La Villa Getty de Malibú repasa la huella del mito de Arezzo en cinco siglos de arte clásico
La Villa Getty de Malibú inauguró el pasado 16 de julio “The Chimaera of Arezzo”, muestra que ha organizado en colaboración con el Museo Arqueológico Nacional de Florencia y que rastrea, en el arte romano cultivado entre el 700 y el 200 a.
C, las huellas del conocido mito clásico de la Quimera: un monstruo que respiraba fuego y que en su cuerpo presentaba rasgos de león, cabra y serpiente. Junto al bronce etrusco de gran escala que el Museo florentino ha cedido en préstamo al Getty, se muestran en Los Ángeles monedas, piezas de cerámica, gemas y otros objetos que analizan la presencia del mito en la la iconografía y la religión romanas de aquel periodo. La Quimera aparece citada por primera vez en los escritos de Homero y Hesiodo, en el s. VIII a.C, y con el paso de los siglos su historia pasó a convertirse en alegoría del poder de la cultura sobre la naturaleza, del dominio del espíritu sobre la materia y de la preponderancia del derecho sobre la fuerza. Según cuenta la leyenda, el joven guerrero Bellerophon huyó de Corinto tras asesinar al tirano local y buscó refugio en la corte del rey Proteo. La esposa del monarca, la reina Stheneboea, le acusó falsamente de intentar seducirla después de que él rechazase sus proposiciones. Proteo, en lugar de matarlo, decidió enviar a Bellerophon al rey Iobates de Lycia para que fuese éste quien le ejecutase. Seguro de que el joven moriría, Imbates envió a Bellerophon a enfrentarse con la Quimera, encargándole que diera muerte al monstruo, como finalmente hizo junto a su caballo Pegaso. Tras la hazaña, el héroe se hizo con el reinado de Iobates y con la mano de su hija, Philinoe. La victoria de Bellerophon sobre la Quimera de Arezzo ha sido representada en numerosas ocasiones en ánforas, cerámicas y todo tipo de piezas de arte etrusco e itálico, y también en objetos griegos a partir del 600 a.C. En ocasiones se concedía a la leyenda un significado simbólico de connotaciones religiosas: los pueblos itálicos la consideraron alegória del sacrificio que todo héroe debe realizar para asegurarse un feliz tránsito al más allá. Es por ello que la Quimera de Arezzo aparece representada en anillos o gemas depositadas junto a los muertos en sus tumbas. Los artistas etruscos mezclaban en sus representaciones las características que el texto de Hesiodo otorgaba al monstruo y las concepciones locales que de él mismo proliferaban en la península Itálica; hay que recordar que en la cultura etrusca los monstruos se asociaban al nacimiento, la muerte o la resurrección y que se retrataban a menudo al modo de madres alimentando a sus hijos.
Anillo etrusco, hacia 400 a.C
Michael C. Carlos Museum, Emory University
Photo courtesy of Christie´s