Si pensamos en un arquitecto cuya obra represente la modernidad escandinava es inevitable recordar a Alvar Aalto (1898-1976), finlandés, educado en el clasicismo simplificado de principios del siglo XX y pronto influido por las vanguardias alemana, holandesa y también rusa.
Su Sanatorio de Paimio (1929-1933) es seguramente una de las obras fundamentales del Movimiento Moderno en los treinta: en él, al lenguaje de volúmenes blancos y cúbicos añadió Aalto una relación sutil entre edificio y paisaje, al disponer oblicuamente todos los cuerpos que componen el conjunto. Ofrece un funcionalismo ejemplar: se estudió todo detalle que pudiera favorecer el bienestar de los enfermos. Un tiempo después, diseñó este autor para una cliente ilustrada una vivienda experimental en la que abrió nuevos rumbos, la Villa Mairea (1938-1939), en Noormakku. Conjugó en ella formas geométricas y orgánicas e incorporó una gran variedad de materiales artesanalmente trabajados, rasgos que serían ampliamente replicados en las décadas siguientes.
En la II Guerra Mundial pudo mantenerse económicamente Aalto impartiendo clases en el Massachusetts Institute of Technology, donde no mucho después levantó la Baker House (1947-1948), residencia estudiantil formada por un bloque alto y ondulado para las habitaciones y varios cuerpos ortogonales y bajos para las zonas comunes. Su devoción por las formas orgánicas y los materiales naturales se desarrolló aún más desde entonces y, a partir de los cincuenta, además, prestó mayor atención a la topografía, trabajando en construcciones articuladas y escalonadas.
El Ayuntamiento de Saynätsalo (1949-1952) recoge ya estas características. Esta es una pequeña isla ubicada en la orilla norte del lago Päijäne, cuyos habitantes viven fundamentalmente de la industria maderera. Aalto ganó el concurso para su consistorio con un proyecto que llamó Curia y que ya dejaba ver su idea de lo que debía ser un edificio institucional dedicado a las relaciones cívicas: conjugando referencias a la Antigüedad clásica y a la disposición de los edificios alrededor de un patio propia de la región de Karelia, desarrolló un complejo que revela en sus formas su carácter representativo al tiempo que se adapta a su emplazamiento natural, por su organización y escala.
Su propuesta original contemplaba oficinas administrativas, salas de reunión, una biblioteca pública, varias tiendas y el salón del concejo municipal y aprovecha la ligera pendiente del terreno para organizar la construcción en torno a un espacio abierto y elevado que forma una especie de piano nobile en torno al que quedarían las distintas dependencias. La biblioteca se constituye en un cuerpo separado del resto por dos escaleras que conducen al nivel del patio, una regular de granito y otra informal, cubierta de césped: al subir por esta última se tiene la sensación de ascender por una suerte de acrópolis coronada por el perfil quebrado de una torre cívica, eje del conjunto en cuyo interior se sitúa el salón del concejo. El rol público de este espacio se realza con una singular armadura que sostiene la cubierta inclinada, una estructura vista compuesta por puntales de madera que se abren en abanico desde el centro de dos vigas horizontales. El resto de los locales se comunican a través de un corredor con vistas al patio, que quedó porticado.
Con una construcción sencilla de muros de carga, los materiales fundamentales empleados aquí son ladrillo, piedra, madera y cobre. Utilizado como acabado exterior en tantas fachadas entonces, y ahora, el primero era en aquel momento hasta cierto punto escaso y caro en Finlandia, pero Aalto logró que su utilización se entendiese como parte del carácter institucional del edificio.
Con este Ayuntamiento iniciaría Aalto un nuevo periodo de su trayectoria, marcada por la adaptación de los principios del Movimiento Moderno a las condiciones de los distintos emplazamientos de sus obras, esto es, por su sentido del lugar y su concepción de la arquitectura como intermediaria entre paisaje e individuo.
El resto de los proyectos que este arquitecto llevó a cabo hasta su fallecimiento en los setenta representan una extensa variedad de cometidos, técnicas y formas, aunque suelen tener en común su articulación en volúmenes curvos desarrollados en abanico con otros prismáticos y de geometría ortogonal. Ese sistema lo aplicaba, asimismo, a grandes conjuntos de escala urbana en los que esta combinación permitía reflejar la transición de las formas más rígidas de la ciudad a las orgánicas del medio natural.
Ejemplo de todo ello es la Universidad Técnica de Helsinki, en Otaniemi, que se levantó entre 1953 y 1966. Un amplio conjunto de bloques paralelos y perpendiculares cobija las oficinas, las aulas y los laboratorios, mientras que un volumen singular con una planta en abanico y una sección en forma de cuña triangular acoge en su interior dos amplios auditorios, y un teatro abierto, al aire libre, en su cubierta escalonada.
La influencia de la labor de Aalto en el ámbito escandinavo fue muy grande, pero su vía orgánica se desarrolló en paralelo a un minimalismo inspirado con claridad en Mies van der Rohe. En todo caso, la composición a base de formas libres inspiradas en los organismos naturales tendría su epílogo en un edificio que sería polémico: la Ópera de Sidney, obra del danés Jørn Utzon (1918-2008). Este autor había estudiado a Asplund, trabajado con Aalto y conocido a Wright, pero apenas contaba con obra previa cuando en 1957 ganó el concurso para levantar este teatro.
El diseño original contaba con una sucesión de plataformas sobre las que se levantaban conchas blancas, yuxtapuestas y erguidas, evocadoras de las siluetas de los veleros, pero sufrió muchas transformaciones, sobre todo la conversión de las conchas en casquetes esféricos que permitieran su cálculo estructural. Aunque Utzon abandonó la realización en 1966, el edificio último, que se inauguró en 1973, muestra en lo esencial sus volúmenes iniciales.
BIBLIOGRAFÍA
Historia del Arte. El mundo contemporáneo. Alianza Editorial, 2010
Alvar Aalto. La humanización de la arquitectura. Tusquets, 1978