En México se dice que cuando el hambre (no el dinero) entra por la puerta, el amor se va por la ventana, y este refrán sirve de título a la segunda muestra del artista chileno Cristián Silva en nuestro país. Puede verse hasta el 26 de julio en la Galería Maisterravalbuena de Madrid y consta de un conjunto de objetos que nos sugieren enigmas y que se basan en la acumulación de signos, referencias y materiales cuya unión parece ser fruto de una caprichosa subjetividad bajo la que subyacen fundamentos.
Creados con caucho, están cubiertos con una sustancia oscura, brillante y viscosa procedente de un dulce de fabricación casera creado a base de frutas. Evocan restos de cuerpos humanos momificados y deshuesados químicamente hallados en ocasiones en turberas del hemiferio norte y simbolizan fragmentos del cuerpo de familiares y amigos de Silva fallecidos recientemente.
Estos bultos de aspecto orgánico sirven a Silva para proponer un cruce alquímico y de carácter globalizado entre los ritos funerarios escandinavos, algunas materias primas del hemisferio sur (hule natural), frutas procedentes de los cinco continentes (cítricos, del bosque y tropicales), referencias a la coyuntura socioeconómica europea y algunos aspectos privados de su biografía personal y para continuar con una investigación afectiva iniciada hace años por el creador en torno a las vinculaciones entre lo existencial y lo político y las correspondencias entre minerales, animales y vegetales.
Silva tiene más de dos décadas de trayectoria a sus espaldas y si algo caracteriza su producción es la versatilidad: es autor de dibujos, pinturas, objetos, vídeos y fotografías.
El proyecto que ahora presenta en Maisterravalbuena es inédito y, además de por su despojada apariencia, destaca por hacer referencia a temas como la conservación y la preservación de restos, la memoria, el placer y el sacrificio mediante conexiones de muy personal elaboración.
Nacido en 1969 en Santiago de Chile, Silva se formó como grabador a principios de los ochenta y la historia, la mitología, el análisis social y la psicología han sido los ejes de estudio de su obra, compuesta también por murales y esculturas.
Un humor algo cándido y referencias políticas en forma de signos del socialismo o el fascismo también son habituales en los múltiples objetos (o Sujetos en Suspensión, como él los llama), que pueblan sus exposiciones: desde pelotas de golf a barras de chocolate pasando por botellas de plástico, patatas o persianas viejas.
Silva ha protagonizado numerosas muestras en su país, en Estados Unidos y México, y recala por segunda vez en Maisterravalbuena.
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