Ellsworth Kelly. Red Curve, 1986
La sede de esta institución en Philadelphia muestra una selección de esculturas de gran formato de Ellsworth Kelly
Para conmemorar su primer aniversario en Philadelphia, la Barnes Foundation, que mantiene su sede anterior de Merion, abrió al público el pasado 2 de mayo su primera muestra de arte actual desde 1923, “Ellsworth Kelly: Sculpture on the Wall”. Ellsworth Kelly ha cumplido precisamente 90 años, los mismos que hace que la Barnes no exponía en sus espacios creaciones recientes.
La exhibición podrá verse hasta el 2 de septiembre e incluye ocho de las esculturas murales más representativas de Kelly, como Sculpture for a Large Wall (1956-1957), que ha cedido para la ocasión el MoMA, otras siete piezas de gran tamaño y tres estudios prestados por otras colecciones.
Desde Sculpture for a Large Wall, obra considerada todo un manifiesto, Kelly ha continuado investigando las relaciones entre pintura, escultura y arquitectura. Esa mítica obra de los cincuenta puede verse en la Roberts Gallery dispuesta de modo que entable un contacto directo con los ojos del espectador, tal y como el artista minimalista confesó a John Cage que le gustaría que fuese contemplada. Está formada por 104 paneles de aluminio que ocupan la pared más larga de su sala y que, con su rítmico juego de colores, iluminación y formas, transforman por completo su entorno.
Kelly diseñó esta obra por encargo del Penn Center’s Philadelphia Transportation Building y desde 1998 forma parte de los fondos del MoMA; ahora vuelve a la ciudad para la que se creó.
Ellsworth Kelly. Sculpture for a Large Wall, 1956-1957
El artista neoyorquino se interesó mucho en sus comienzos por la obra de Paul Cézanne, Henri Matisse y Pablo Picasso, genios representados en la colección Barnes cuya producción estudió a fondo tanto en Nueva York como en sus estancias en París. No hizo ninguna distinción entre la pintura y sus esculturas de pared, le interesaba fundamentalmente el trabajo artístico en dos dimensiones, ya fuera en lienzo, metal o madera, sobre bordes rectos o curvilíneos.
Esta obra abstracta de Kelly es la mayor expresión del interés por la línea, la forma y el color que ha mantenido a lo largo de toda su carrera. Mucho tienen en común, por ejemplo Black White Black (2006) y White and Two Blacks (1953), obra que supuso un primer esquema de la pieza más tardía y que consta de un tríptico compuesto por varios cuadros del mismo tamaño, su primer experimento con la escultura dispuesta sobre el muro. En la escultura de 2006, pieza cuyo tamaño triplica el de su antecesora, el panel blanco central, dominante en dimensión y poder sobre el resto, parece empujar a los de sus laterales a su aislamiento en la pared también blanca. Del mismo modo, los bocetos y collages que ha elaborado en las últimas décadas son también el prolegómeno de sus obras más recientes: Black Form I (2011) parece retomar el dibujo de una forma en U blanca sobre fondo azul que elaboró en la década de los sesenta.
Pese a que los trabajos de Kelly parecen sugerirnos una perfección casi platónica, se derivan de sus observaciones del mundo real, de la naturaleza y de los actos humanos, siendo el muro su campo de trabajo formal y creativo.
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