La Fundación Daniel y Nina Carasso presenta Cultura para la vida: estudio crítico y plural sobre lo cultural, una publicación polifónica elaborada con el propósito de reflexionar sobre el valor e impacto de la cultura en la creación de una sociedad más justa, inclusiva y sostenible y, por otro lado, de servir de faro a los principales actores de la política cultural, las administraciones públicas y los profesionales del sector.
La pandemia de Covid-19 nos permitió ver, aún con mayor claridad, las fragilidades y desequilibrios existentes dentro del sector cultural y puso de manifiesto la urgente necesidad de repensar modelos. Tanto fue así que algunas voces se alzaron públicamente para anteponer la salud a la cultura… Y es que nadie puede dudar de que la cultura se convirtió en aquellos días tan tristes en un bálsamo imprescindible para afrontar una situación muy dolorosa. Es desde ese contexto desde el que se elaboró esta publicación, que cuenta con la participación de 30 especialistas que comparten sus reflexiones y propuestas para comunicar el potencial poder transformador de la cultura. Isabelle Le Galo, directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso señala en este sentido: “desde cada ámbito del sistema cultural tenemos la responsabilidad de compartir aprendizajes y visiones sobre el futuro de la cultura y explorar conjuntamente metodologías capaces de afrontar los retos actuales”.
El libro está dividido en cuatro partes: “Derechos culturales”, “Economías de la cultura”, “Nueva institucionalidad cultural” y “Cultura transformadora”.
El primero de ellos, el referido a Políticas públicas que favorezcan los derechos culturales, se centra en la idea de favorecer la participación ciudadana en la vida cultural y, por tanto, hacer efectivos esos “derechos culturales”. Los diversos autores presentes en este apartado apuntan las carencias que adolecen las políticas públicas actuales, tanto en materia educativa, financiación privada como innovación social, y afirman la necesidad de repensar su alcance o ámbito de incidencia.
Entender la cultura como espacio de cocreación y de diálogo será esencial para afrontar el entorno de crisis
sistémica que ya caracteriza a este siglo XXI (Gemma Carbó)
La evolución de las políticas culturales después de la pandemia también es objeto de análisis de este apartado. Desde la visión de la innovación social, se recoge la experiencia sobre los entornos colaborativos, sobre modelos y fórmulas para ahondar en el cambio estructural de las organizaciones que trabajan en desarrollo social, humano y cultural y, en última instancia, en la institucionalidad. Asimismo, el estudio se nutre con entrevistas que giran en torno a la necesidad de la educación artística en la escuela y la protección política de la cultura en España y sus respectivas carencias, como la entrevista que Carlos Almela realiza a Marián Cao o la de Marta García Miranda a la jurista Encarnación Roca. Cuenta también con una carta del médico Luis Gimeno en la que se reflexiona sobre los beneficios de la cultura para la salud.
“Economías de la cultura” es el nombre del segundo bloque del libro y en él la Fundación ha querido lanzar una mirada hacia delante sobre el modelo económico cultural para entender y repensar el valor de la cultura, de los ámbitos en los que actúa y del trabajo del sector más allá de sus productos y de las plusvalías que generan.
Las democracias, en situaciones de crisis profunda, deben apostar por la cultura como derecho básico, como bien común y como industria diversa (Eduardo Maura)
Los capítulos pertenecientes a este apartado ahondan en el valor de las industrias culturales y creativas más allá de las retóricas sobre su valor terapéutico y utilitario, la urgencia de repensar nuevas economías para el arte o la necesidad de proponer un carácter postsectorial sobre las competencias y la agencia de las políticas culturales.
La tercera parte, “Nueva institucionalidad cultural”, reflexiona sobre la necesidad de transformación de la institución cultural, la necesidad de revisión sobre las funciones tradicionales del museo o de cuestionar el modelo institucional, proponiendo un cambio que lleve a la institución al servicio de la cultura y no al revés. La mediación cultural es tratada aquí como herramienta fundamental para generar los procesos que favorezcan la participación de la ciudadanía en la vida cultural, independientemente de la condición de cada persona.
Vivimos en una época que requiere transiciones profundas en nuestros modos de vida para poder buscar respuestas y, sobre todo, para formular mejores preguntas de manera recíproca (Alfredo Puente)
Los autores que participan en este bloque reafirman la necesidad de que las instituciones culturales escuchen a la ciudadanía y evolucionen hacia modelos que fomenten otras lógicas de desarrollo, la importancia de abogar por la inteligencia colectiva para crear nuevas narrativas que guíen transiciones profundas en nuestros modos de vida, o el rol de la digitalización en los procesos democráticos y de innovación.
Finalmente, el capítulo llamado “Cultura transformadora” tiene como hilo conductor la idea de que la cultura tiene la capacidad de transformar territorios y generar una sociedad crítica. Es también el apartado en el que se profundiza en el papel del artista y su percepción por parte de la sociedad, aludiendo que una de las claves para que funcione cualquier innovación en el ámbito de la cultura es la necesidad de pensar de manera explícita en las condiciones de vida de los creadores y en la revalorización de su trabajo por parte de la comunidad.
La cultura y la ciudadanía deben interrelacionarse de manera cotidiana, y que el impacto de fomentar la actividad artística amateur en territorios no urbanos, liderada por artistas profesionales, supondría un auténtico cambio de paradigma en la relación entre cultura, economía y sociedad (Pilar Almansa)
Destaca también en este capítulo la mirada hacia los entornos no urbanos y la necesidad de desarrollar un ecosistema rico y diverso que pueda transformar el medio rural a través de la cultura sin que se superponga a las memorias vernaculares propias.
Para cerrar el libro, una más una, encargadas de la dirección y coordinación editorial de la publicación, entrevistan a Santiago Cirugeda, quien pone de manifiesto la importancia de que la sociedad lidere la toma de decisiones y sea partícipe de las soluciones a sus demandas, abriendo nuevas vías para la incidencia política desde el arte y la cultura, al mismo tiempo que hace efectivos los derechos de los ciudadanos.
Autores participantes en Cultura para la vida:
Gemma Carbó, Raquel Rivera, Carlos Almela / Marián Cao, Àngel Mestres y Jordi Baltà, María Camino Barcenilla, Luis Gimeno, Roberto Gómez de la Iglesia y Carlos Mataix, Marta García Miranda / Encarnación Roca, Tere Badía, Raúl Abeledo y Pau Rausell, Rocío Nogales, Eduardo Maura, Iris Sofía Hernández (Galaxxia), Almudena Ávalos / Jaume Ripoll, Eli Lloveras y Belén Soto (Hamaca), Susana Gómez, Isabelle Le Galo y Sonia Mulero, Jesús Carrillo, Mabel Tapia, José Luis Pérez Pont, Cristina Alonso, Alfredo Puente, Marcos García, José María Lassalle, Manuela Villa, Pilar Almansa, Javier Rodrigo (Transductores), David García Ferreiro (El Cubo Verde), Cristina Sáez / Eva Barbero y Pamela Pilawa (REACC), Soledad Arnau, Una más una / Santiago Cirugeda.
En este enlace podéis acceder al libro en formato pdf.
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