Edward Weston, un fotógrafo para California

Fundación MAPFRE le dedica una retrospectiva en Madrid

Madrid,

Tras sus muestras de Felipe Romero Beltrán y José Guerrero, los clásicos de la fotografía regresan a Fundación MAPFRE, ahora en su sede madrileña. Bajo el comisariado de Sergio Mah, este centro nos enseña doscientas fotografías de Edward Weston, en un recorrido que revisa su legado en cuanto a conceptos y estéticas desde el punto de vista de la mirada europea.

Weston nació en Illinois en 1886, recibió su primera cámara de su padre a los dieciséis años y, desde su primer rollo de película, se tomó la fotografía en serio, tanto que a los veinte ya había publicado un libro con ellas. En 1906 fue a visitar a su hermana a California y se quedó allí, dedicándose a esta disciplina profesionalmente: en 1911 abrió The Little Studio en Tropico (hoy la zona de Glendale) y, una década más tarde, comenzó a desarrollar el enfoque modernista por el que adquiriría reconocimiento, tras afirmar su querencia por la visualización previa de la fotografía directa. Consigue la iluminación y la exposición correctas desde el principio y tanto el revelado como la copia serán prácticamente automáticos, afirmó.

Si su contemporáneo Renger-Patzsch, ha señalado Mah, fue un fotógrafo fundamentalmente para la industria, en Weston encontramos ante todo un fotógrafo para California, para sus desiertos y sus rocas.

Fue el arranque de una andadura que lo situaría entre los primeros defensores de la foto como arte (junto a Paul Strand o Stieglitz): muy tempranamente supo entender este artista que la cámara permitía capturar más que escenas y sucesos, que podía suspender en el tiempo belleza, dolor y otras cualidades estéticas del mismo modo que podían hacerlo la escultura o la pintura.

Mediante un manejo meticuloso del encuadre, la eliminación de anécdotas y el análisis de sus motivos, probó Weston que, a fuerza de explorar las posibilidades expresivas de la bidimensionalidad del medio fotográfico, podría rozarse la abstracción; y que, de hecho, ésta no era opuesta a la figuración, sino un paso siguiente en su desarrollo.

Edward Weston. Pimiento n.o 30, 1930. Cortesía de Trockmorton Fine Art
Edward Weston. Pimiento n.o 30, 1930. Cortesía de Trockmorton Fine Art

En esas indagaciones le fueron muy útiles las hortalizas. De la exposición en la Fundación forma parte su Pimiento nº30, imagen que tomó, justamente, en el verano de 1930 y que trasciende, con mucho, la representación visual del alimento, cómo él supo muy bien explicar: Es un clásico, plenamente satisfactorio, un pimiento, pero más que un pimiento; abstracto, en el sentido de que existe completamente al margen del tema. No tiene atributos psicológicos, no despierta emociones humanas: este nuevo pimiento lo lleva a uno más allá del mundo que conocemos en la mente consciente.

La producción de Weston, cofundador del pionero colectivo f/64, puede tener un alto valor pedagógico a la hora de enseñar la dimensión estética de la fotografía, pero también lo tienen, como vemos, sus palabras.

Este nuevo pimiento lo lleva a uno más allá del mundo que conocemos en la mente consciente.

Para cuando fotografió ese pimiento, ya había descubierto las bondades de México para su obra: allí había viajado en 1923, acompañado de su hijo Chandler y de Tina Modotti, y había abierto un estudio. A finales de los veinte emprendió igualmente una relevante serie de desnudos, fotografió las dunas de Oceano, en California, y tomó una de sus fotos más difundidas: el desnudo de la que sería su segunda esposa, Charis Wilson.

En sus exhibiciones estadounidenses, ha apuntado el comisario, se establece una relación demasiado estrecha entre las composiciones de Weston y su biografía sentimental; para Mah constituye un error hacer hincapié en su donjuanismo: es cierto que en alguno de esos desnudos está presente una mirada sexual, pero en la mayoría resulta dominante su vocación formalista, su atención a la performatividad de las formas; de ahí que sea posible establecer comparaciones entre sus cuerpos y sus objetos.

Edward Weston. Desnudo, 1936. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Donación Estate of A. Richard Diebold, Jr
Edward Weston. Desnudo, 1936. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Donación Estate of A. Richard Diebold, Jr
Edward Weston. Dos conchas, 1927. The J. Paul Getty Museum, Los Ángeles
Edward Weston. Dos conchas, 1927. The J. Paul Getty Museum, Los Ángeles

En 1937 se convertiría en el primer fotógrafo en recibir una beca Guggenheim y en 1941 se le encargó uno de sus más originales proyectos: ilustrar el poemario de Walt Whitman Hojas de hierba; con ese fin recorrió Estados Unidos, hasta que el devenir de la II Guerra Mundial se lo impidió, y se alejó del todo del pictorialismo de sus comienzos. El año en que el conflicto terminó, el MoMA de Nueva York le brindó una retrospectiva (que reunió, aproximadamente, el mismo número de piezas que ésta de MAPFRE); la enfermedad le dificultaría trabajar en adelante, pero aún pudo presentar otra antología en el Musée d´Art Moderne de la Ville de París, ciudad donde falleció.

Las naturalezas muertas, desnudos, paisajes y retratos que han llegado a Madrid se estructuran en siete secciones, comenzando por sus vistas impresionistas y temas pastorales primeros, a los que ya concedía enfoques borrosos y poses expresivas que avanzaban propósitos de vanguardia.

No tardará demasiado, al igual que otros fotógrafos que le fueron contemporáneos, en expandir sus intereses hacia temas nuevos: objetos, motivos y figuras que descontextualizaba para acentuar su capacidad de sugerencia, la posibilidad de trascendencia que albergaban desde su sencillez. Comenzaba a percibir, en la década de los veinte, que en la simplicidad compositiva y la intuición podía encontrar caminos por los que transitar y, seguramente, que el acto de la mirada se produce con todo el cuerpo y con la mente, no sólo con los ojos. Por eso no miramos siempre igual.

Edward Weston. Prólogo para una primavera triste, 1920. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Johan Hagemeyer Collection/ Adquisición
Edward Weston. Prólogo para una primavera triste, 1920. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Johan Hagemeyer Collection/ Adquisición

Hojas de hierba, la citada obra de Whitman, le llevó a bucear en esa senda de buscar lo extraordinario en lo banal. Curiosamente una de sus imágenes de ese momento está dedicada a un Excusado (fue previo el de Duchamp, pero distan cerca de una década). Además de incidir en las muchas posibilidades de la bidimensionalidad, se valió de los detalles como medio para fragmentar o generar profundidad, sobre todo en sus naturalezas muertas.

Edward Weston. Excusado, México, 1925. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Edward Weston Archive
Edward Weston. Excusado, México, 1925. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Edward Weston Archive

En cuanto a sus desnudos, en los que trabajó principalmente en México, difieren entre sí especialmente en sus encuadres: a veces son amplios y muestran incluso el rostro de sus modelos; otras, se centra en determinadas partes del cuerpo para jugar con las formas. Líneas, sombras y contornos se ponen al servicio de la sensualidad, pero también del misterio.

Otro de sus grandes motivos fue el mencionado paisaje: los realizó fundamentalmente en Palm Springs (California), y también en Nuevo México, Arizona y zonas californianas cercanas a su casa en Carmel. Su tratamiento de unos y otros se basa en el horizonte y la profundidad: las panorámicas favorecían el carácter sublime de las imágenes, además de los fenómenos meteorológicos tormentosos.

Edward Weston. Dunas, Oceano, 1936. The Huntington Library, Art Museum, and Botanical Gardens
Edward Weston. Dunas, Oceano, 1936. The Huntington Library, Art Museum, and Botanical Gardens

A medida que avanzaba en su carrera, iba adquiriendo su producción un tono nostálgico, muy evidente en sus creaciones para los poemas de Whitman. La melancolía baña sus composiciones dedicadas a los cementerios de Georgia y Luisiana, sus visiones de edificios abandonados… estampas de desencanto respecto a aquel momento de la historia estadounidense.

Y cierran la exposición sus trabajos tomados en Point Lobos, en una cabaña de su hijo a la que se trasladó en 1938. Sus parajes le sedujeron por su naturaleza agreste, que demandaba una mirada menos rígida. Las naturalezas en esplendor son, por fin, solitarias y melancólicas.

Edward Weston. Tronco arrastrado por el mar, Crescent Beach, 1937. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Edward Weston Archive
Edward Weston. Tronco arrastrado por el mar, Crescent Beach, 1937. Center for Creative Photography, The University of Arizona. Edward Weston Archive

 

 

“Edward Weston. La materia de las formas”

FUNDACIÓN MAPFRE

Paseo de Recoletos, 23

Madrid

Del 19 de septiembre de 2025 al 18 de enero de 2026

 

Comentarios