NOMBRE: Ana
APELLIDOS: Riaño
LUGAR DE NACIMIENTO: Bilbao
FECHA DE NACIMIENTO: 1985
PROFESIÓN: Artista
Finalizamos el año pasado hablando de un artista, Rosendo Cid, que a la hora de proponernos visiones alternativas y lúdicas del entorno se sirve de disciplinas muy diversas, y estrenaremos 2019 con una autora que se define, sin dudas, como pintora y que, por ahora, no tiene intención de utilizar otras herramientas que los pinceles a la hora de explorar los puntos de conexión (o de fricción) entre lo real y lo ficticio en lo que a nuestras identidades se refiere, ahondando además en las posibilidades de la intersección entre la imagen y la palabra.
Hablamos de Ana Riaño, que hace una década finalizó su licenciatura en Bellas Artes en la Facultad de Bellas Artes de Leioa (su último año lo cursó en la Accademia di Belle Arti di Palermo) y que, desde entonces, ha recibido becas de la Diputación Foral de Bizkaia, de la BBK para la ampliación de estudios en la Unión Europea y del Gobierno Vasco para Movilidad Intereuropea. En 2015 desarrolló una residencia en La Cité Internationale des Arts de París -donde recientemente ha regresado, después os lo contaremos- y al año siguiente recibió el Premio a la Innovación en los galardones BMW de Pintura por su Norman Rockwell del proyecto RRSS, del que luego hablaremos también; además resultó finalista en la 14ª Mostra Gas Natural Fenosa y fue becaria-residente en la Fundación Bilbao Arte, en 2011.
Riaño ha presentado individuales en la Galería Víctor Lope barcelonesa, la Sala Rekalde y Aldama Fabre (Bilbao), la Galería El Túnel de Guatemala, el Museo de Eibar, la citada Fundación Bilbao Arte y en o Artower Agora (Atenas); también ha participado en colectivas en CentroCentro, La Cité Internationale des Arts de París, ARTECIÑANA, el Museo Universidad de Alicante, el Museo Wurth, el IVAM o el recientemente cerrado MAC coruñés.
Hechas las presentaciones, preguntamos a Ana por sus comienzos. Como en la mayoría de nuestros fichados, en su caso tampoco hay una fecha o episodio concreto en que tomara la decisión de dedicarse al arte, pero de nuevo el ambiente familiar y el entorno cercano lo favorecieron: Soy hija de artistas, mi marido es artista y la mayoría de mis amigos trabajan en el mundo del arte. No hay una frontera entre mi trabajo y mi vida, pero supongo que esto nos pasa a todos los que decidimos tener una labor creativa. No recuerdo un momento concreto en el que decidiera ser artista. Creo que nos hacemos artistas sin saber cuál es el proceso que te lleva a serlo.
Desde hace unos años, el gran asunto que se trae entre manos Ana en sus trabajos es la exploración de la identidad del artista hoy y sus implicaciones y servidumbres de cara al sector artístico y al público, sobre todo a partir de la irrupción de las redes sociales. Se pregunta Riaño si damos por hecho que artista es el que hace arte, el que cultiva el oficio, o quien adquiere una determinada proyección de cara a espectadores y medios… También ahonda en la imagen que los artistas, y otros profesionales vinculados al arte, proyectan a través de dichas redes; cómo las gestionan, hasta qué punto apuestan o no por la naturalidad o desvelan la intimidad de sus procesos y de su personalidad creativa, si esta forma o no parte de su obra y cuánto hay en sus perfiles, en definitiva, de realidad y de construcción. Las redes son, en la producción de Riaño, un nuevo escenario donde convergen lo real y lo ficticio. Nos lo explica: Ahora mismo, en el proyecto que estoy realizando (RRSS), investigo la confluencia de dos fenómenos diferentes. El primero de ellos, el de la construcción de la identidad en cuanto a artista. Con la emergencia de la posmodernidad y después de las transvanguardias, la identidad del artista, la obra, el mundo del arte, etcétera han sido puestas entre unos paréntesis que todavía no se han abierto. En ese sentido, desde los primeros cursos de la Facultad, a quienes hemos decidido, de alguna manera, pertenecer al mundo del arte se nos inculcan ciertas dudas sobre el qué supone pertenecer al mismo. Paralelamente, se nos enseña que hemos de proyectar una imagen más o menos determinada de nosotros mismos a los otros agentes del mundo del arte, bien sean galeristas, museos, prensa, otros artistas, etcétera. Lo que interesa de este fenómeno (y aquí introduzco el segundo elemento) es su confluencia con la nueva moda de las llamadas Redes Sociales. En este nuevo y tecnológico aspecto de nuestra identidad, se producen en general algunos movimientos que son enormemente interesantes (apertura de tu intimidad a terceras y desconocidas personas, gestión de la propia imagen, naturalidad o artificialidad en las propias aseveraciones) que cuando se cruzan con lo anteriormente comentado multiplican su interés. La pregunta es: ¿qué imagen proyectan los artistas, galeristas, directores de museo, críticos de arte, etc., en la virtualidad de las redes sociales?¿Y qué imagen podrían proyectar los artistas ya fallecidos y que no convivieron con las nuevas tecnologías?
A ellos, a esos artistas pasados cuya presencia virtual imagina y pinta, nos remite Ana cuando le preguntamos por sus referentes: No sé si te podría decir un nombre… hasta el pasado diciembre he estado en París, en la Cité des Arts, creando los “pantallazos” de las redes sociales de los diferentes artistas ya fallecidos en esa ciudad, en cada uno utilizo una técnica diferente ya que cada uno es de una corriente distinta. Podría decirse que cada artista que pinto es mi influencia en ese momento, porque me tengo que someter a su estilo, aún temporalmente. También podemos apreciar en su trabajo referencias al cómic, donde, como en sus obras, se dan cita palabras e imágenes.
Como avanzábamos, es en el medio pictórico en el que viene trabajando Ana desde sus comienzos y en el que también desarrolla la serie RRSS. En este caso, los formatos también tienen que ver con los de nuestras pantallas: En este proyecto estoy trabajando sobre todo con acrílico sobre papel, aunque también tengo algún óleo y algún lienzo. Los formatos son muy variables, igual que las pantallas a través de las cuales ves las redes sociales. Tengo medidas desde 18×12 a 115×165 centímetros.
Y en cuanto a los proyectos fundamentales en los que hasta ahora ha trabajado, precisamente comienza hablándonos de RRSS y de sus reflexiones sobre la identidad del artista, por un lado, y sobre el sentido de su proyección virtual hoy, por otro: Me interesa indagar en el modo en el que nos relacionamos visualmente con las llamadas Redes Sociales y cómo éstas permiten construir y recrear una identidad como artista-creador. Así, actualmente llevo al lienzo estados de Facebook e Instagram y tweets de artistas, críticos y comisarios internacionales y locales, reales y falsos, en los que se muestran como personas convencionales o, por el contrario, en los que realizan discursos sobre su trabajo. También recojo, en ocasiones, las reacciones de otros artistas o personas del público a sus manifestaciones. Realizo todo esto en pintura para jugar con la estrategia del apropiacionismo, así como para reflexionar en torno a la duda contemporánea de si todo lo realizado por un artista es o no arte, si cualquier aspecto de su vida es susceptible de ser considerado como tal. Al observar pinturas y no capturas digitales, el espectador tiene la conciencia de encontrarse ante obras autónomas, y en las dedicadas a artistas vivos podrá dudar sobre la veracidad o no de lo que ve, en un juego que a Riaño le interesa propiciar: en estos casos, no inventa notificaciones ni tweets, pero el público no lo sabrá y su duda forma parte de las intenciones de la artista y su tablero de relaciones entre lo que es y no es real en la Red.
Con anterioridad llevó a cabo Ana otra serie pictórica titulada De realidades y ficciones, en la que relacionaba cine y pintura pero también hablaba de vidas ficcionadas, anticipando de algún modo los intereses que ahora desarrolla en RRSS: Mis lienzos se alimentaban de imágenes cinematográficas del imaginario colectivo. Con este proyecto buscaba lograr un doble objetivo. Por un lado, plantear una reflexión en torno al papel del cine en la comunidad artística plástica. Por otro, y a través de esta reflexión, me interesaba también investigar en torno a la figura y el gesto en la pintura realista contemporánea.
De manera paralela, durante el desarrollo de la serie comencé a practicar un pequeño juego, a través de la inclusión de personas de mi entorno familiar y de amistades en los cuadros, en escenas de películas conocidas. El resultado me interesó enormemente, y me di cuenta que a través de los mismos estaba jugando a ficcionar mi biografía, pues convertía en caracteres de películas que había visto mil veces a personas que significan algo para mí. Así, la serie fue poco a poco avanzando en ese registro, hasta convertirse en el principal rasgo de toda la serie y, en consecuencia, de la exposición.
Nos conduce Ana a pensar que el cine, como la literatura, la ficción en suma, se integran en nuestra vida no solo por las horas que les dedicamos, también porque modifican nuestra visión del entorno y de nosotros mismos: forman parte de nuestra personalidad, a veces del contexto cultural común de una generación.
También con el cine, pero sobre todo con su constante interés por profundizar en los vínculos entre imagen y texto y en cómo uno determina la percepción del otro por el espectador, podemos relacionar su posterior proyecto The End: Consistía en la realización de una serie de pinturas de diversos formatos en los que combinar palabra e imagen y, de ese modo, poner en tensión la relación existente entre ambos cuando comparten un mismo plano de interpretación y, por tanto, mantienen una relación de significado.
Las obras de “The End” presentaban una imagen con una importante carga simbólica por sí misma, con una palabra o una frase pintada en el lienzo, del modo en que el letrero de “Fin” concluye una película. La idea era investigar hasta qué punto esta relación entre palabra e imagen determina el modo en que el espectador ve la obra. ¿Tiene la palabra un mayor poder que la imagen cuando comparten un mismo espacio?
Reflexionaba la artista sobre si, aunque repitamos una y otra vez que vivimos en la era de la imagen y certifiquemos su evidente abundancia y poder, no será esa preeminencia la que apareje la necesidad de un contexto que nos permita interpretarlas y darles significado; un contexto que viene dado por las palabras, por textos que, paradójicamente, al escribirse también adquieren una dimensión gráfica y expresan significados a través de sus (aparentemente vacuas) fuentes.
Ana ha trabajado recientemente en París, como nos decía, ahondando en su proyecto RRSS y los resultados los veremos próximamente en Basauri: Hasta el 27 de diciembre he estado en la Cité Internationale des Arts de París gracias a la Beca Juan y Pablo de Otaola. Me concedieron la beca para la continuación de mi proyecto RRSS, principalmente para la realización de la parte del proyecto en la que me centro en las redes sociales de los artistas que no convivieron con las nuevas tecnologías. Investigo su obra y su biografía real para luego transformarlos en una biografía en redes sociales. Estoy realizando los Facebooks de artistas como Élisabeth Vigée Lebrun, Berthe Morisot, Marie-Guillemine Benoist y Jacques-Louis David, entre otros. La presentación del trabajo será en mayo en La Torre Ariz de Basauri.
Entretanto, podemos conocer mejor a Ana aquí: www.anariano.info