NOMBRE: Aitor
APELLIDOS: Lajarín Encina
LUGAR DE NACIMIENTO: Vitoria
FECHA DE NACIMIENTO: 1977
PROFESIÓN: Artista
Es posible que si, en los pasados meses de junio y julio, visitasteis Murcia, pudierais disfrutar en la Galería Art Nueve de sus pinturas figurativas y misteriosas cuyas posibles interpretaciones solo podían rumiarse con calma, y precisamente “Rumiante” se llamaba aquella exposición, que también incluía trabajos en otros formatos. Pero si no fue el caso, es muy probable que en más de una ocasión hayáis podido conocer la obra de Aitor Lajarín: sus muestras dentro y fuera de España se suceden con regularidad desde hace más de una década y en ellas este artista vasco da cuenta de su indagación en los límites de la pintura.
Como a todos nuestros fichados, le preguntamos cómo fueron sus comienzos: Me cuesta identificar un momento específico. Desde niño tuve pasión por dibujar y pintar, tome clases de pintura con un pintor local que me animo muchísimo a seguir e incluso gane algún concurso, era un poco el niño pintor de mi pueblo y parecía natural estudiar Bellas Artes. Con ese mínimo bagaje empecé la carrera. La licenciatura me abrió a muchísimas posibilidades en el arte que yo antes desconocía pero al terminar me encontré perdido y disperso. A pesar de todo, las demás opciones profesionales no me motivaban en absoluto así que seguí pintando guiado por la ambición de superarme y hacer algo a la altura de aquellas cosas que veía y me atraían tanto en los catálogos o en las exposiciones. A base de seguir insistiendo, estudiando por mi cuenta y compartiendo experiencias con otros artistas y gente del mudo del arte cercano, ciertas cuestiones y asuntos sobre mi trabajo se fueron sedimentando y haciendo aparentes.
La licenciatura a la que se refiere es la de Bellas Artes, que cursó en la Universidad del País Vasco hasta 2002 y que completaría con un Máster, también en Bellas Artes, en la Universidad de San Diego el año pasado. También fue importante en sus comienzos el taller en el que participó en Villa Iris (los organiza la Fundación Botín) bajo la dirección de Juan Uslé: Yo era de los más jóvenes. Allí conocí a Juan, por supuesto, con quien nunca me volví a encontrar pero que para mí ha sido una gran influencia, y también a un gran grupo de compañeros, la mayoría con más experiencia que yo, con mucho talento y muy espabilados en el mejor de los sentidos. Algunos son hoy todavía grandes amigos. Aquella experiencia me hizo tomar conciencia de que existían maneras “profesionales” de trabajar. A partir de ahí comencé a trabajar con unos objetivos más claros y con un nivel de autoexigencia mayor. Con el tiempo vinieron algunas exposiciones, premios y becas. Poco a poco fui ganando cierta visibilidad y con los compromisos que vinieron me vi metido de lleno en la práctica del arte.
Lajarín también ha participado en otros talleres impartidos por Antonio López, Juan José Aquerreta, Soledad Sevilla, Bárbara Einchorn, Eva Lootz o Nacho Criado y, tras recibir en 2007 la Beca Artium de creación e investigación en Estados Unidos, se trasladó a Los Ángeles en 2008. Las formas de vida y las relaciones sociales que observó allí, la pequeñez del individuo en un contexto comercial, inspiraron varios de sus trabajos de entonces, como Night Walker, sobre la noche en esa ciudad. Y quizá algunos recordéis, precisamente, que fue en aquel 2008 cuando Aitor estuvo presente por primera vez en ARCO y con un muy buen estreno; lo llevaron a la feria las galerías Trayecto y Pilar Parra & Romero.
Seguramente en mayor medida que en otras profesiones, el cuestionamiento de la propia dedicación, del camino tomado, es especialmente frecuente en los artistas, al margen de su fortuna crítica. Aitor nos cuenta que sigue intentado profundizar en las razones y motivaciones por las que me dedico o quiero seguir dedicándome a la práctica de arte. Trabajar como artista significa cosas muy diferentes para personas diferentes en momentos y lugares diferentes. A medida que avanza la vida, me sigo replanteando mi relación con mi trabajo en la medida en que mi situación cambia para poder realizar los ajustes necesarios que me permitan tener una práctica como artista satisfactoria en armonía con otros aspectos importantes en mi vida, como la familia, la enseñanza, la gestión del espacio de proyectos artísticos del que soy fundador en Los Ángeles, u otras actividades, profesionales o no.
En su producción desarrolla, más que temas, situaciones en las que no importa tanto lo que vemos como las razones por las que eso está ahí. Y esos intereses nacen, a menudo, del propio proceso de trabajo: Más que temas, para mí son asuntos que se van sedimentando en las obras a través de las preocupaciones y motivaciones que me “rondan” en cada momento. Estos asuntos acaban rezumando de los trabajos, y aunque recurrentes, son muchos y variados y yo mismo los voy descubriendo mientras trabajo o incluso tiempo después. Casi tendría que jugar a ser espectador e ir obra por obra haciendo una lista para ver a qué cuestiones, creo, desde mi punto de vista actual, que apunta cada una.
Quizás un hilo conductor en mi trabajo que atraviesa estos múltiples asuntos a los que las obras apuntan es la idea de que el espacio explica las condiciones. Hay en mi trabajo una tendencia o interés en espacializar asuntos y tratarlos como problemas de relaciones en los que las preguntas se generan a través de una singular o inusual disposición o escenificación de elementos reconocibles y familiares. Esto genera situaciones de tensión ante las que se sitúa al espectador, en el lugar de quien observa casi como en calidad de testigo, permitiéndole explorar los diferentes aspectos y relaciones que se dan en esas escenas desde una cierta distancia analítica. Si en un cuadro mío hay una planta, no se trata tanto de preguntarse qué planta es esa tanto como de preguntarse qué hace esa planta ahí y cuál es su rol en la situación que se describe. En definitiva, “qué ocurre aquí” y “qué estado de las cosas o condiciones se insinúan en esta situación” son quizás las preguntas que más me importan.
Cada uno de los elementos presentes en sus obras tienen sentido dentro de un contexto en el que suele estar muy presente el misterio y se requiere la complicidad de quien contempla: Mi trabajo centra la atención en los aspectos relacionales de la realidad, en valorar cada elemento, cada asunto en relación a la complejidad de su contexto. En relación a otros elementos dentro o fuera de marco que puedan tener una relevancia en el sentido de lo que estamos viendo. En estas situaciones en las que se requiere valorar y especular, busco constantemente la complicidad del observador, de su punto de vista y sus experiencias para explorar a través de las obras terrenos compartidos de interpretación subjetiva y cuestionamiento. La idea es generar de una manera lúdica, e incluso con humor, espacios de incertidumbre, relatividad y complejidad a través de la organización de diferentes disposiciones espaciales-narrativas que se articulan en torno a distintos asuntos. El observador invitado a tomar un rol de testigo-investigador acaba necesariamente complicando este material a medida que lo va haciendo suyo. Al final se trata de ver si cuando uno se detiene a considerar algo, cualquier fenómeno, por muy común o anodino que este sea, por el tiempo suficiente, este fenómeno se empieza a mostrar como algo discernible pero complejo y difícil de simplificar. Y así quizás, gracias a esto, la realidad se nos empieza a mostrar y a demostrar como un entramado lleno de giros sobre sí mismo, una intriga de la que uno es coautor y una tragicomedia de la que uno es coprotagonista.
Me interesa celebrar la complejidad en la que vivimos inmersos y nuestra incapacidad para abarcarla completamente elaborando tramas que nos enfrentan de manera figurada con las limitaciones de nuestra percepción, conocimiento y entendimiento, pero que estimulan no obstante nuestra ilimitada capacidad para especular, interpretar e imaginar.
La pintura es el medio en el que más ha trabajado Lajarín, aunque no el único, porque trata de mostrar sus ideas en el formato que les sea más acorde: Pongo más énfasis en las ideas y en cómo ordenar las piezas que en la fabricación o la experimentación con técnicas y materiales. Si fuera guitarrista seria uno de esos que toca con un instrumento de calidad pero standard y se dedica a buscar maneras personales y singulares de alterar el instrumento o de jugar con acordes convencionales. En cuanto a los formatos, disfruto mucho con todos como espectador y normalmente tengo ideas para diferentes formatos. La pintura es generalmente para mí un terreno más fértil en ideas, pero en la medida en la que estas van surgiendo y van resistiendo el proceso normal de cuestionamiento al que las someto, les voy dando salida a todas sea en el formato que sea.
En lo pictórico ha optado por la figuración por sus posibilidades narrativas, por las facilidades que esa elección le ofrece a la hora de comunicar, y cuando se desprende de los pinceles ha trabajado en fotografías, objetos, vídeos y materiales diversos que completan su pintura o la expanden hasta conformar, en conjunto, instalaciones en las que parece querer plantearnos si es posible pintar sin pintura y, más allá, si las esencias de ese medio pueden mantenerse fuera del lienzo.
Solemos encontrar en sus obras espacios a veces íntimos o a veces urbanos y, en su producción inicial, dominados por la geometría. Pueden habitarlos figuras humanas u objetos que, en apariencia, no se relacionan con ellos; en apariencia, porque en estas obras subyace una reflexión sobre la incidencia que el entorno o contexto ejerce, como explicaba Aitor. Encontramos, de este modo, un escenario, un personaje/objeto y quizás una acción; como alguien diría, un microrrelato. Pero ese entorno se encuentra perfilado sin detalles que aporten más datos que los esenciales, y el cromatismo también es reducido: la monotonía de esos espacios, a tono con la sencillez de las composiciones, contrasta con el elenco de emociones y la complejidad de pensamientos que los humanos que los habitan pueden ofrecer. El espectador, con su mirada, perturba la intimidad de lugares que, sean externos o íntimos, nos parecen propicios al silencio, a la soledad.
Sus influencias son muy variadas, pero no se ciñen a la esfera artística, por eso Aitor nos habla, al referirse a ellas, de vida y no de nombres: Hay tantas que no me permito nombrar solamente algunas. De todos modos lo que más me ha influido siempre y me sigue influyendo son las afinidades que he establecido a través del espacio y el tiempo con personas que he llegado a conocer o que simplemente conozco a través de los medios o terceras personas. Me apasionaban las biografías. Ver como la vida se hace aparente en la fricción continua entre la persona y el mundo en el que vive y como esto resulta en unas actitudes vitales que se transmiten de unas personas a otras. De todo se puede aprender y es bueno prestar atención a cualquier cosa que pasa a tu alrededor, pero lo que más me influye e inspira es cierta actitud constructiva que ciertas personas trasladan a otros a través de sus producciones y acciones. Encuentro una influencia allá donde interpreto que identifico una actitud mezcla de ciertas cualidades; inteligencia, generosidad, afecto, empatía, capacidad para emocionar y emocionarse y un interés por cuestionarse el mundo y tomar cierta distancia analítica mientras se pretende participar al mismo tiempo activamente en el. Es una especie de energía que yo llamo “el virus”, porque se expande y se contagia, en la que percibo un vitalismo no necesariamente optimista que intenta evitar el cinismo y que para mí es como mi gasolina para vivir. Es difícil explicarla pero se nota cuando está y cuando algo o alguien la tiene. Toma desde luego muchas formas. Yo la encuentro a menudo a través de mi interés en el arte. Está en muchas obras de arte y en la actitud de muchos artistas, pero afortunadamente la puedes encontrar por todos los otros ámbitos de la vida.
Entre sus proyectos más destacados realizados hasta ahora, Aitor subraya Lost, que presentó en 2007 en la Galería Trayecto en una exposición que supuso el inicio de sus investigaciones sobre el display o puzzle narrativo como vía para ordenar su trabajo tras ampliar el repertorio iconográfico de sus pinturas.
Lo formaban pinturas, fotografías y una instalación, que estaba a su vez formada por pintura, escultura y vídeos. Sirviéndose de referencias a claras al cine de Lynch, y sobre todo a Mullholand Drive, planteaba una sucesión de escenas inconexas desarrolladas en una pequeña ciudad de montaña: el espectador debía encontrar en ellas su personal hilo conductor a partir de las convenciones narrativas que tenga interiorizadas. De ahí el título: quien contempla se encuentra perdido en un argumento a ordenar; algo ha ocurrido en la ciudad, el peligro acecha, pero desvelar el misterio del suceso depende solo de nosotros porque la información que se nos proporciona es mínima.
En ARTIUM, en 2010, mostró Postcity: me aventure a adaptar Postmetropolis, de Edward Soja, un ensayo sobre la vida en grandes urbes contemporáneas, para hacer una película de animación que describía un viaje casi lisérgico a través de una ciudad de ficción. Se trataba de un proyecto específico en el que el artista reflexionaba sobre los recientes procesos de urbanización y reestructuración de las ciudades relacionándolos con la consolidación de la globalización y de la sociedad de la información.
El año pasado presentó Teatro Absurdo de Ideas Lógicas en el IMACP de Puebla de Mexico, una propuesta en la que ofrecía una mirada perpleja a los modos de vida contemporáneos propios del llamado estado de bienestar. De esta exhibición formó parte la primera versión de La charca, una película corta que describe un extraño partido de fútbol en el que el artista indaga sobre los aspectos absurdos y teatrales de ciertos comportamientos humanos.
Y su última exposición –la citábamos al principio – ha sido “Rumiante”, y en ella dice Aitor que sedimentó gran parte de mis intereses anteriores en unas pinturas y esculturas intimistas, que rezuman preocupaciones filosóficas más bien domesticas, como de andar por casa, pero que celebran la acción de rumiar, de regodearse en los pensamientos y las emociones y saborearlos como antídoto para el atragantamiento y consumo rápido de experiencias que nos impone a menudo el trajín diario.
¿Qué será lo próximo? Ahora mismo estoy trabajando en un grupo de nuevas piezas para una exposición que tendré en enero en el Heritage Square Museum en Los Angeles. El museo está dedicado a mostrar y conservar casas históricas californianas y las piezas serán elaboraciones de carácter poético inspiradas en una investigación que estoy haciendo sobre aspectos sociológicos ligados al espacio urbano que circunda el museo y que es, además, el barrio en el que vivo. Mis obras tendrán que convivir con la arquitectura y los objetos de estas casas, lo que supone para mí un reto muy divertido. Mi exposición pertenece a un programa de cuatro exposiciones que el museo programara en los próximos dos años con la ayuda de la comisaria Lucia de Fabio para abrir el centro a un diálogo con el arte contemporáneo.
Conocedlo mejor en su web www.aitorlajarin.info