La Kunsthaus Zürich muestra algunas obras maestras del Museo Egipcio de Berlín, confrontadas con piezas del genial escultor
Giacometti era prácticamente un niño cuando se descubrieron los restos de Amarna, la ciudad fundada por Nefertiti y Akenaton en Egipto; muy sorprendido por este hallazgo comenzó a interesarse por la cultura egipcia, convenciéndose de su superioridad en muchos aspectos.
KUNSTHAUS ZÜRICH
Heimplatz 1
Zúrich
Años más tarde pudo contemplar en directo algunos vestigios de esta civilización durante su estancia en Florencia allá por los años 20, un viaje durante el que el artista estableció las bases de muchas de las que serían sus aspiraciones artísticas a lo largo de su carrera. Con el tiempo, estudió filosofía egipcia, analizó y copio muchas de las piezas que se conservan el el Louvre y, como es lógico, en su obra es donde mejor descubrimos su pasión por esta fascinante civilización. Alargamiento de las formas, poder conceptual, elegancia compositiva, actitudes hieráticas al caminar y alusiones al valor espiritual del arte son algunos de los rasgos comunes que encontramos entre la obra del suizo y las piezas de la milenaria cultura. La Kunsthaus Zürich nos invita estos días a comprobar esta intensa relación entre Giacometti y Egipto, a través de una exposición, comisariada por Christian Klemm, que permanecerá abierta en sus salas hasta el próximo 24 de mayo. Para ello, se han reunido algunas obras maestras del Museo Egipcio de Berlín -entre las que destacan dos de los bustos de Nefertiti y Akenaton y una de las estatuas cubo del arquitecto Senmut- junto a una selección de piezas del genial escultor. De este modo, tendremos la oportunidad de contemplar en vivo y en directo las analogías entre obras tan y dispares, y separadas por siglos en el tiempo, en las que sin duda encontraremos sorprendentes rasgos comunes; siendo especialmente llamativa la similar concepción de la figura humana como parte del espacio. La exposición, incluye también un serie de pinturas y dibujos de marcada inspiración egipcia, especialmente del periodo amárnico, marcado por un fuerte apego a la naturaleza.
Striding figure of a man, c. 1900 a. C
Ägyptisches Museum, Berlin
Alberto Giacometti
Homme qui marche, 1947,
Kunsthaus Zürich. © 2009 ProLitteris, Zürich