El Museion de Bolzano ha comenzado este 2016 con una doble propuesta expositiva protagonizada por Francesco Vezzoli, que por un lado ejerce de comisario invitado de una muestra que revisa las colecciones de este centro italiano y, por otro, presenta una retrospectiva de su obra escultórica. Este proyecto doble ocupa al completo las instalaciones del museo y tiene su punto de arranque en un mural inspirado en una pintura de Giovanni Paolo Pannini que hace que la atmósfera de la planta baja del Museion parezca la propia de una galería de pinturas del s XVIII.
Desde sus obras abstractas hasta las recientes esculturas policromadas que presentó el año pasado en el MoMA PS1 dentro de la exposición “Teatro Romano”, Vezzoli ha basado su producción en el diálogo irreverente e irónico con el arte del pasado, también con la historia antigua o el cine clásico. Como artista se considera anárquico, así que busca subvertir valores asentados mediante el uso de recursos retóricos como la hipérbole o la antítesis, provocando cambios de significado en motivos que todos conocemos. Ese modus operandi se hace muy evidente en las dos muestras que Vezzoli presenta, como comisario y como artista, en el Museion.
En la primera ha tratado de plasmar su visión personal sobre los fondos del museo, intentando que estos interactúen con réplicas de fragmentos de obras maestras del arte occidental conservadas en museos europeos y americanos: en torno a las piezas del Museion podemos ver marcos en trampantojo de pinturas de Miguel Ángel, Rafael, Caravaggio o Ingres, entre otros.
Para Vezzoli no hay una vía clásica y otra excéntrica de crear o de narrar la historia del arte, el camino correcto es el del diálogo y la apertura a múltiples narrativas
A la hora de seleccionar las piezas de la colección que deseaba mostrar, Vezzoli prestó mayor atención a las de menor formato y a las que se exponen menos frecuentemente al público. Ha elegido treinta, entre pinturas, fotografías, obra gráfica e instalaciones, quedando representados géneros variados, del retrato y el autorretrato a la naturaleza muerta pasando por el paisaje. Entre esas obras encontraremos algunas del propio Vezzoli.
Las posibles asociaciones o disociaciones entre obras de distintas épocas y estilos se hacen infinitas, y se mantienen en la muestra de esculturas del propio Vezzoli, en diálogo igualmente con piezas antiguas. El artista reelabora desde un punto de vista tan crítico como lúdico las tradiciones del retrato romano clásico, como podemos ver en su autorretrato como romano togado llorando de 2012, o interpreta de forma muy personal la mitología antigua en trabajos como Metamorfosi (Autorretrato como Apolo matando al Sátiro Marsias), del año pasado.
Los planteamientos de Vezzoli sobre el arte antiguo son tan atrevidos y provocadores como, a menudo, fundamentados: es el caso de una serie de bustos de mármol realizada en los primeros años después de Cristo a la que Vezzoli restauró su color original basándose en evidencias arqueológicas y estudios científicos que no han tenido discusión. Llamó a su intervención True Colors.
Y no solo se ha fijado en el arte antiguo, también en obras maestras modernas e iconos contemporáneos, transformando a Sofia Loren en musa de Giorgio de Chirico.
Para Vezzoli no hay una vía clásica y otra excéntrica de crear o de narrar la historia del arte, el camino correcto es el del diálogo y la apertura a múltiples narrativas.
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