NOMBRE: Ana
APELLIDOS: Patitú
LUGAR DE NACIMIENTO: Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina
FECHA DE NACIMIENTO: 1982
PROFESIÓN: Artista
A Ana Patitú, nuestra fichada esta semana, la conocimos a finales del año pasado, de la mano de una de las muestras DelicARTessen, dedicadas a la creación reciente en pequeño formato, que presenta la sala barcelonesa Esther Montoriol; es en la capital catalana donde esta artista argentina reside y trabaja.
Formada en diseño gráfico por la Universidad de Buenos Aires, ha realizado talleres de pintura y muralismo con Gabriel Glaiman y Georgina Ciotti, respectivamente, además de otros workshops con más artistas. Ha presentado, asimismo, una individual en Casa Gracia, también en Barcelona, en 2019 y sus colectivas le han llevado a espacios barceloneses como Transforma BCN, el Centre Cívic Barceloneta, el Valid World Hall y el Auditori Barradas de L’Hospitalet de Llobregat, además de a la citada Galería Esther Montoriol y a la propuesta Art For Life Chicago 2020.
Patitú, cuyos trabajos también forman parte de un buen número de colecciones privadas en América, Europa y Australia, se suma a esta sección porque queremos saber más sobre su visión de las conexiones entre arte y emoción y su trabajo a favor del espectador, a quien busca acercarse justamente por la vía del sentimiento. El agua es su terreno, por los múltiples lazos que podemos establecer entre nuestros modos de movernos o detenernos en ella y ciertas sensaciones vitales, ligadas en su caso a su propia biografía.
Siguiendo el esquema que conocéis, hemos preguntado a Ana por sus inicios. Nos cuenta que dibuja desde la infancia, que en un principio trabajó como diseñadora y que su regreso a la pintura, definitivo desde hace dos años, tuvo mucho de terapia: Desde siempre dibujé, de chiquita era lo que más me gustaba y tanto en la escuela primaria como en la secundaria iba a talleres extraescolares de pintura.
Cuando llegó la hora de ir a la Universidad la idea de estudiar Bellas Artes rondaba, pero Argentina se estaba prendiendo fuego literalmente: tuvimos cinco presidentes en una semana, saqueos, represión, crisis económica… Si bien en mi país la educación es pública y gratuita, siempre hay gastos de viáticos y materiales que mis padres costeaban con mucho esfuerzo, por eso me pareció que la mejor opción era estudiar Diseño Gráfico en la UBA, donde recibiría una educación en lo visual histórica y formal, y luego tendría más posibilidades de conseguir rápidamente un trabajo cualificado. Fue una de las mejores decisiones que he tomado. Fueron seis años de expandir mi mente, de hacer amigos, y de dormir pocas horas. En Dibujo me fue muy bien y al terminar el primer curso me llamaron como ayudante. Lo hice durante dos o tres años, fue una linda experiencia. Pero mi mejor recuerdo son las clases de Morfología, me encantaban… Era como estar en la Bauhaus.
Luego conseguí un trabajo como diseñadora en un estudio, más tarde en el Gobierno de la Ciudad, pero ya entonces me dedicaba de lleno al diseño web. Había estudiado un poco de programación y ganaba bastante bien, pero estaba más desconectada del arte, lo tenía como hobby. Pintaba con amigos los fines de semana, tomaba clases con Gabriel Glaiman, tomaba workshops con algunos artistas. Luego un año lo dejé y después comencé a tomar clases de pintura mural con la genia de Georgina Ciotti y me empezó a picar de nuevo el gusanillo.
En 2016, a mi novia le ofrecen un buen trabajo en Barcelona y decidimos venir a probar. Yo sigo trabajando como diseñadora pero algo no se termina de cerrar, al no tener a mis afectos cerca me empiezo a deprimir. El desarraigo me empezó a pegar fuerte. Pasé un año muy malo, terapia de por medio, solo salía para ir a nadar. Mi analista me recomienda volver a conectar con el arte, buscar un lugar, salir de casa. Así que me puse en campaña y conseguí un espacio en Poblenou, lleno de ratas, donde hacía más frío adentro que afuera. Pero iba tres tardes a la semana a pintar. Allí comencé a realizar retratos, que más tarde entendí que eran retratos de mis seres queridos, que los echaba mucho de menos, y entonces empecé a comprender la dimensión terapéutica de todo esto. Yo NECESITO pintar (o dibujar).
A principios de 2019, con el apoyo incondicional de mi novia, decidí dedicarme profesionalmente, de lleno, al arte. Fui cerrando los proyectos que tenía, comuniqué a mis clientes que no me dedicaba más al diseño. Mi amiga Sonia me hizo un lugar en su taller en El Carmel, mudé mis cosas y desde entonces allí estoy muy a gusto.
El arte para mí es un canal de expresión, una posibilidad de manifestar cosas inconscientes. Es poder decir con colores, con movimientos, con sonidos, para entender con el lado derecho del cerebro (contrario a la lógica). Quiero que la gente reconecte con su yo interior, que vea que tiene sentimientos, que hay vida dentro, que la vorágine cotidiana a veces los tiene adormecidos. El arte debe ser accesible para todos. Yo no quiero que alguien vea un cuadro mío y diga: No entiendo. Quiero que directamente conecten con una o varias emociones sin preocuparse por comprender la figura/forma.
Yo no quiero que alguien vea un cuadro mío y diga: No entiendo. Quiero que directamente conecten con una o varias emociones sin preocuparse por comprender la figura/forma.
Por esas razones, como avanzábamos, la clave desde la que hemos de contemplar su trabajo y la base temática del conjunto de su producción es la propia emoción, conectada en sus pinturas a lo líquido, fluido y primigenio: Como resultado de ese proceso de desarraigo y recuperación, me pareció interesante jugar con la relación del cuerpo humano en el agua y las emociones, de ahí mis series de nadadores. Explorar e intentar plasmar los diferentes estados por los que fui pasando y las sensaciones físicas como flotar, moverse despacio, estar sumergida, sentirme liviana, deslizarse por inercia, oír los ruidos sordos que llegan distorsionados por el agua, rememorar el vientre materno.
La misma pintura es, como nos contaba, su medio de trabajo y prefiere el acrílico por sus muchas posibilidades: Pinto con acrílico, porque seca rápido y puedo ver los resultados casi al instante, puedo pintar en capas, borrar, volver a pintar; queda la impronta auténtica de la pincelada; se puede diluir fácilmente con agua para chorrear, salpicar, crear transparencias… Además, los pinceles se limpian sin dañar tanto el medio ambiente.
Sus referencias creativas son múltiples; en cualquier caso cita a artistas tanto por su plástica como por su actitud, subrayando las emociones presentes en su producción: Mis influencias son mil y cada uno por una cosa en particular. Cito algunos, sabiendo que me arrepentiré de haber dejado a tal o a cual fuera. A Marta Minujín, artista contemporánea cuyo primer happening fue quemar toda la obra que había producido los años anteriores. Un ícono pop argentino. David Hockney, por su capacidad de experimentar y crear sin parar… tanto dibuja con tinta a su madre como pinta Splash o hace acuarelas de sus perros. Es un gran investigador y divulgador. Un referente sin dudas.
Dalí por su excentricidad, fue un genio no tanto por su pintura si no por el personaje que supo crear y vendernos. Louise Bourgeois, por cómo trae fantasmas del inconsciente y los materializa, la admiro mucho. Lucien Freud me inspira en lo puramente pictórico… Veo esas pinceladas en sus retratos y me derrito. No sé, mil más… También me flipan los dibujos de Ricardo Carpani, de Egon Schiele, los autorretratos de Van Gogh, las criaturas metálicas de Lygia Clark. Estoy dejando artistas contemporáneos fuera, sin duda…
Entre los proyectos que ha desarrollado hasta ahora, destaca dos, los más recientes, ambos vinculados estrechamente al agua y a algunos de esos creadores que la inspiran: Pórtico, en conexión también con la pandemia y Svarbova Splash.
Nos habla de sus fuentes en el primero: Pictóricamente hay una idea que surge de admirar a Mr Piro y sus manchas de colores. Un día utilicé su filtro de IG y me sentí nadando en pintura, de ahí que empezara a pensar que mis nadadores también nadaban en pintura y la espuma, remolinos, estelas de movimientos y respiraciones eran esas pinceladas de acrílico estriado, salpicaduras y manchones. Los planos y figuras geométricas son límites, son las restricciones impuestas por el COVID. Debido al ambiente cósmico que se genera, y plasmando la sensación de volar que tengo cuando me impulso y me deslizo en el agua, titulé esta serie Pórtico, como la novela de Frederik Pohl.
Svarbova Splash parte de su observación de la obra de la fotógrafa eslovaca y del mencionado Hockney: Intenté fusionar el ambiente y la luz de las fotos de María (Svarbova) con A Bigger Splash de Hockney, mi cuadro favorito. En esta escena que imagino, es como si la chica de la foto se hubiera zambullido. Mi trabajo en esta obra gira en torno a esa presencia tácita que agudiza el sentimiento de soledad.
Explica Patitú que, cuando en la Facultad le enseñaron esta pintura del artista pop, quedó fascinada por la mancha que irrumpía en el azul, por la sugerencia del clima cálido y el juego con la presencia y la ausencia humana; de la fotógrafa le interesan su simetría, su representación de la quietud, las tonalidades elegidas y sus piscinas a veces casi distópicas en su vaciedad. En ellas, considera, las personas languidecen quietas, esperando, como si no pasara el tiempo.
Preguntamos a Ana qué será lo próximo: Continúo explorando la relación cuerpo-agua y planeo tener una nueva serie para abril de 2022. A fines de noviembre estaré participando en Delicartessen#20 en la Galería Esther Montoriol, en Barcelona.
Conoced mejor a la artista, aquí: https://anapatitu.com/