El Museum of Modern Art de Nueva York y el San Francisco Museum of Modern Art han anunciado que el próximo año abrirán una retrospectiva conjunta dedicada a Bruce Conner; será su primera antología completa y la mayor muestra dedicada a este artista estadounidense desde hace dieciséis años. Se presentará en Nueva York entre el 3 de julio y el 2 de octubre y en San Francisco del 29 de octubre al 22 de enero de 2017 y reunirá doscientas cincuenta piezas entre vídeos, pinturas, dibujos, grabados, instalaciones y fotografías.
Bruce Conner, que falleció hace siete años, fue uno de los artistas estadounidenses más influyentes de la posguerra. Trabajó durante medio siglo en California y alcanzó reconocimiento internacional con obras en las que abordaba sin tapujos asuntos relacionados con la sociedad americana de su tiempo, sobre todo con su incipiente consumismo y con el temor a una catástrofe nuclear durante la Guerra Fría.
Si algo caracteriza su producción es el uso fluido de todos los formatos artísticos, entre los que no estableció barreras jerárquicas de ningún tipo, rasgo absolutamente distintivo del arte de nuestro tiempo que en los inicios de la carrera de Conner era aún arriesgado. De hecho buena parte de sus obras se sirven de lenguajes híbridos: combinó los de la pintura y la escultura, o los de la performance y el cine, el dibujo y el grabado, y desde sus más tiernos comienzos utilizó objetos encontrados. Empleándolos realizó dos de sus obras más reconocidas, las esculturas Child (1959-1960) y Looking Glass (1964), de temática oscura: la primera en relación con la violencia ejercida sobre la infancia, y la segunda en cuanto a la imagen social de la mujer.
Durante esa primera etapa de su carrera, Conner también se convirtió en pionero del cine de vanguardia y buscó redefinir, con gran ambición, los principios del cine mismo. En sus filmes incorporó imágenes tomadas de una gran variedad de fuentes, ideó un método rápido de edición y utilizó bandas sonoras de música pop que se convertirían en uno de los signos más reconocibles de esta vertiente de su producción: a Cosmic Ray (1961) y a Breakaway (1966) se las cita a menudo como piezas precursoras del vídeo musical.
Al igual que sus assemblages, los filmes de Conner tocaban temas de actualidad en su momento y controvertidos, como la banalización de la violencia en la cultura americana, la cosificación de la mujer y la posibilidad de un holocausto nuclear. Por esa audacia de sus contenidos y por su innovación estructural, trabajos como A Movie (1958), Report (1963–67), y Crossroads (1976) se han convertido en hitos del cine experimental americano.
Organizada cronológica y temáticamente, la futura muestra del MoMA y el SF MoMA hará hincapié en el carácter eminentemente variado de la obra de Conner (autor también, como hemos dicho, de dibujos, collages y de dos series fotográficas entre las que se encuentran fotogramas en blanco y negro a tamaño natural que el artista calificó como sus ángeles).
Además de sus principales series, la exposición contará con trabajos rara vez expuestos, como pinturas de la década de los cincuenta, grabados, collages e incluso tapices. Se ha reeditado el material del filme más antiguo de Conner y también habrá instalaciones digitales a gran escala.
La exhibición nos dará la oportunidad, además, de contemplar por vez primera la instalación multicanal Three Screen Ray (2006) junto a las obras pasadas más significativas de Conner.
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