Francisco Calvo Serraller
Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) ha oteado muchos y muy diversos restos artísticos que enhebran, con él y con su obra, el delgado hilo crucial del memento mori, lo que hace reconocer al contemplador de su pintura, no sólo innominadas huellas arqueológicas, sino referencias a las vanitas barrocas, a Böcklin o a Morandi.
Museo Arqueológico Nacional, Madrid
Del 19 de diciembre de 2001 el 17 de febrero de 2002
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Su obra es el encuentro con la memoria vertical que nutre y habita en la creación artística, legado existencial que ha sabido rumiar con la silenciosa e intensa concentración de un místico.
La conveniencia de esta iniciativa me parece oportuna, no solo por lo insólito que resulta el hecho de que exhiba su obra reciente en las salas del MAN, cuyo contenido histórico no va más allá, salvo pocas excepciones, de la Edad Media, sino por ser la muerte el tema dominante en prácticamente toda la dilatada trayectoria de Cristino de Vera, y por la concepción intemporal con que lo pinta. Además, de ser también interesante, desde un punto de vista museográfico más general, por encontrarse en un ámbito que preserva la memoria de lo inmemorial.
Cristino de Vera
Cráneo blanco, 2001
Cristino de Vera
Cuencos, 2000
Cristino de Vera
Cráneo y flor, 2000