La Fundación MAPFRE renueva la historiografía del artista con una muestra que descubre, por primera vez, su trabajo en España
“Kirchner”
FUNDACIÓN MAPFRE. SALA RECOLETOS
Paseo de Recoletos, 23
28004 Madrid
Del 26 de mayo al 2 de septiembre de 2012
Lunes, de 14:00 a 20:00 horas
De martes a sábados, de 10:00 a 20:00 horas
Domingos y festivos, de 11:00 a 19:00 horas
Del 26 de mayo al 2 de septiembre de 2012, en Fundación MAPFRE. Sala Recoletos
A partir del próximo sábado, Fundación MAPFRE acoge en sus salas la primera monográfica española del cofundador del grupo expresionista Die Brücke Ernst Ludwig Kirchner, muestra formada por 153 obras, entre óleos, trabajos sobre papel, esculturas y copias modernas de las fotografías con las que el propio artista alemán documentó tanto su proceso creativo como su vida personal.
Las piezas han sido cedidas para la ocasión por 27 museos y colecciones privadas internacionales, incluyendo el Kirchner Museum Davos y el Legado Ernst Ludwig Kirchner. Todas las etapas creativas de Kirchner quedarán representadas en la exhibición, que permitirá al público analizar en profundidad la carrera del expresionista y que tiene como fin último transformar la tradicional percepción historiográfica de Kirchner, haciendo hincapié en su producción durante el periodo de internamiento y convalecencia que atravesó en diversos sanatorios y en la influencia que Léger, Le Corbusier y Picasso ejercieron en su obra.
Licenciado en arquitectura por la Universidad de Dresde, recibió clases de composición, dibujos y desnudos en Múnich y estudió a viejos y contemporáneos maestros que en su momento rompieron con la tradición pictórica imperante al elegir para sus obras motivos cotidianos, renunciar al detallismo y a las composiciones cerradas. Sus máximos referentes habían liberado al color del motivo, y viceversa. En 1905, junto a Bleyl, Heckel y Schmidt-Rottluff, creó Die Brücke, primer colectivo expresionista alemán.
Sus primeros trabajos pictóricos se caracterizan por la rapidez de sus pastosas pinceladas, en claro contraste con las líneas y puntos que, llenas de dinamismo y libertad, cruzan sus dibujos y litografías. Con el paso de los años, Die Brücke amplió su nómina de artistas: Pechstein, Müller, Van Dongen o Emil Nolde se sumaron a sus filas a la par que las obras de Kirchner evolucionaron hacia una mayor influencia del arte primitivo, con sus formas más simples y su libre colorido. La ciudad y el paisaje, pero sobre todo la figura humana, en interiores o en exteriores, se convirtieron en sus temas predilectos.
Ya en 1911, se trasladó a Berlín, donde continuaría colaborando con Die Brücke hasta la disolución del grupo en 1913. La capital alemana le ofreció nuevas vías de inspiración: el impacto de la industrialización en la vida urbana, los contrastes sociales, el ajetreo nocturno de la ciudad…Sus trabajos de aquel tiempo están intensamente marcados por el ambiente del periodo de preguerra: las perspectivas se distorsionan, las escenas quedan dinámicamente seccionadas y el cuerpo de las modelos aparece dislocado. Predominan ahora las pinceladas negras y nerviosas, un estridente colorido y el permanente rayado de los contornos.
Berlín se convirtió en su residencia y la isla de Fehmam, en el Báltico, en el aparíso terrenal donde descansar de la gran ciudad. Kirchner nunca dudó, y así lo plasmó en su obra, de que la única salida natural del hombre era abrirse a la naturaleza.
Nunca le faltó el reconocimiento, pero la intranquilidad reinante en aquella Europa de los años diez le pasó factura. Tras ser declarado inútil para el servicio militar por problemas de salud, Kirchner ingresó en numerosos sanatorios, pero su actividad artística se mantuvo intacta. En aquella época realizó numerosos esbozos y dibujos, e incluso, algún mural a gran formato. Apreciaba en los enfermos mentales que le acompañaban una claridad visionaria y una pureza expresiva que le empujaban a crear y a ellos, así como a médicos y cuidadores, les rindió homenaje en múltiples retratos.
Recuperado, o al menos libre, se instaló en 1917 definitivamente en Davos, en las montañas suizas, donde se dejó seducir por la vida rural, convirtiendo los ritmos de la naturaleza en los principales motivos de sus obras. El pico Tinzenhorn fue para él un símbolo atemporal de fuerza y sosiego, el eje de la experiencia visual que le supuso este nuevo mundo. La pincelada nerviosa de la etapa previa a la Gran Guerra se serenó y comenzó a superponer colores contrapuestos en superficies grandes y pequeñas que estructuban composiciones de estilo tapiz.
Informado de las tendencias internacionales gracias a su suscripción a revistas y a sus periódicas visitas a diversas exposiciones, se familiariza con los diseños de la Bauhaus y se deja influir por Léger, Le Corbusier y Picasso. En sus años finales, camina hacia una abstracta reducción de formas y adopta un lenguaje estático y ornamental de potente cromatismo.
La irrupción del nazismo y la inclusión de su obra en el llamado arte degenerado conllevó la retirada de los museos de 639 de sus piezas, y él mismo destruyó entonces muchas de sus esculturas y planchas de grabado. En 1938, Kirchner se quitó la vida en un paraje próximo a Davos.
INFORMACIÓN RELACIONADA
El Expresionismo alemán en sus grabados. Nueva York, 31/03/2011
Examen a Kirchner. Hamburgo, 13/10/2010
El Berlín de Kirchner. Nueva York, 31/07/2008
Un puente hacia la modernidad. Viena, 31/05/07
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