Uno de nuestros fichados más tempranos fue David Magán, artista madrileño que desde sus inicios ha estudiado las posibilidades estéticas del vidrio, el metacrilato o, más recientemente, los LEDs en sus vínculos con el color, la luz y el espacio, muy distintas a las de los materiales opacos. Podemos calificar sus trabajos como escultóricos, si hablamos de esta disciplina desde una perspectiva amplia: suele emplear planchas planas traslúcidas de dicho vidrio o de metacrilato de colores elementales (rojo, naranja, azul claro, azul oscuro, amarillo y, algunas veces, gris): le interesa la fusión cromática que nace de la superposición de estos elementos o de las proyecciones de sus sombras. También ha abordado el dibujo, la fotografía y el formato digital (esculturas virtuales) y explora todas las opciones en cuanto a formatos y ubicaciones: encontramos sus obras en suelo, paredes o suspendidas del techo, atendiendo a su relación con la arquitectura.
Exhibe Magán, hasta el próximo 23 de enero en el Museo Francisco Sobrino de Guadalajara, centrado en el arte abstracto y geométrico, “Arquitecturas inmateriales”: un conjunto de cuatro piezas diseñadas para articular nuestra percepción de la luz y el espacio a partir de su estructura interna, atendiendo a esa idea de Rodchenko de que las leyes de organización de los materiales son universales y permiten la construcción de grandes composiciones en diferentes enclaves. La muestra se vertebra, según el planteamiento del artista, tanto en las salas del centro como en el catálogo, que adquiere especial relevancia: a los trabajos expuestos, realizados en LEDs, aluminio, acrílico y madera lacada en blanco, los denomina modelos y, a las proyecciones de estos a gran escala, proyectos; estos últimos son los que podemos conocer en la publicación.
Si, en los modelos en sí, el madrileño hace hincapié en la literalidad de los objetos escultóricos y en las posibilidades inmersivas que albergan, de la mano, justamente, de la luz, de lo que su estructura interna tiene de propuesta espacial y de la interacción entre ambas, en los proyectos elimina la atención al objeto para centrarse en el estudio del espacio exterior como contexto. En esas propuestas, el espectador se convierte en parte de la instalación, puede caminar por el área ahora modulada y descubrir en el color matices insospechados, participando de una experiencia que puede llamarse total.
Esta exhibición es el último eslabón lógico de una secuencia de exposiciones recientes de Magán de las que forman parte “Matter Matters” en el CAB de Burgos y “Hard-line” y “Light Object” en la Galería Cayón madrileña, desarrolladas entre 2020 y 2021. En unas y otras nos ha propuesto vivencias, más que contemplativas, asociadas al carácter matérico de la luz en las que ha tomado como referentes, fundamentalmente, a los venezolanos Cruz-Díez y Jesús Soto. Al primero llegó a conocerlo y dijo de sus trabajos, el pionero del cinetismo, que eran rigurosas estructuras que podrían catalogarse como discursos de un pintor de nuevos conceptos, aunque el color se aprecie en ellas en un soporte de lecturas espaciales y participativas que no es el estático plano de la pintura, mientras los penetrables del segundo le ayudaron a entender el espacio como cuerpo plástico y el vacío como elemento a integrar. En la escena nacional, podemos vincular sus intereses a los manejados en su momento por Eusebio Sempere, el propio Francisco Sobrino, Elena Asins y Pablo Palazuelo y, aún hoy, por José Maria Yturralde.
Más allá de consideraciones científicas sobre la luz y los efectos de su reflejo sobre las superficies, a Magán le interesa que el público pueda centrarse en el disfrute que estas piezas, a través de las atmósferas que alumbran, pueden suscitar: Vivimos en un mundo obsesionado por la comprensión de los fenómenos que nos rodean y las explicaciones científicas que hay detrás. Como artista me parece especialmente interesante llevar al público a un punto de incomprensión en donde uno sea capaz de abstraerse de la realidad conocida y disfrutar del placer visual desde su lado más irracional, aunque sea solo durante un instante.
Me parece especialmente interesante llevar al público a un punto de incomprensión en donde uno sea capaz de abstraerse de la realidad conocida y disfrutar del placer visual desde su lado más irracional.
La trayectoria de este autor ha consistido, podemos entender, en un paulatino alejamiento del objeto artístico sólido, cerrado y fundamentalmente autónomo respecto a su entorno para acercarse a la comunicación, y luego a la comunión, con ese espacio. La geometría, lenguaje universal, siempre ha estado presente entre sus intereses; también el mencionado uso osado del color: Los distintos planos de color traslúcidos me ofrecen, a través de sus posibilidades de fusión, un juego de sucesos cromáticos que rompen con la idea de una escultura monocroma, opaca y pesada, para crear una fusión entre distintos lenguajes: arquitectura, pintura y escultura, explica.
Son numerosísimas las posibilidades de percepción que ofrecen sus proyectos y siempre es oportuno desplazarse en torno a ellos, averiguar las tensiones espaciales que generan, cuestionar cómo los colores, la luz y las formas se relacionan en sus vidrieras contemporáneas.
David Magán. “Arquitecturas inmateriales”
Cuesta del Matadero, 5
Guadalajara
Del 26 de noviembre de 2021 al 23 de enero de 2022
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