En más de una ocasión os hemos hablado aquí de la producción de Antonio R. Montesinos, que fue uno de nuestros primeros fichados y que viene trabajando inspirándose en nuestras experiencias cotidianas y en los espacios en que se desarrollan en medios muy diversos: dibujo, fotografía, instalación, medios digitales…
Hasta el próximo 7 de diciembre, presenta su segunda exposición individual en la sala malagueña Isabel Hurley: “Loop-hole”, un proyecto en el que, manteniendo sus habituales procesos de trabajo (uso de objetos y materiales encontrados en sus paseos urbanos, investigaciones fotográficas) ha abordado cómo, en los resquicios de las estructuras ordenadas de nuestros entornos urbanos, continúa siendo posible el juego libre, las experiencias no regladas.
Las piezas que ahora presenta en Málaga subvierten los elementos del espacio público que determinan día a día nuestros movimientos (señalética, cercados, vallas, materiales siempre cercanos) y propone un nuevo diálogo entre esos objetos y un ciudadano con renovada capacidad crítica. Estas obras se abren a la noción vanguardista del azar, a las derivas críticas de la Internacional Situacionista y su amor por la impermanencia (recordamos la Nueva Babilonia de Constant, no hace mucho en el Museo Reina Sofía) y también a la búsqueda de fisuras donde sea posible introducir la disidencia frente a lo normativo y heterogéneo, lo regulado por los poderes públicos. Literalmente, loop-hole quiere decir en inglés agujero en un bucle, expresión que no deja de ser bella, pero puede interpretarse también como vacío legal, como escapatoria.
Ha trabajado Montesinos como artista ludens proponiendo una urbe ludens de habitantes no alienados ni alineados: un espacio de acción colectiva donde sean posibles coreografías y movimientos infinitos y podamos hacer algo más que sobrevivir siendo sumisos y disciplinados.
Según Isabel Hurley, las obras presentes en la exposición constituyen una propuesta, entre la infinidad de posibilidades, sobre cómo alterar lo que se nos presenta como definitivo e incuestionable, con una clara intención de generar desorientación y estimular la inclinación hacia lo lúdico y el potencial creativo, asociado a él, que poseemos todos, mas o menos evidente o latente.
Vincula también su trabajo con La invención de lo cotidiano de Michel de Certeau, estudioso de los huecos para la disidencia existentes entre la producción de objetos y su consumo: El consumidor, en su asimilación y apropiación del entorno, reinterpreta el orden dominante y desvía las directrices propuestas. A una producción racionalizada, expansionista y centralizada, ruidosa y espectacular, corresponde otra producción astuta, silenciosa y casi invisible, que opera no con productos propios sino con maneras de emplear los ya existentes.
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