El Museo Reina Sofía adquiere en ARCO 2025 obras de una veintena de artistas por casi medio millón de euros

La mayoría de las piezas corresponden a artistas españolas

Madrid,

Como cada viernes de celebración de ARCOmadrid desde hace varios años, el Museo Reina Sofía ha anunciado sus adquisiciones en la feria, con sus fondos propios (en este caso, algo menos de 100.000 euros) y con las aportaciones del Ministerio de Cultura (casi 400.000). En esta ocasión, tres cuartas partes de las compras corresponden a trabajos de mujeres artistas y en su mayoría han sido efectuadas a galerías españolas: se trata de veintiséis piezas de diecinueve autores que el MNCARS suma a sus colecciones por 498.000 euros, unos 50.000 menos que en 2024.

Se ha procurado cubrir áreas poco representadas o inéditas en estos fondos, como la puesta en valor de una serie de dibujos de Victorina Durán, una artista clave en la generación del 27 y el exilio, vinculada al surrealismo en sus inicios. Se incorporan al Reina Sofía media docena de sus composiciones sobre papel de los años treinta, de trazos delicados y evocadores de una atmósfera de intimidad, del mundo del ballet, que ella conoció en su infancia, y de un velado erotismo lésbico.

La Segunda Ola del feminismo tiene su representación en estas compras en dos dibujos de Maribel Nazco, que se enmarcarán en el conjunto escultórico de esta autora canaria que ya posee el Museo. Estableciendo diálogos entre pintura y metal, lo mecánico y lo orgánico, sus piezas fusionan el cuerpo humano con la máquina y el paisaje. Corresponden esos dibujos a la serie Cuerpos, en los que la línea que delimita la luz y la sombra parece ensamblarse de igual manera que su trabajo en metal, y el erotismo está de nuevo muy presente, aunque no de forma directa.

Maribel Nazco. Sin título. Serie Cuerpos, 1976
Maribel Nazco. Sin título. Serie Cuerpos, 1976

La Premio Velázquez argentina Marta Minujín participa igualmente del esencialismo feminista con su serie Frozen Sex, en la que trabajó tras adentrarse en cines porno, cabarés, sex shops y fiestas de Nueva York y San Francisco, a principios de los setenta. Se trata de serigrafías que combinan la estética pop con detalles ligados al imaginario del deseo y el sexo. Próximamente, el MNCARS le brindará una monográfica.

Comparte generación Minujín con Judy Chicago, que entra en las colecciones del Reina Sofía con un vídeo relevante en la perfomance feminista internacional: Women and Smoke, California, que documenta una serie de performances, organizadas por la propia Chicago entre 1971 y 1972, en las que ponía en cuestión la que consideraba masculinización excesiva del Land Art, sobre todo en sus primeras etapas.

En cuanto al fondo textil del Museo, crecerá con una pieza importante del artista catalán Josep Grau-Garriga, pionero y maestro de la escuela catalana de producción de arte tejido, habitualmente feminizado por la historia del arte. La obra adquirida se llama Colors de secà (1974) y la llevó a cabo en su etapa de madurez, cuando investigaba la materia de las fibras y la posibilidad de transitar de un concepto plano del urdimbre y la trama hasta uno tridimensional. La variedad de fibras que utiliza Grau remite tanto al trabajo artesanal como a la industria, al tiempo que apela al trabajo humano, el paisaje y la tierra a través de su mismo título y su materialidad, textura y color. Es el primer proyecto de este creador en el Reina Sofía.

Josep Grau-Garriga. Color de secà, 1974
Josep Grau-Garriga. Color de secà, 1974

Y del pionero del minimalismo estadounidense Robert Morris se incorpora a sus colecciones una serie de arte gráfico de 1969, en la que este autor concibe el paisaje como un constructo entre la naturaleza tradicional y la cultura. Hablamos de una decena de litografías que publicaron los Amigos del Detroit Institute of Art en 1969 y que representa un documento importante del Earth Art; hacen referencia a otros tantos proyectos irrealizables en los que desplegaba la idea de que el arte podía no ser solo contemplado, sino además recorrido.

La reacción conceptual al triunfo de la pintura de los ochenta en la década siguiente tiene un ejemplo importante en Elena Blasco, cuya producción, ajena a etiquetas, abarca la escultura, la pintura, la fotografía y la instalación. El Museo ha adquirido Estufa-Adelfa (1991), instalación compuesta por una estufa portátil y un gran tiesto envueltos por una gruesa cuerda que casi los cubre: un satírico ready-made que alude a un impulso conceptual reactivo a esa pintura expresionista que había triunfado en el arte español en los años inmediatamente anteriores.

Elena Blasco. Estufa-Adelfa, 1991
Elena Blasco. Estufa-Adelfa, 1991

Por primera vez se suma a los fondos del MNCARS la pintora Ángela de la Cruz, con una obra representativa de su concepción material de la pintura a finales de noventa: Nothing Under a chair, en la que un lienzo se acopla bajo las patas de una silla, acercándose a los procedimientos escultóricos. Incorpora, además, una metáfora del acto creativo esforzado: la silla manchada de pintura, y el lienzo arrugado, desechado debajo; se trata, asimismo, de una representación de la vida cotidiana de la propia autora, del cuerpo que ama, odia o sufre, según ella recuerda.

Hablando de esculturas, ha comprado el Reina Sofía también cinco de María Luisa Fernández, vinculada a la Nueva Escultura Vasca junto a Elena Mendizábal, Txomin Badiola, Juan Luis Moraza, Ángel Bados o Pello Irazu. Su producción desde los ochenta suele cuestionar el lugar de representación de la figura del artista, en especial de las mujeres, valiéndose de un lenguaje próximo al posminimalismo, al conceptualismo y a la revisión de la tradición escultórica vasca; también de juegos de palabras, dobles sentidos y de alusiones a la naturaleza.

Las piezas adquiridas forman parte de la serie Artistas ideales (1990-1994), en la que partió de las formas geométricas que recogen los gráficos circulares que ilustran datos referidos a la presencia pública de los creadores. Las elaboró en madera policromada al óleo, sobre todo en blanco o negro.

Ángela de la Cruz. Nothing under a chair, 1999
Ángela de la Cruz. Nothing under a chair, 1999
María Luisa Fernández. Artistas ideales, 1990-1994
María Luisa Fernández. Artistas ideales, 1990-1994

Un último capítulo de adquisiciones del Reina Sofía se nutre de autores que trabajan desde el estricto presente, como Marina Vargas, quien ha utilizado el tema del encuadre de la pintura académica del siglo XIX para producir una cultura visual para el cáncer como estigma a menudo borrado de la realidad cotidiana. Romper el canon (2021) es una de sus propuestas basadas en el cuestionamiento del canon estético occidental y en la visibilidad de los cuerpos ajenos a la norma.

De Raquel Manchado, que ha trabajado recuperando testimonios de la misoginia popular a comienzos del siglo XX y forma parte de la muestra “Esperpento. Arte popular y revolución estética“, el MNCARS ha comprado las noventa postales de su Archivo de Misoginia Ilustrada integrados en el discurso de esa misma exposición; y de Laia Abril, tres obras insertas en la instalación On Rape (Sobre la violación) (2019), en la que se sumergió a raíz del impacto social del caso de La Manada. Las concibió como retratos conceptuales cuyas historias revelan casos de supervivientes de agresiones sexuales en diferentes ámbitos: el ejército, la iglesia y los matrimonios forzosos.

La española afrodescendiente Agnes Essonti aborda en sus creaciones nociones de identidad, pertenencia y ascendencia en el contexto de la diáspora africana en España; el Reina Sofía ha adquirido de ella la instalación fotográfica A Journey, que toma como punto de partida una estatuilla de madera procedente de África Central y conservada en el Museu Etnològic i de les Cultures del Món de Barcelona. Encargó una reproducción de la misma y viajó con ella a Camerún, gesto con el que metafóricamente la sacaba del museo y ensayaba un viaje de restitución, no literal.

Mónica Planes y Mónica Mays representan, para el Reina Sofía, la potencia de la escultura española de las nuevas generaciones. De la primera, que experimenta y negocia con distintos materiales, como el cemento y la arena de construcción, el Museo se hace con una de las piezas de su serie Desvelo, en la que conviven protuberancias y huecos, el anverso y el revés; de la segunda, que explora la agencia y la historia económica de diversos objetos, a menudo encontrados, desde parámetros históricos, and they pray to these images…, knowing not what gods or heroes are, obra en torno al deseo, el paraíso y el extractivismo.

De Carlos Rodriguez-Méndez adquiere el Reina Sofía Región de validez, representación conceptual del duelo hacia su padre; y de Daniel Steegmann Mangrané, uno de los jóvenes artistas que más a fondo ha trabajado a partir de la naturaleza, una escultura de la serie Rejillas sistémicas: un panel de cristal construido con secciones de vidrio transparente y ligeramente distorsionado que se fijan a una lámina subyacente de vidrio de seguridad para crear un patrón geométrico. Está sujeto por una base de hormigón, que recuerda la arquitectura museística diseñada por Lina Bo Bardi para el Museo de Arte de São Paulo en 1957.

Por último, los fondos de arte latinoamericano del Museo se completan con los colombianos Luz Lizarazu, con una instalación de medias que señalan una forma inédita de ocupación del espacio colectivo; y Juan Pablo Echeverri, con la pionera reflexión sobre la autorrepresentación en sus obsesivos fotomatones diarios (miss fotojapón).

Mónica Mays. and they pray to these images..., knowing not what gods or heroes are, 2024
Mónica Mays. and they pray to these images…, knowing not what gods or heroes are, 2024

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