Diango Hernández: Los sellos que nunca viajaron y las aves que nunca volaron

Diango Hernández

Benveniste Contemporary presenta la obra más reciente del creador cubano

Madrid, 04/02/2011

“Diango Hernández: Los sellos que nunca viajaron y las aves que nunca volaron”

BENVENISTE CONTEMPORARY
c/ Fernanflor, 6 Bajo C
28014 Madrid
Del 4 de febrero al 16 de abril de 2011
De martes a viernes, de 11:00 a 19:00 horas
Sábados, de 11:00 a 14:00 horas

El joven artista cubano Diango Hernández presenta sus trabajos más recientes en “Los sellos que nunca viajaron y las aves que nunca volaron”, muestra creada específicamente para la galería madrileña Benveniste Contemporary que recogerá sus últimas instalaciones y obras gráficas.

 

Hernández es uno de los creadores cubanos con mayor repercusión internacional en la actualidad, tras su participación en la Bienal de Sao Paulo, la Bienal de Venecia o la de Sidney y exponer su producción en la Hayward Gallery londinense, el Haus der Kunst de Münich, el MUSAC leonés o el National Museum de Varsovia. En sus piezas articula un sagaz discurso, complejo y crítico, sobre temas relativos a la comunicación y la incomunicación, los mensajes y su manipulación, la fragmentación o perdurabilidad de la memoria y los ideales en los que se asienta la identidad.

Así explica el propio Diango Hernández el título de la exposición:

Quizás no todos saben que una imagen impresa a todo color es en realidad el resultado de la combinación de cuatro colores: Cyan, magenta, amarillo y negro. Es solo a través de ésta mágica combinación que podemos ver el “color”.

 

En un día diferente, en un lugar muy distinto, en una calle que no se parece a ninguna de estas y sobre una gran pared que ninguno de ustedes quisiera ver, yo vi un gran cartel impreso. El azul era el único y el último color que había sobrevivido a la luz brillante de ese insoportable y permanente sol tropical, los demás colores del cartel, el magenta, el amarillo y el negro se habían desvanecido, se habían ido, todavía no sé a dónde, pero allí no estaban.

 

En un día de ese mismo año un amigo me regaló una extraordinaria colección de sellos que contenía todos los sellos impresos por el gobierno revolucionario Cubano desde el 1959 hasta el 1970. Mi amigo y yo compartíamos una extraña fascinación por la filatelia, desde mucho tiempo intercambiábamos sellos como los viajantes intercambian sus historias sobre lugares extraños. Los sellos para nosotros no eran solo hermosas impresiones sino también eran minúsculos e imaginarios vehículos que nos transportaban a sitios que nosotros sabíamos, con profunda certeza, nunca visitaríamos.


Este cuaderno de sellos Cubanos fue siempre una cosa rara dentro de mi colección, nunca supe con exactitud qué hacer con él; abrirlo, hojearlo, siempre me alejaba del mundo; este cuaderno era ese vehículo que me conducía a re-visitar los sitios que ya conocía, los sitios a los que además no quería volver. El día en que por fin lo abrí, hojee y pude disfrutarlo con plenitud, encontré un grupo de sellos que conmemoraban las últimas navidades en tiempos de revolución. Los sellos “rebeldemente navideños” tenían impresos a todo color una colección de aves que, como mi amigo y yo, tampoco nunca viajaron. Ese día comprendí que los colores que le faltaban al cartel se habían ido volando junto a las navidades en forma de aves invisibles y ese mismo día también comprendí por qué las cartas de mi abuela América todas llegaban a casa, abiertas y estrujadas como si el país entero las hubiese leído antes que yo.

 

El deseo de enviar algo es más poderoso que enviar algo en sí, la imposibilidad de viajar nos obliga a imaginar y la insistencia del azul por permanecer en ese gigantesco muro es la razón por la que yo comprendí que el negro, el magenta y el amarillo se habían ido. Algunas veces un solo color es suficiente para entender una imagen pero definitivamente no es suficiente para creer en ella.

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