Sus imágenes están arraigadas en nuestro mundo sensible, pero también evocan el resplandeciente espacio intermedio de los sueños, los recuerdos y la espiritualidad, donde, entiende, lo cotidiano se transforma en asombroso y magnífico.
Deana Lawson obtuvo el año pasado el prestigioso Hugo Boss Prize por sus fotografías y vídeos nacidos, a menudo, de la colaboración con extraños a los que se encuentra por casualidad o a quienes busca deliberadamente. A menudo nos los presenta en entornos domésticos en los que, sin embargo, decoración, iluminación y poses se diseñan con precisión, apelando a las tradiciones del retrato histórico, la fotografía documental y el álbum familiar pero trascendiéndolas para acercarlos a la imaginación.
Parte de esos trabajos podemos verlos, hasta el 11 de octubre, en la muestra “Centropy”, en el Guggenheim de Nueva York.

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