NOMBRE: Beatriz
APELLIDOS: Castela
LUGAR DE NACIMIENTO: Cáceres
FECHA DE NACIMIENTO: 1985
PROFESIÓN: Artista
Retomamos esta sección tras las vacaciones hablándoos de una artista a quien este mismo verano habéis podido conocer mejor en Cáceres y Sevilla, porque participó en la muestra “Sinergias”, en el Museo Vostell de Malpartida en el marco de Cáceres Abierto, y el pasado julio presentó en el Espacio Olvera “Ephemera”, una individual en la que reunió grabados, esculturas y videoarte dedicados a la exploración del fenómeno perceptivo, al que viene dedicando su producción, analizando los mecanismos por los que aprehendemos lo real y los factores que intervienen en los vínculos entre la obra y quien la observa, completándola (ella no se siente cómoda con el término espectador). Lo hace atendiendo tanto al arte presente como al pasado y prestando especial atención a la creación virtual e intangible y a los nuevos medios.
Doctorada en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca con una tesis dedicada a la autonomía del color, Beatriz se formó también en diseño y técnicas del arte gráfico en la escuela Eulogio Blasco y en animación digital en el Instituto Universitario de Investigación en Arte y Tecnología de la Animación ATA y ha participado en residencias en la School of Art & Design de Liverpool, Art BnB, FINDE III y, este mismo año, en Es Baluard, el Museo de Guarda (Portugal) y el Centro Cultural Hiapanoamericano de La Habana. Su primera individual tuvo lugar en 2007, en el Espacio de Arte Experimental de la Universidad de Salamanca, y desde entonces las ha presentado, además de en la galería Espacio Olvera, en espacios como RoomArt Gallery, Espacio Belleartes (junto a Jorge Gil), además de en La quinta del Sordo, en Madrid.
En 2015 obtuvo el premio de arte contemporáneo El Brocense de la Diputación cacereña, del que también ha sido finalista en varias ocasiones, y este 2017 ha recibido una beca de creación artística del Gobierno extremeño.
Finalizadas las presentaciones, preguntamos a Beatriz por sus inicios creativos. En su caso, se vio atraída desde la infancia por el dibujo y, antes de comenzar Bellas Artes, ya comenzó a formarse en el campo del grabado. Pero la plástica no fue su única inquietud creativa antes de iniciar la Universidad: Mi primer contacto con el arte fue a través del dibujo a una edad temprana. Creo que fue aproximadamente a los ocho o nueve años, cuando empecé a ir a clases cada sábado. Me encantaba y lo sentía como un premio. Y para los catorce (que era la edad mínima exigida para poder ingresar en la Escuela de Bellas Artes de mi ciudad), ya estaba matriculada en diseño gráfico. Aunque mi intención era seguir con el dibujo, recuerdo que opté por el diseño, porque ya había tenido cierto contacto con el ordenador y la fotografía gracias a mis padres, y en el momento de realizar la inscripción para la prueba de acceso, me informaron de que en diseño, además de dibujar, podría hacer uso del laboratorio fotográfico y aprender a editar imágenes. Esto me sedujo desde un primer momento, y en el taller tuve mi primer contacto con la composición, el color, la edición digital y las teorías de la imagen.
Desde niña también tuve cierto acercamiento a la música, el teatro y la danza. Me formé durante unos siete años en ballet clásico y recibía clases de guitarra flamenca. Aunque todo fue muy dispar, creo que fue lo que alimentó mi gusto por el arte. Tanto que, si echo la vista atrás, me doy cuenta de que toda esa formación inicial sigue influyendo en mi manera de trabajar actualmente.
Recién cumplidos los dieciocho, empecé la licenciatura en bellas artes en Salamanca. Los últimos años de carrera los simultaneé con un master en animación digital y, finalmente, pude hacer el doctorado en arte contemporáneo a través de un beca de investigación (FPU). Y aunque mi primera individual fue en 2007 y me sirvió para encontrarme fuera del ámbito académico, además de sentar las bases de lo que es mi trabajo a día de hoy, para ser justos diré que mi implicación profesional como artista no fue total hasta finalizar la Tesis Doctoral en 2013, sobre un tema que me atrae enormemente como es la fenomenología del color en el arte contemporáneo.
Como avanzábamos antes, esa fenomenología del color y de la creación y los misterios de la percepción (qué vemos, cómo lo vemos y cómo lo interpretamos) son los temas a los que ha dedicado su obra, y el abanico de técnicas en las que la desarrolla se ha ido ampliando conforme lo hacían sus investigaciones: Uno de los aspectos que más me interesan y que rigen mi manera de trabajar es el carácter mutable de las cosas, para así poder cuestionar los modos de ver, las lecturas múltiples y, sobre todo, el diálogo latente entre espacio-obra-espectador. Opino que es esencial que este pueda abrirse a nuevas formas de percepción ya que esto es lo que propicia una nueva compresión del mundo. Y creo realmente en ese poder transformador del arte. Es por esto que las intervenciones espaciales tienen para mi un valor añadido, porque puedes no sólo participar como observador, sino corporal y físicamente en la propia pieza, lo que también estimula el autoconocimiento y la conciencia de subjetividad propia.
Por tanto, podría decir que en mi práctica resulta sustancial lograr conectar conceptos de diferentes ámbitos como forma de propiciar que las obras no tengan una única lectura. El fin es que sea el espectador el que tenga que completar el significado último. Yo propongo algo pero el otro lo completa. Por eso no me acaba de convencer el término “espectador”, cada vez que lo uso me siento incómoda, porque denota pasividad, y para mí tiene en esencia un rol muy activo.
A la hora de citar sus influencias, Beatriz elige referirse a su propia experiencia y sensaciones antes que a estudios ajenos sobre la percepción, pero no podemos pensar que se den en su obra alusiones personales más o menos explícitas: Una gran parte de las influencias en mi trabajo surgen de las experiencias vividas y de lo sensible, en un sentido amplio. Aunque mi obra para nada es autobiográfica y tampoco tiene aparentemente un componente narrativo. Pienso que, como sujeto, es inevitable depositar parte de las inquietudes que estás atravesando en el momento concreto en el que realizas un proyecto, al desarrollo de tu trabajo. Por supuesto, los referentes de los artistas que te magnetizan de alguna manera, ya sean consagrados o emergentes, están ahí. Obras que admiras y sobre las que puedes decir, ¡lo ha logrado! Independientemente de que exista una analogía estética, temática o de forma con tu propio trabajo. Todo lo que consumes, ya sea arte, música, cine, literatura, filosofía, psicología, tecnología, etc, son experiencias que te nutren a nivel personal, que te afectan y que de alguna manera terminas filtrando hacia tu práctica.
Aunque, dada su formación, predominen quizá en su producción la gráfica y los proyectos digitales, como la mayor parte de nuestros fichados (y, seguramente, de casi todos los jóvenes artistas), elige las técnicas a utilizar en función de las características propias de cada proyecto. Ella ha sido la primera en explicitarnos, eso sí, que cuando no conoce alguna a fondo, recurre a colaboraciones puntuales con otros creadores que puedan aportar valor al resultado: Las técnicas y formatos en que trabajo dependen siempre del proyecto concreto al que me esté enfrentando. En lo que hago hay un alto grado de experimentalidad, es lo que más me estimula y me divierte. Hace que pueda jugar y muchas veces es de este modo como surgen nuevas ideas y resultados diferentes.
Además, no tengo problema en colaborar o pedir ayuda si no controlo mucho sobre una técnica concreta, y sí tengo claro que quiero hacer algo desde ese punto. Me gusta la soledad a la hora de trabajar, no lo niego. Pero contar con alguien más en momentos puntuales es del todo enriquecedor. Considero que es muy importante distenderse y funcionar de otras formas que impliquen un cierto riesgo.
De manera que, en cuanto a las técnicas que empleo, debo decir que no trabajo siempre igual. Tengo mucha confianza con las técnicas gráficas y digitales, por lo que son medios a los que suelo recurrir, aunque no son los únicos. También trabajo con fotografía, escultura en un sentido amplio, vídeo, y últimamente y cada vez más, con videoproyección o videomapping, ya que a través de ellos puedo fusionar con imagen dos conceptos que me atraen intensamente: el espacio y el tiempo. Además, son procesos que me permiten generar ambientes espaciales para propiciar una inmersión del espectador en las propias piezas, así como también me atrae lograr ‘cosificar’ obras creadas digitalmente, transformándolas en objetos tangibles.
Esa diversidad de planteamientos se hacía presente en “Ephemera”, su última muestra, en el Espacio Olvera sevillano. En ella llamaba Beatriz la atención, con la geometría como aliada, sobre hasta qué punto el imperio de lo digital en nuestras vidas está transformando, también, nuestras maneras de ver: Este proyecto subraya cómo actualmente nuestra forma de mirar y de construir la realidad se encuentra tan vinculada a la tecnología y a la imagen digital, que diluye las fronteras entre lo virtual y lo efectivo haciendo que ambas se conviertan hoy en la misma cosa.
En nuestra era se ha instaurado una forma de mirar y de construir la realidad a través de una nueva estética protéticamente digital. La imagen vinculada a la tecnología se incrusta en nuestros espacios de interacción cotidiana. Y no sólo a través de su potencial para evadirnos del mundo físico y sumergirnos a través de la pantalla en entornos virtuales, sino también, y cada vez más, a través de gadgets y tecnología al alcance de la mano, que se combina e incorpora a elementos físicos tangibles como en el caso de la realidad aumentada. Lo virtual se establece hoy no como representación sino como realidad.
Por su parte, en “Sinergias”, la acción-instalación específica que en junio presentó en el Museo Vostell junto a Jorge Gil, Lou Germain y Marcos Polo con motivo de las cuatro décadas de vida de este centro, se nos proponía un acercamiento renovado entre el museo y la población de Malpartida con ecos más amplios: una aproximación entre vida y arte marcada por lo sensorial.
En la Sala del Molino pudo verse, en una estructura tridimensional, la proyección en tiempo real de la vida en el pueblo mientras, cada noche, en Malpartida, se proyectaba lo ocurrido en el museo gracias a un software específico acompañado de una estación equipada con sensores.
Aún no ha dejado Beatriz de trabajar en In-Sight, un proyecto iniciado hace siete años que se dedica al proceso de asimilación de lo percibido y al rol que juegan en él el tiempo y la acción dinámica: Se compone de diversas piezas de carácter gráfico e instalativo e indaga sobre el proceso por el cual se toma consciencia de nuestra propia dinámica psíquica y perceptiva a través de un detonante, en este caso, visual.
Literalmente insight significa “mirada interior” o “introspección”, y hace referencia al término que se emplea en psicología para definir ese momento de descubrimiento que marca un paso del Preconsciente al Consciente, en el que el sujeto pone su propia historia personal, su cultura y su dinámica en evaluación, para finalmente experimentar una sensación de evidencia ó revelación.
Beatriz destaca dos piezas de esta propuesta: Shadows (o la disimulación honesta), de 2015, surge como un reto de dar visualidad a una realidad que va más allá de lo tangible; de comprender nuestros modos de percepción a través de la idea del trampantojo.
Está compuesta por una serie de elementos acromáticos y traslúcidos (vidrio templado) y focos de luz dirigida que hacen que las sombras proyectadas en la escena adquieran un carácter corpóreo, casi gráfico, que crea un entramado visual entre las líneas proyectadas y los bordes de las circunferencias, dándole al ojo una sensación de verdad y de realidad: de presencia de un todo.
La instalación funciona como un trompe l’oeil en el que la simulación no pretende un “engaño total”, ni si quiera ser una “ficción”, sino más bien generar una confusión, una mirada dual. Una simulación que consiente la coexistencia de las dos presencias que conforman la pieza: la material y la intangible y que permite el cotejo de las dos: eliminado el artilugio, desaparece la ilusión.
Por otro lado, la pieza RP (relative perception), del mismo año, una videoinstalación que emplea como elementos capitales el color, la luz y el espacio, sumando el factor del tiempo a la ecuación para formular un ejercicio de observación de la duración, de autoanálisis del cuerpo y reconocimiento de nuestros sentidos.
Observar el movimiento nos hace sentir el tiempo. Y sentir el tiempo nos hace reevaluar las capacidades de producción de realidad que tenemos desde nuestra individualidad y subjetividad. El tiempo es la posibilidad que hay en nosotros de percibir los acontecimientos y de reaccionar ante ellos; de ser conscientes del aquí y del ahora; de un compromiso crítico sensible con nuestra forma de ver y de estar en el mundo.
A las posibilidades de la visión y de nuestra mirada cuando tomamos una actitud de observación y no pasiva se dedica Chroma, donde el color y la geometría tienen implicaciones que trascienden su potencia visual. Se compone de piezas escultóricas y de una serie de fotografías. Las primeras cuestionan la forma material de las obras, efímeras y mutables, explorando distintos niveles: la materia, la luz, y la sombra. Son cuerpos vivos, cambiantes, que precisan no sólo una mirada activa, si no del propio movimiento corporal, del movimiento del espectador. Exploran la idea de que contemplamos los objetos como algo inalterable. Aceptamos la realidad tal cual es. Los percibimos como algo constante por una cuestión simplemente práctica, pero de hecho, ocurren un sinfín de alteraciones en la interacción del objeto con el entorno (…). La segunda examina los límites de la fotografía como prueba de realidad.
Además de en In-Sight, Beatriz nos cuenta que se encuentra trabajando en proyectos editoriales y en producción digital: Actualmente estoy inmersa en un par de publicaciones de proyectos recientes, además de estar arrancando un nuevo proyecto que llevará por título ‘(Des)velaciones’ y que surge como continuación lógica de los planteamientos y conclusiones desprendidas de ‘Ephemera’, siguiendo la misma línea de exploración sobre la influencia de las nuevas tecnologías en el momento actual, aunque dando un paso más allá. Ahora mismo me encuentro en la fase de prototipado y avanzando en la realización de algunos dibujos digitales más definitivos, aunque preveo que va a comprender instalación, escultura y videocreación. Espero poder mostrarlo a finales de este año junto con un ciclo de conferencias.
Os seguiremos informando, pero para conocerla mejor y adentraros en el resto de sus series, podéis pasar por su web: beatrizcastela.com