El IVAM celebra la escultura de Degas

Hasta el 17 de abril, el centro revisa al completo los bronces del impresionista

Del 3 de marzo al 17 de abril de 2011, en el Instituto Valenciano de Arte Moderno

Comisarios: Walter Maibaum y Carol Conn

Sus pinturas y dibujos son sobradamente conocidos por todos, pero las esculturas de bronce de Degas raramente se han expuesto al público, aunque en los últimos años esté cambiando la tendencia. Representativas de los temas emblemáticos del artista presentes también en su obra pictórica (bailarinas en movimiento o descansando, figuras sentadas, caballos al galope o en reposo, bañistas y retratos), estas piezas formaban parte de la intimidad del artista parisino, que las creaba para su propio disfrute y contemplación; de hecho es sabido que sólo sus más allegados eran conscientes de la existencia de este buen número de esculturas.

El público sólo tuvo conocimiento de la faceta de Degas como escultor una vez muerto el artista, cuando sus herederos hallaron estas obras en su casa y en su estudio. La mayoría de ellas estaban elaboradas en una mezcla de arcilla y cera, y se decidió que setenta y cuatro de esas piezas fueran reproducidas en bronce para asegurar así su conservación.

La exhibición que hoy abre sus puertas en el Instituto Valenciano de Arte Moderno revisa estos trabajos y los exhibe en su totalidad por primera vez en España, en un proyecto  comisariado por Walter Maibaum y Carol Conn. Las piezas que podremos contemplar en el centro son fruto de una nueva fundición que se hizo posible tras el descubrimiento, en 2004, de las figuras de yeso realizadas por un amigo de Degas, Paul-Albert Bartolomé, a partir de ceras originales del artista.

    

En ellas se manifiesta el interés de Degas por capturar el “espíritu de su tiempo” a partir del examen meticuloso del día a día y de las lecciones de los maestros del pasado. Su producción, cuya proyección intelectual es más intensa de lo que sus obras aparentan, observa en detalle al ser humano, sobre todo a las mujeres, desde una absoluta objetividad, buscando sus poses más espontáneas y naturales.

La famosa bailarina de 14 años que se mostró en la exposición impresionista de 1881 impactó a la sociedad del momento por su realismo: su coloración natural y su cabello real. La incorporación de materiales extravagantes para la escultura de la época, como tul, seda o lazos de satén, supuso un avance sin precedentes.

La contemplación de las esculturas de Degas junto a sus pinturas, grabados, monotipos y fotografías, e incluso completándola con la lectura de sus sonetos, permite entender el modo en que sus pinturas hicieron posibles sus esculturas, o incluso cómo las convirtieron en necesarias para comprender el alcance de la exploración realista del francés.

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