La galería Leslie Sacks Fine Art de Los Ángeles recuerda los grabados que Hockney realizó en los setenta y los ochenta
David Hockney comenzó a ser reconocido internacionalmente cuando se trasladó a Estados Unidos desde Inglaterra y se estableció en Los Ángeles, convirtiéndose en el “niño mimado” de la escena artística californiana. Ese periodo, el de los años setenta y ochenta, coincidió con un resurgimiento del grabado en aquella ciudad, en parte gracias al surgimiento de los talleres de litografía Tamarind y de la editorial GEMINI G.E.L, que encargó a Hockney algunos de sus grabados más emblemáticos.
El británico se había esforzado en los sesenta por no hacer uso de las pulidas habilidades artísticas que había adquirido en sus años de formación, pero ya en los setenta volvió a emplear métodos de dibujo clásicos que lo acercaban a un público más amplio y que en la época disiparon cualquier duda sobre el talento del artista pop.
Su estilo volvió a transformarse de nuevo en los ochenta, desde esa impronta relativamente clásica de sus anteriores grabados hacia unos aires más expresionistas que lo acercaban a Matisse. La muestra de la Galería Leslie Sacks recoge obras de ambos periodos, ejemplificados en los diversos retratos de Celia. Puede visitarse hasta el 29 de octubre.
David Hockney
Celia Elegant, 1979
David Hockney
Celia, 8365 Melrose Avenue, Hollywood, 1973
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