El espacio WIELS de Bruselas acoge hasta abril una retrospectiva del artista holandés
El artista neerlandés Daan van Golden, nacido en 1936, debutó como artista a comienzos de la década de los sesenta y, si bien ha tomado influencias de los más dispares movimientos contemporáneos, desde la abstracción al Pop Art, bebiendo también de las corrientes postmoderna y apropiacionista, no se ha instalado en tendencias concretas, sino que se ha servido de ellas para cuestionar las bases de la pintura, de la percepción y de la belleza que rodea nuestro entorno cotidiano.
En el transcurso de su trayectoria (Van Golden permanece aún en activo), el holandés no ha dejado de apropiarse de fragmentos de realidad que ha reproducido meticulosamente en sus trabajos, cuidando hasta los más ínfimos detalles, para en ellos hallar formas ocultas, siempre presentes y siempre escurridizas a nuestros sentidos. La contemplación de sus obras constituye para el público una experiencia visual, al hacernos percibir la cara extraordinaria de lo ordinario.
Los procesos de creación de este artista son muy lentos, a ellos se debe, en parte, que las muestras que ha protagonizado sean tan escasas: expuso en el ICA londinense en 1967, en la Documenta IV en 1968, en la Bienal de Venecia en 1999 y, más recientemente, ha mostrado sus obras en el Camden Arts Centre de Londres, la Galería Culturgest de Lisboa y el MAMCO suizo.
Acusado a veces de antiproductivo en el actual contexto artístico, su metodología de trabajo continúa muy vinculada a la meditación, a la filosofía Zen y a la mentalidad de trabajo propia del Lejano Oriente. Siguiendo la vieja teoría de la fusión entre arte y vida, Van Golden no considera la creación como un fin en sí mismo, sino como un medio para sublimar la realidad fugaz.
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Ocurrió mañana. Lyon, 18/09/03