El desafío de tres mentes inquietas
Del 26 de junio al 21 de septiembre de 2008 en el Museu Nacional D’Art de Catalunya. MNAC Organizan: Museu Nacional D’Art de Catalunya.
MUSEO NACIONAL DE ARTE DE CATALUÑA. MNAC
Palau Nacional de Montjüic
Parc de Montjüic
Barcelona (España)
MNAC y Tate Modern Comisaria: Jennifer Mundy, Jefa de Investigación de las Colecciones de la Tate Modern de Londres La exposición que procedente de la Tate Modern de Londres llega ahora a Barcelona recoge la producción dadaísta de tres de los artistas más renombrados que dieron vida a las primeras vanguardias, Marcel Duchamp, Man Ray y Francis Picabia, atendiendo a sus obras pero con un énfasis especial en la relación de amistad que mantuvieron y en el posicionamiento que adoptaron con respecto al arte vigente.
A pesar de proceder de entornos familiares muy distintos y de tener realmente ideas dispares, sus caminos se cruzaron para desde esa disconformidad establecer las bases de un nuevo concepto del arte; ese que creó ampollas y desesperó a muchos, pero que sin duda fue uno de los episodios más singulares de los primeros años del siglo XX. Representantes del Dadaísmo americano, desarrollaron parte de su carrera en Nueva York, donde se fraguó la amistad entre ellos hacia 1915, continuando luego su camino en París, a donde Picabia y Duchamp regresaron en una primera oleada, siendo Man Ray el último en establecerse en la ciudad francesa, allá por 1921, integrándose eso sí rápidamente en el círculo Dadá que se reunía en el Café Certâ. Pronto, la genialidad de Marcel Duchamp le hizo destacar con respecto a sus compañeros. Aunque estaba considerado un gran pintor, abandonó esta actividad para dedicarse a crear objetos que desafiaban los límites de la práctica artística y prefirió pasar a la historia como inventor del ready-made y de una nueva noción del arte. Man Ray, por su parte, se dedicó a la fotografía y aunque fue el medio que le sirvió de sustento y en el que realizó sus mejores trabajos, nunca consiguió desclavarse la espinita de la pintura, a la que le hubiera gustado entregarse pero para la que no estaba especialmente bien dotado. No obstante hizo sus pinitos y hay algunas muestras de ello en esta exposición. El tercer componente de este trío de ases fue Francis Picabia, sin duda al que la historiografía no ha dado la misma consideración estelar y quien tampoco cosechó muy buenas críticas en su tiempo, debido en buena parte a su indefinición, al abandono de la abstracción en pos de una figuración sin demasiada consistencia y a un exilio voluntario que nunca fue bien visto entre sus colegas. A pesar de todo ello no hay que olvidar su papel como iniciador de la abstracción en la década de 1910 e impulsor del dadaísmo internacional, sin contar que gustando más o menos a sus coetáneos- no dejó nunca de provocar con su actitud, con su trabajo y especialmente con sus escritos: Tiene que haber para todos los gustos: hay personas a quienes no les gustan las máquinas, yo les hago españolas, y si nos les gustan las españolas, les haré francesas. España, principalmente Cataluña, pero también Sevilla, fueron destinos frecuentados por los tres amigos, que siempre mantuvieron un vínculo especial con nuestro país. De hecho, Cadaqués se convirtió en el refugio para Marcel Duchamp durante sus últimos días y allí le visitaría con frecuencia su amigo Man Ray.
Tres personajes, tres personalidades y más de 300 obras en torno a las que perderse imbuidos del espíritu de un arte de ideas, de objetos creados para subvertir cualquier experiencia creativa anterior a la llegada del universo Dadá. Cada uno de ellos fue interesante por separado, pero lo que esta exposición intenta recalcar es que fue en su unión con este movimiento en la que los tres adquieren una mayor significación.
Man Ray
La equilibrista se acompaña de sus sombras, 1916
Marcel Duchamp
Molinillo de chocolate, nº 1. 1913
Francis Picabia
Sin título, 1927-1928