Ignasi Aballí, Marlon de Azambuja, Angela Cuadra, Carlos Garaicoa, Marla Jacarilla, Gema Polanco, Ignasi Prat, Marco Prieto, Fernando Sánchez Castillo, Clara Sánchez Sala, Daniel Silvo y Françoise Vanneraud participan, hasta el próximo marzo en el Centro Conde Duque, en el proyecto “El Arca. Lecturas Contemporáneas del Archivo de Villa”, comisariado por Pia Ogea: se trata de una revisión subjetiva de los fondos de ese Archivo desde la mirada de los participantes, a veces más cercana a la crítica y otras a la experiencia íntima.
Este Archivo comenzó a gestarse en 1152, se cita en una Provisión Real de 1525 y atesora, y también divulga, documentación ligada desde entonces a la vida cotidiana de Madrid y sus habitantes: relativa a fiestas populares, urbanismo, mercados, prisiones, catástrofes naturales o al censo… Y el título de la muestra procede del llamado Arca de los Privilegios o arca de tres llaves que, desde la Edad Media, conservó tesoros de Madrid: documentos reales, pesas, medidas, un pendón de batallas… Allí permanecieron esos objetos hasta que, tras el traslado de la Corte a la Villa, se multiplicó la documentación emitida (sobre la vida de los madrileños y la labor del Ayuntamiento) y fue necesario buscar un lugar donde ordenarla… hasta hoy.
La finalidad de la exhibición es poner de relieve el patrimonio, tanto documental como artístico, que atesora dicho Archivo y también proyectar sobre él una mirada contemporánea desde planteamientos plurales, en muchos casos basados en la deconstrucción de la imagen del archivo como lugar por completo aferrado a la historia o la cultura; en otros, en el que Hal Foster llamó “impulso del archivo”: la apropiación por parte de los creadores de los fundamentos de estos legados, convirtiéndose los artistas en una suerte de “archivistas”.
En la exposición encontraremos imágenes de arquitecturas, monumentos o lugares asociados al pasado y a sus pretéritas autoridades: obras que nos hablarán de memoria, de las posibilidades de interpretación que nos ofrece la historia, del aura propia de los documentos originales o del valor de la autoría y del papel, subrayando además la sensualidad asociada a su tacto; las piezas que forman parte de la exposición componen paisajes o atlas imaginarios que también remiten a los relatos (históricos) subyacentes en las toneladas de papel que se guardan en el subsuelo de Conde Duque. Se ha acentuado el diálogo entre los fondos bibliográficos seleccionados y las obras creadas específicamente para la ocasión por cada uno de los autores, intencionadamente españoles o residentes en Madrid para hacerlos formar parte de un contexto común con los materiales con los que han trabajado.
Aballí vienen sustentando buena parte de su producción en el análisis de la realidad desde el método archivístico: documenta la micro y la macrohistoria en forma de listados y catalogaciones de lo visible y lo invisible. Explica que le interesan la ausencia, la huella, el vacío, lo que ya no está.
En esta exhibición presenta Pájaros y flores, un jardín formado por plantas prestadas por los empleados del Archivo que evoca el mercado de plantas tropicales diseñado para la Plaza del Príncipe Alfonso (hoy Plaza de Santa Ana), del que no se conservan testimonios documentales. Este espacio, claro, desaparecerá cuando finalice la muestra.
La propuesta de Marlon de Azambuja, Pensamientos, remite, a través de formas orgánicas y gestos primarios, a las pequeñas historias que acompañaron los sucesos presentes en documentos centenarios, como la carta abierta de Alfonso X de 1261, el poder notarial más antiguo custodiado en el Archivo de 1474 o el testamento de 1525 de Beatriz Galindo, La Latina.
Ángela Cuadra, por su parte, ha buscado asociar la ciudad a las esencias de sus habitantes, y viceversa, considerando ambos mutuos retratos entre sí. Partiendo de documentos digitalizados de las alineaciones de las calles de la zona de Palacio presentes en este Archivo de la Villa, funde lo público y lo privado, las personas y su hábitat. Y Carlos Garaicoa, también atento a los mensajes subyacentes en el medio urbano, nos propone en Cúpulas un inventario de cuarenta de ellas; algunas apuntan a corrupciones del poder.
Marla Jacarilla, que pasó por nuestros Fichados, ha reunido aquí una recopilación de firmas que ella misma ha falsificado: las de artistas de índole muy diversa y las de falsificadores, y ha dispuesto junto a ellas firmas originales de figuras como Gutiérrez Solana, Benjamín Palencia, Federico Madrazo, Antonio Saura, Joaquín Sorolla o Vázquez Díaz. También nos ofrece citas compuestas por palabras tomadas de la primera y la última novelas de Perec: El Condotiero (1960) y El gabinete de un aficionado (1979), en las que este autor demostró su interés por la copia, la reproducción, la falsificación o el plagio.
La valenciana Gema Polanco, que siempre ha trabajado con sus archivos familiares, buscando datos desconocidos o el refrendo de sus intuiciones, se centró en el Archivo de la Villa en los fondos vinculados a los caballos y animales, por su ligazón a su propia historia y a su abuelo Miguel. El vídeo Lo que no me dejaba ver alude a sus dificultades para interpretar caligrafías, dentro de ese mundo que le era cercano.
Ignasi Prat, por su parte, plantea en El mundo de los vencedores una investigación sobre las residencias privadas de los responsables de la represión en el franquismo (sus planos y alzadas), enlazando ese ámbito particular con el público a partir de un ejercicio de voyeurismo. Y Marco Prieto se ha fijado en la guardia urbana, cuerpo de defensa alternativo al ejército y las fuerzas de seguridad compuesto por vecinos de localidades cercanas a Madrid, y en su rol en la segunda mitad del s XIX en Madrid, en relación con liberalismo, absolutismo y progresismo.
De Sánchez-Castillo contemplaremos Archivo Paralelo, un conjunto de fotografías, objetos y documentos relativos a la guerra y posguerra Civil en Madrid que acompañan a la lista de fusilados de 1808 que guarda el Archivo de Villa y que, como elementos personales, no forman parte de archivos institucionales. El artista los adquirió a coleccionistas privados o de manos de descendientes de esas víctimas. Además, junto a la lista manuscrita de las víctimas del 2 de Mayo procedente del Archivo de Villa, se exhiben también otras monumentalizaciones como la de Paracuellos o el Cementerio del Este y varios dibujos y apuntes visuales que aportan claves para interpretar por caminos alternativos la lógica del archivo.
Clara Sánchez Sala imprimió, hace seis años en código binario, textos de El Hacedor de Borges sobre pequeños guijarros: reflexionó así sobre los contrastes entre la perdurabilidad de la piedra y el carácter etéreo de los soportes digitales. En Conde Duque exhibe Laberinto de símbolos, laberinto de tiempo invisible, una nueva reivindicación de los valores táctiles del papel a partir de un libro que recoge la entrada y salida de documentos del Archivo de Villa entre los siglos XVI y XIX.
En Monarca recobrado: Homenaje de amor y eterna gloria, Daniel Silvo ha recordado que, para conmemorar el regreso de Fernando VII a España en 1814, Antonio López Aguado realizó en Madrid varias obras en memoria de las víctimas del 2 de mayo: un Arco triunfal en la calle de la Almudena, la decoración de la puerta de Atocha y un cenotafio en el Prado. Y, por último, la francesa Françoise Vanneraud se ha servido de documentos extraídos del Archivo de la Villa para imaginar nuevos territorios en los que las barreras entre individuos, etapas históricas y geografías puedan diluirse. Ha ensamblado imágenes para trabajar lo múltiple e imaginar relaciones íntimas y secretas, deconstruyendo ideales de especificidad y pureza.
“El Arca. Lecturas contemporáneas del Archivo de la Villa”
Conde Duque, 9 y 11
Madrid
Del 17 de diciembre de 2020 al 3 de marzo de 2021
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