Chillida, quien también trabajó como controladora de sala en una de estas instituciones antes de consolidarse en el sector artístico. En el interior, encontrábamos breves ensayos que tratan de contextualizar teóricamente esa experiencia a partir de referencias a Michel Foucault, Brigitte Vasallo o Boris Groys, materiales aportados por otros miembros de la plantilla y una serie de dibujos realizados en una pequeña libreta durante la jornada, en posiciones que escapaban a la vigilancia del servicio, que amplifican algunas de las tensiones vividas en ese espacio alienante: Notas para una (des)atención al visitante.
La propuesta fue premiada con el Premio Miquel Casablancas 2022 en la modalidad proyecto y, también contó con el soporte de SAC-FiC. Programa de residencias y Stage intensivo. Más allá de esto, ha tenido un recorrido institucional en espacios como el Centre d’Art Fabra i Coats (Barcelona), en la exposición “¡Si llueve así, que no escampe!” (2023), curada por Sant Andreu Contemporani, y en el Casal Solleric (Palma de Mallorca), en los Premis Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals (2025). En este formato expositivo, he optado por mostrar una selección de materiales producidos en el taller que ofrecen una nueva iconografía del rendimiento contemporáneo desde referencias a ese escenario, como dibujos sobre papel milimetrado, los dibujos hechos durante la jornada, una pintura y un objeto encontrado. Asimismo, la publicación ha sido presentada en La Canibal (Barcelona), en Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma y en Call Vermell Books (Felanitx).


También me hizo especial ilusión mi primera exposición individual en la galería Àngels Barcelona, titulada “Un racó [im]propi” (Un rincón [im]propio), en 2023, que contó con la colaboración textual del curador Jordi Pallarès, quién escribió “Ocupar el espacio que nos ocupa (y decirlo)”, impreso en un desplegable de papel que ofrecía una mirada afectiva al proyecto. La exposición se materializó en el espacio principal, pero también en el sótano de la galería, en lo que trataba de ser un despliegue de los contextos domésticos y urbanos que habían modulado mi experiencia de la ciudad poco más de diez años después de mi llegada, explorando la relación entre espacio y producción. La idea que articulaba la exposición era la paradoja del concepto impropio, que, por una parte, hace referencia a una condición insuficiente según unas expectativas y, por otra, a algo que no posees, sino con lo que mantienes otro tipo de relación más circunstancial, establecida mediante un contrato de alquiler o de cesión debido a una residencia artística.
Se proponía un recorrido que empezaba en un enfoque más autobiográfico, donde había una serie de dibujos a lápiz sobre las habitaciones y talleres habitados, hechos a mano alzada en trayectos de tren a partir del recuerdo que tenía de ellos, pasando por una pintura a tamaño real de la puerta de entrada al bloque de pisos en el que sigo viviendo, así como Abrir una ventana a Sants o como atravesar un barrio con una línea, una instalación sobre los límites espaciales que ponía en común el perímetro de la habitación-taller de cinco metros cuadrados que usamos durante un tiempo con el principal eje viario que configura el barrio de Sants-Badal, representado por una abstracción geométrica del plano urbano colocado en el lugar de la ventana de la habitación. En el sótano, bajando una escalera a un ambiente mucho más oscuro, el visitante encontraba Del problema de la creación a la creación del problema (2022), una escultura realizada en colaboración con Ada Fuentes inspirada en uno de los módulos de infravivienda alquilados en la ciudad, acompañada con más de cien carteles de compra-venta de inmuebles recogidos del barrio durante un año.


![Biel Llinàs. Un racó [im]propi. Àngels Barcelona, 2023](https://masdearte.com/media/Fichados_bielllinas_unracoimpropi-1024x768.jpg)


Más allá de mi praxis individual, soy miembro fundador de NAAG Collective (Barcelona) y he desarrollado diversos proyectos con la artista Ada Fuentes, como Self storage. Estéticas de la emergencia habitacional (La Escocesa, 2021) o How to live in a Pantry (Sala d’Art Jove, 2023), enraizados en la experiencia de compartir piso en Barcelona, donde la vivienda deviene un bien de mercado, hecho que implica una precarización de las condiciones de vida en una ciudad que, paradójicamente, no deja de aparecer en el ranking de las más deseadas y creativas de Europa.
Estos proyectos surgen a partir de preguntas detonantes que permiten adentrarnos en las transformaciones contemporáneas de la vivienda, fruto de la mercantilización, así como de trabajar en una residencia artística marcada por la precariedad espacial, como fue la nave L de La Escocesa, en pleno COVID: ¿Qué lleva a una multinacional como IKEA a comercializar una colección de productos de diseño para hacer frente a tu próxima mudanza, un tema que puede ser poco deseable? ¿Qué hace que una empresa como Haibu 4.0. transforme naves industriales en edificios de infravivienda en Barcelona? ¿Nos hemos convertido, después de todo, en bienes a almacenar en un trastero? ¿Por qué, en una serie como Arkitekten (2023), la protagonista, una prometedora arquitecta, termina encajada en un prototipo de vivienda mínimo de impoluta estética white cube? Las representaciones e imaginarios que convocan todas estas manifestaciones pienso que iluminan cómo la realidad, en un contexto de desigualdad creciente, fantasea maquiavélicamente con la ficción.


En los próximos meses expondrá Llinàs en Mallorca y en Ciudad de México: Actualmente, estoy preparando mi próxima exposición individual, “Palacios de la memoria”, en la Fundació Miró Mallorca, con la contribución textual de la comisaria Beatriz Escudero. Se trata de un proyecto de pintura expandida desarrollado durante una residencia en la Casa de Velázquez (Madrid) que aborda la memoria de un palacio francés que, caprichosamente, se vio gravemente afectado por el mayor conflicto bélico e ideológico de la España contemporánea: la Guerra Civil (1936-1939). Para ello, me centro en el edificio como un actor central que me permite revisitar el Frente de Madrid desde testimonios documentales y de reverberaciones implícitas que conozco durante mi propio paso como residente en el palacio, dos tentativas que me acercan a la historia en mayúsculas, pero también a la microhistoria, subrayando la construcción de la memoria histórica como un instrumento ideológico y de poder. Allí doy con una figura tan simbólica como la escultura ecuestre de Velázquez, que veo cada día desde mi ventana y que, de manera inesperada, me tiende un hilo para adentrarme en los veinte años que el edificio permaneció en ruinas que no son nuestras, como diría el dictador Francisco Franco.
Además, en el mes de mayo imparto unos talleres con estudiantes en el CCCB (Barcelona), en el marco de la exposición “Amazonías. El futuro ancestral”, y en el mes de junio participaré en “Tu próximo destino”, una exposición colectiva comisariada por Begoña Martínez en el Centro Nacional de las Artes, en Ciudad de México. Finalmente, espero poder cerrar este intenso capítulo que ha sido el desarrollo de mi tesis doctoral para finales de año.
Podemos seguir sus pasos aquí: https://bielllinas.hotglue.me/

