Entrevista a José Guirao. Director de La Casa Encendida

Afirma no echar nada de menos el Reina Sofía

Madrid,
José Guirao en su despacho en La Casa Encendida
José Guirao en su despacho en La Casa Encendida

La Casa Encendida es uno de los espacios más activos de Madrid. Acoge a lo largo de todo el año las propuestas culturales más innovadoras y aquellas con mayor peso social y de sostenibilidad. Charlamos con su director, José Guirao, un influyente gestor cultural que ya ha cumplido 10 años al frente de esta institución.

Puntual a la cita, José Guirao entra en la sala luciendo sonrisa y mostrando su actitud afable desde primera hora de la mañana. No pone reparos para posar ante la cámara, e incluso se permite contar alguna anécdota mientras se realiza la sesión de fotos. La confianza en su equipo es plena, como lo ponen de manifiesto sus gestos de complicidad o su rostro relajado cuando repasa con su jefe de prensa la apretada agenda del día, mientras despejan entre los dos la mesa llena de libros ante la que estamos a punto de sentarnos.

MASDEARTE: Cuando pienso en José Guirao, la primera imagen que me viene a la mente es la de un hombre discreto. ¿Es una cualidad imprescindible en un gestor cultural?

J. GUIRAO: La discreción responde a la idea de que el gestor cultural no es el protagonista de la cultura sino que es la persona que hace el enlace entre creador y público y que tiene que estar en segundo plano, o en tercer plano, porque el importante es el creador y el público, que para mí es otro creador.

Otra cualidad que yo destacaría fundamental para la gestión es la capacidad de oír. Las personas que gestionan la cultura o las instituciones deben de tener capacidad de receptividad hacia aquello que pasa en el sector y entender por qué pasa, huyendo de ese atolondramiento que traen las modas.

Su caso demuestra que no hace falta ir de estrella para triunfar en el mundo de la cultura. ¿Cómo se logra mantener el criterio y no caer en ese atolondramiento?

Hay gente que suma atolondramiento sobre atolondramiento en el sentido de que siempre está en la moda y las modas responden a cosas muy dispares, unas interesantes y otras no. Uno tiene que intentar siempre dar un paso atrás para ver las cosas con perspectiva, si estás dentro de la melé pues no siempre tienes la capacidad de objetivar. Es una posición de estar dentro pero fuera también para no dejarte engullir por movimientos casuales, banales o intencionados que se producen en el mundo de la cultura, como en cualquier otro mundo, que en ese sentido no es muy distinto, quizás es más intenso pero no distinto.

El sentido del oído y de la recepción, sobre todo hacia el creador y el público, es la clave de nuestro trabajo.

¿Creador y espectador están en el mismo plano?

La obra del creador se completa con la mirada del público y una obra va más allá o más acá según el público que sea capaz de valorarla.

“EL SENTIDO DEL OÍDO Y DE LA RECEPCIÓN,

SOBRE TODO HACIA EL CREADOR Y EL PÚBLICO,

ES LA CLAVE DE NUESTRO TRABAJO”

 

Su trayectoria es larga: la Diputación Provincial de Almería, la Junta de Andalucía, la Dirección General de Bellas Artes en el Ministerio de Cultura, el Reina Sofía y ahora La Casa Encendida. ¿Cuál es el lugar que le ha aportado más profesional y personalmente?

En todos los sitios la experiencia ha sido muy útil. La más difícil fue la del Reina, por eso quizás aprendí más de ciertas cosas. Porque ante la dificultad o sales corriendo o tratas de salir adelante. Fue la más compleja. Pero la más interesante fue la primera, la de la Diputación de Almería, quizás porque las primeras experiencias te marcan, son como la infancia para bien y para mal, y porque tienes una ingenuidad y una inocencia que hace que te atrevas con cosas con las que ahora no te atreverías. Recuerdo hacer Esperando a Godot por las plazas de los pueblos en verano y lograr que funcionase.

¿Y La Casa Encendida?

La experiencia de La Casa Encendida está siendo la más enriquecedora porque es un proyecto nuevo y, por mucha experiencia que tengas, ante lo nuevo todos los días tienes que cuestionarte todo y tienes que inventar y eso te genera un estado de ánimo muy agudo. También ha sido maravilloso poder hacer un equipo de cero.

¿Y cómo se enfrentó a ese reto?

Estoy contentísimo con la apuesta que hice pero cuando lo pienso ahora, uf. Se trataba de hacer un equipo con muy buena formación pero ninguna o muy poca experiencia. Yo aportaba la experiencia  y el grueso lo que aportaba eran ganas de trabajar, el reto de enfrentarse a un proyecto nuevo y, sobre todo, algo que es importantísimo para mí: una mirada nueva.

¿Qué es lo que más valora ahora?

Lo mejor es trabajar día a día con gente que tiene esa visión nueva, y en la mayoría de los casos, muy distinta a la mía. Aquí me lo he pasado y me lo paso fenomenal.

¿Echa de menos el Reina Sofía?

No, ni el Reina ni ningún otro sitio. Tengo una ventaja, cuando estoy en un sitio estoy cien por cien, pero una vez que me voy me olvido del lugar. Una vez que te vas tu trabajo ya está hecho y tienen  que venir otros y mejorar ese trabajo y alargarlo. Por otra parte, no conozco nada más desagradable que el has been, el haber sido algo y estar con esa cantinela. No, no lo echo nada de menos y, es más, a veces pienso “qué bien no estar ahí con ese problema”, porque yo lo viví con muchísima intensidad, me fue muy bien pero los inicios fueron muy problemáticos.

Además, tanto el museo como su director están siempre en el punto de mira…

Eso no está mal. Muchas veces está en el punto de mira por cosas absurdas que no se entienden muy bien y otras veces por cosas muy sensatas.

La gente lo percibe como algo vivo, que se está haciendo, y eso es bueno para la institución. Para una institución veinte años no es nada y el hecho de que haya controversia y debate demuestra que sigue habiendo interés y eso hace que el que está dentro siga atento, con cien ojos, y te obliga a pensar en cosas que a lo mejor de otra manera no te plantearías.

La sensación del Reina todos los días era que estabas en el alambre y sin vara para equilibrar y eso no me parece mal.

 

“FUE UN ERROR PLANTEAR

QUE EL GUERNICA SALIERA

DEL REINA SOFÍA”

¿Por qué hay ese pique entre el Reina y el Museo del Prado?

El Reina nunca se ha picado con el Prado. Los comentarios a veces despectivos -lo digo por algún director anterior al actual o por el tema del Guernica, digamos que tratan de marcar distancias diciendo que el Prado es una gran institución y que el Reina es menos. Pero eso siempre ha venido del Prado.

Sí ha podido pasar que el Prado haya mirado de reojo al Reina porque el Reina en algunas épocas ha tenido mucho protagonismo, no solo mediático sino también presupuestario, porque era nuevo y tenía más cosas que hacer.

En su caso, ¿cómo lo ve?

Ningún director del Reina hemos tenido el defecto de poner en cuestión al Prado, no lo recuerdo,  y supongo –en mi caso seguro y en el de los otros lo doy por hecho– que es por el enorme respeto que tenemos por la institución y por sus profesionales.

¿Y el revuelo por el Guernica?

El hecho de querer que El Guernica saliera sí que me ha parecido grave. Además, la operación se trató de cocinar a las espaldas del Reina, lo que no me parece respetuoso con la institución. Creo que cuando estás en una institución grande es cuando más respetuoso tienes que ser con los más pequeños.

Y digo todo esto con dolor de corazón porque siento enorme aprecio personal y profesional por su director, que además fue subdirector del Reina conmigo, pero creo que fue un error que hiciera ese planteamiento.

En España seguimos avanzando en materia cultural, pero lentamente. ¿Cuál es el referente internacional en el que fijarse para adoptar prácticas culturales más acordes a la contemporaneidad?

En los años 80 y 90 ha habido una influencia europea y fundamentalmente de la cultura anglosajona. Aspirábamos a ser como ellos. En estos últimos 20-25 años España ha salido mucho a ver y ha conocido y establecido buenas relaciones con otras instituciones, pero ahora quizás sea el tiempo de mirar más a Latinoamérica. Son sociedades emergentes, que aún tienen muchas carencias, con lo que el factor imaginación y el de cómo suplir la falta de recursos con voluntad y con imaginación hace que sean países bastantes creativos.

Brasil tiene museos excelentes. Bueno, ahora está de moda y es emergente pero esos museos no los han improvisado son resultado de muchos años de trabajo en situación precaria. México también es un caso paradigmático y curioso para interesarse en él.

 

“LAS REDES SOCIALES HAN SIDO UNA BENDICIÓN.
HACEN MUCHO MÁS ÁGIL Y MÁS GRANDE COMPARTIR  LAS EXPERIENCIAS”

 

Usted ha dicho en alguna ocasión que “la modernidad no debe ser sólo cultural, sino social y medioambiental”. ¿Es el eslogan de La Casa Encendida?

La novedad de La Casa es qué cosas difunde. Trata de difundir lo que yo llamo las carreteras secundarias, sacar a la luz territorios un poco ocultos.

¿Cuál es el área que la mantiene realmente encendida?

La que tiene más actividad es la cultural, en número de actividades y presupuesto. El área de cultura es más diversa porque abarca arte, música, danza, teatro, literatura y pensamiento. Las otras áreas no tienen tantas necesidades, son un trabajo más educativo, de debate, destinado a un público más pequeño. Son formatos más de trabajo, sobre todo lo social, medioambiental y educativo. No es un espectáculo presentar iniciativas sobre migración, temas de género o indigenismo. Lo que cada vez hacemos más son experiencias transversales, donde lo medioambiental y lo social, o lo cultural y lo social se mezclan a través de cine, de espectáculos, de literatura.

La Casa Encendida tiene un perfil de público principalmente joven. ¿Qué le interesa a la juventud española?

Tenemos una sociedad que, por suerte, cada vez está más abierta a más temas. Mi generación y la que me sigue estábamos muy compartimentados y poca gente tenía una visión amplia. Ahora, a los jóvenes no sólo les interesan las artes y hay quien pasa de ver una película de cine contemporáneo a ver una exposición de medioambiente.

La juventud que viene a La Casa, al menos la parte más vanguardista, está dispuesta a participar en el mundo y en su entorno a través de muchos canales. Es una sociedad que tiene interés social, preocupación medioambiental, interés cultural…

¿Fue esa la idea original o ha ido surgiendo al mismo tiempo que se iba “construyendo La Casa”?

Cuando hicimos la apuesta por La Casa esta idea ya nos rondaba. Creíamos que el nuevo público era más ecléctico e híbrido, menos cerrado. Era una intuición que había que contrastar con la realidad pero funcionó y ese ha sido un poco el éxito de La Casa, que ha ofrecido a un público nuevo esa variedad de intereses.

42.000 seguidores en Facebook. No está nada mal. ¿Qué papel juegan las redes sociales?

Las redes sociales son el futuro y son fundamentales para La Casa. La clave está en que la gente quiere compartir algo que le gusta. El fan de  La Casa Encendida es proactivo y el feedback es imprescindible.

Saber qué opina la gente es fundamental porque te obliga  a reflexionar sobre lo que haces, y volvemos aquí al inicio de la conversación. En la medida en que tienes una oreja muy grande y una boca pequeña hay mayor comunicación con tu entorno.

Han sido una bendición. Hacen mucho más ágil y más grande compartir las experiencias.

“EN OCCIDENTE ESTAMOS VIVIENDO UN ESTADO DE RETRACCIÓN.
LA GENTE SE ENCOGE ANTE LOS PROBLEMAS ANTE LOS DRAMAS SOCIALES,
ANTE EL TEMOR DE PERDER EL ESTADO DE BIENESTAR”

 

La Casa Encendida está celebrando la segunda edición del ciclo de conferencias “Nuevas utopías para un mundo mejor. Utopías posibles”. ¿Cómo puede contribuirse desde La Casa Encendida a crear un mundo mejor?

Un mundo mejor sería un mundo despierto al resto del mundo, interesado por el resto del mundo. Uno de los problemas que tiene esta sociedad es que no mira más allá de su esquina. Para mí, una manera de conseguir un mundo mejor sería un mundo más abierto, menos prejuiciado. En occidente estamos viviendo un estado de retracción. La gente se encoge ante los problemas, ante los dramas sociales, ante el temor a perder el estado de bienestar.

Mi voluntad para un mundo mejor es que tengamos una actitud más abierta y que miremos los problemas de frente. Si te encoges, tú te haces más pequeño y el problema más grande.

 

En Madrid, 15 de junio de 2011. Por Marta Gómez. Fotografías: Andrés Valentín

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