Fue descubierto en la Cueva de Abauntz, en Navarra, en 1993, pero hasta este año su contenido no había podido ser descifrado por arqueólogos de la Universidad de Zaragoza. Grabado a Buril, refleja con cierta fidelidad el espacio geográfico europeo de su época y cuenta con más de 13.600 años de antigüedad.
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