Julio Le Parc derrière Cloison à Lames Réfléchissantes, 1967. Fotografía : © Julio Le Parc.
Nueva entrega de los proyectos experimentales colectivos del Palais de Tokyo
“Soleil froid”
PALAIS DE TOKYO. SITE DE CRÉATION CONTEMPORAINE
13, avenue du Président Wilson 75116
París
Del 27 de febrero al 20 de mayo de 2013
De martes a domingo, de 12:00 a 00:00 horas
Del 27 de febrero al 20 de mayo de 2013, en el Palais de Tokyo de París
Tras “Imaginez l’imaginaire”, el Palais de Tokyo abrirá sus puertas el próximo 27 de febrero a otro proyecto colectivo, “Soleil froid”, en el que seis exhibiciones dedicadas a Julio Le Parc, Raymound Roussel, François Curlet, Daniel Dewar & Grégory Gicquel, Joachim Koester y Evariste Richer explorarán, cada una desde el enfoque personal de los citados, los “espacios insospechados” hallados en lo que la muestra califica como “la superficie fría de un mundo extraño”, el día a día cotidiano, en definitiva.
Con ocasión de “Soleil Froid”, Julio Le Parc, pionero del arte cinético y el Op Art, presentará su mayor individual en Francia hasta el momento, una muestra que investigará las posibilidades de interacción e inmersión del espectador derivadas del uso de la luz y el movimiento y también del respeto al medio ambiente en la elección de los materiales empleados. El artista argentino, una figura icónica en el panorama del arte actual en su país, sobre todo tras su controvertida participación en las revueltas parisinas del 68 (fue expulsado de Francia aquel mayo y cuatro años después rechazó exponer en el Musée d´ Art Moderne de la Ville) y su defensa de los derechos humanos en América Latina, presentará en los pasillos y espacios de descanso del público del Palais de Tokyo una serie de intervenciones monumentales realizadas entre los cincuenta y la actualidad.
La muestra, concebida como una experiencia sensorial, además de incidir en sus estudios sobre la percepción del campo visual y la relación física obra-espectador, permitirá comprender la evolución de su producción desde su seductora obra temprana hasta trabajos posteriores volcados en la plasmación de sus ideas políticas y sociales. Llamará nuestra atención la original puesta en escena, que combina zonas claras y oscuras y que nos hará pensar que algunas piezas parecen flotar en el espacio.
El proyecto dedicado a Raymond Roussel, “Nouvelles impressions de Raymond Rousse”, supone una continuación de las muestras que le dedicaron el Museo Reina Sofía y el Museu Serralves en 2011 y 2012, un acto de justo reconocimiento hacia este escritor, muy presente en el imaginario de varios artistas un siglo después, que Breton definió como “artista creador de un mundo completo que sólo siguió los caminos de su imaginación”.
Raymond Roussel. Étoile cosmique, 1923
Frente a las exhibiciones de Madrid y Oporto, que exploraban las conexiones con Roussel de Duchamp, los surrealistas, Foucault o Georges Perec, la propuesta del Palais de Tokyo hace más énfasis en la vigencia en nuestros días de su universo poético vinculado a la infancia. La muestra cuenta con trabajos de Mathieu K. Abonnenc, Jean-Michel Alberola, Jean-Christophe Averty, Zbynek Baladrán, Thomas Bayrle, Jacques Carelman, Guy de Cointet, Collège dePataphysique, Joseph Cornell, Salvador Dalí, Gabriele Di Matteo, Thea Djordjadze, Marcel Duchamp, Giuseppe Gabellone, Rodney Graham, João Maria Gusmão & Pedro Paiva, Mike Kelley, Revue Locus Solus, Pierre Loti, Sabine Macher, Man Ray, Mark Manders, André Maranha, Pedro Morais, Jorge Queiroz et Francisco Tropa, Jean-Michel Othoniel, Victorien Sardou, Joe Scanlan, Jean Tinguely y Jules Verne.
Por su parte, François Curlet, para su primera gran monográfica en París, se servirá de slogans publicitarios y objetos cotidianos o imaginarios para cuestionar nuestros clichés y generar a partir de ellos una poesía sutil y existencial a la vez que popular. El artista hace emerger un universo de paradojas subyacentes en el día a día, que como el pez fugu japonés que da título a su exposición, prueba que bajo una apariencia formidable puede esconderse un también formidable veneno. El Palais de Tokyo cuenta con una nutrida colección de este artista afincado en Bruselas que desde los ochenta busca fomentar el pensamiento crítico del espectador a través de alegorías desafiantes que se mueven entre el escepticismo y el humor cínico.
François Curlet. House Wanted, 2008. Cortesía del artista
El dúo formado por Dewar & Gicquel presentará “Jus d´ orange”, proyecto para el que han adaptado sus esculturas al formato de film en stop motion. Estos artistas, que siempre han reivindicado el trabajo manual, esta vez han experimentado con un nuevo medio para presentarnos pares de piernas que parecen bailar minuetos improbables o montañas informes que se elevan y se desmoronan.
Sus trabajos, elaborados a partir de planteamientos tan lúdicos como eruditos, incorporan múltiples referencias a la cultura popular y, desde posturas desinhibidas, parecen socavar lo que entendemos como buen gusto. Estas obras prueban el interés de ambos por las recuperaciones arqueológicas, las fronteras entre lo sublime y lo ridículo y las consecuencias del paso del tiempo sobre las obras de arte.
Dewar & Gicquel. Legs, 2012. Cortesía de la Galerie Loevenbruck, Paris
Dos films que evocan las sesiones esotéricas de John Murray Spear o las investigaciones sobre la conciencia superior del actor de Jerzy Grotowski componen la próxima exposición en el Palais de Tokyo de Joachim Koester, que siempre ha indagado sobre las fronteras entre consciente e inconsciente, sueño y realidad, desdibujando en sus obras los límites entre el documental y la ficción y dando al espectador la oportunidad de adentrarse en rutas mentales quizá inexploradas.
Joachim Koester. Tarantism, 2007
En esta ocasión, Koester se introduce en los rituales esotéricos practicados por los haitianos y basados en el yoga y el consumo de Peyotl y otras sustancias alucinatorias.
Evariste Richer. Principe d’incertitude, 2003
Por último, la muestra de Evariste Richer forma parte del programa Bibliothèque d’artiste, por el que, en cada estación, un artista es invitado por el Palais de Tokyo a concebir una muestra en la que presente un espacio ficticio que sólo exista en su mente, para permitir al público descubrir parte de su sensibilidad y de las fases de su proceso creativo. El resultado: una propuesta en la que se superponen dos aventuras científicas desarrolladas en los siglos XVIII y XX: una sobre moléculas minerales, otra sobre óptica. Richer presenta ambas en visiones fragmentadas.