El binomio arte lectura ha sido el motivo de inspiración para el escritor David Trigg, que ha recopilado en su última publicación una selección de obras de arte en la que los libros tienen un protagonismo especial. Bajo el título El Arte de la Lectura: Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días encontramos un curioso paseo por la historia del arte pero también la mirada conocedora del autor, que ha sabido introducir interesantes contraposiciones entre artistas de distintas épocas, rompiendo así con la narración lineal o cronológica y ofreciendo la posibilidad de ampliar las conexiones visuales o conceptuales.
Esta publicación es un homenaje a la lectura y a los libros como elemento cargado de connotaciones, presentes en la creación artística desde hace más de 2000 años. Como vemos en las ilustraciones que la acompañan, estos han sido utilizados para transmitir mensajes e ideas como, por ejemplo, el nivel intelectual de los que se retrataban con ellos; como símbolos de piedad en los cuadros religiosos, o como materia prima para esculturas contemporáneas. Para poner en contexto todas estas ideas se incluyen varios ensayos.
Junto a muchas de las reproducciones el autor ha incorporado una leyenda explicativa sobre la obra y sobre el valor o el sentido que esa imagen ha cobrado con los años. Así, por ejemplo, encontramos el fresco titulado Mujer con tablilla de cera y estilete (h. 55-79 d.C.), del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, cuyo retrato se considera hoy en día un homenaje a la alfabetización femenina. En el cuadro de Velázquez Bufón con libros (Retrato del bufón don Diego de Acedo, el Primo), conservado en el Museo del Prado, la presencia de los libros –especialmente uno muy voluminoso que contrasta con la estatura del personaje– y de otros elementos como el tintero y la pluma, nos indica la condición docta del representado. Aquí Velazquez no está pintando al bufón deforme que entretenía al rey en los ratos de ocio sino al trabajador real que también realizaba tareas administrativas y ejercía como correo con responsabilidad al frente del sello con la firma real. La tumba de Leonor de Aquitania (Anónimo, 1204-1210, en la Abadía de Fontevraud, Anjou, Francia) representa un ejemplo singular de escultura funeraria que muestra a la difunta como si estuviera viva y además leyendo un libro, posiblemente la Biblia o un salterio, lo que transmite la idea de que la lectura era importante para la reina y simboliza un grado de cultura en una época en la que la alfabetización y la educación femeninas no eran precisamente una prioridad. También encontramos curiosos ejemplos dentro del arte contemporáneo, como La reproducción prohibida de Magritte (1937), una pintura que el belga realizó para la casa del poeta y mecenas británico Edward James. En ella vemos a un hombre frente a un espejo que nos devuelve esa misma visión de su nuca y un libro sobre una repisa del que podemos adivinar que se trata de un ejemplar de Narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, en el que se cuenta la expedición llevada a cabo por Pym al polo sur y de la que este sostiene que es el autor y que Poe es tan solo el editor de la obra, preocupado por hacer entender a los lectores que se trata de un diario de viaje verídico y no de una ficción. Con esto juega Magritte en este retrato para introducir su habitual dicotomía entre realidad y fantasía y su habilidad para presentar situaciones improbables como auténticas. La escultura moderna y la instalación también nos ofrece interesantes piezas de las que Trigg no ha querido olvidarse, como Otra persona: una biblioteca de 100 libros escritos de forma anónima o bajo seudónimos, de Shilpa Gupta (2011); Lucidez e intuición: Homenaje a Gertrude Stein, de Susan Hiller (2011); La biblioteca para los pájaros de Nueva York, de Mark Dion (2016); el iglú Hogar, de Miler Lagos (2011); Contemporáneos, de Alicia Martín (2000); el muro de libros que Kounellis levantó en la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina en 2004 o los Libros voladores (Homenaje a Borges) de Christian Boltanski en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, entre otros.
La presencia de la mujer lectora en este libro es fundamental, como autora aún resulta escasa. Desde personajes tan reconocibles como la Virgen María, la Magdalena leyendo de van der Weyden, las Sibilas o sor Juana Inés de la Cruz, a damas anónimas, niñas y mujeres de distinta condición que leen, en las más diversas poses y escenarios, con ejemplos bellísimos como los de las pinturas de Botticelli, Gerrit Dou, Fragonard, Carl von Steuben, Mary Cassatt, Suzanne Valadon o Hopper, por citar algunos.
También a lo largo del libro se van intercalando citas que invitan a reflexionar sobre la lectura y su disfrute, algunas de ellas auténticas declaraciones de intenciones, como esta de Erasmo de Róterdam: “ Cuando tengo algo de dinero, me compro libros. Si sobra algo, compro comida y ropa”.
TÍTULO: El Arte de la Lectura: Libros y lectores en el arte de Pompeya a nuestros días
AUTOR: David Trigg
EDITORIAL: Phaidon
IDIOMA: español
PÁGINAS: 352 pp.
IMÁGENES: 280 ilustraciones en color
PRECIO: 29,95 euros
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