“Ínsula en península” es un programa público de la Fundación Amigos del Museo Reina Sofía en el que convergen formatos como la conferencia, debates o mapeos sobre la experiencia de artistas cubanos que se han asentado en Madrid.
Aunque el exilio ha marcado la vida cubana en toda su historia, y sobre todo a partir de 1959, aquí se atiende diáspora como un fenómeno que se expande y multiplica a partir del final de la Guerra Fría, a principios de los años noventa del siglo pasado. Así, “Ínsula en Península” examina y confronta tres momentos de este fenómeno que rebasa lo artístico y alcanza magnitudes que van de lo social hasta lo político pasando por todas las formas de implicación en la sociedad española, sin olvidar los puntos de conexión o tensión con la situación política en Cuba.
La idea es que artistas, críticos o comisarios de estos tres momentos de la diáspora expongan sus marcas de identidad y diferencia: entre sí, y respecto al medio español con el que interactúan. Al mismo tiempo, el programa se propone como un campo abierto en el que cada autor tenga la posibilidad de emplazar su obra y su discurso más allá de marcos o juicios previos -prejuicios-. Este proyecto da por sentado que, junto a muchas líneas comunes, cada diáspora manifiesta singularidades que no pueden apresarse fácilmente en estereotipos.
“Ínsula en Península” es, por tanto, un muestrario de esta diáspora artística cubana, pero sobre todo una cartografía de su impacto: el GPS de un movimiento obligado a arrastrar una vieja mochila y, a la vez, a llenar una nueva capaz de conmocionar tanto al país de origen como al de llegada.
Arte y diáspora son dos términos amalgamados en la historia reciente de la cultura cubana. A tal punto de que es posible localizar en un mismo año (1991) el pistoletazo de salida para la expansión de este concepto en el vocabulario, la psicología social y el ecosistema de esa nación. Puede afirmarse, igualmente, que el arte fue la primera plataforma de lanzamiento de esa diáspora.
1991 fue el año en el que dos centenares de creadores fueron “movidos” hacia México, como parte de una política represiva estatal destinada a cerrar la conflictiva década de los ochenta en el arte cubano. Allí tuvo lugar la exposición “15 artistas cubanos”, en noviembre de ese mismo 1991, que reunió por primera vez a autores formados en las escuelas de arte de la Revolución con artistas del exilio histórico, como Félix González-Torres, César Trasobares o Luis Cruz Azaceta.
A partir de ese hito, proyectos diversos, tanto colectivos –La isla posible, Cuba Siglo XX. Modernidad y Sincretismo, en Barcelona o Canarias-, así como individuales -las retrospectivas de González-Torres o Ana Mendieta impulsadas por el CGAC- afianzaron la idea de que el arte cubano se había expandido física y geográficamente, y que las dos plazas que capitanearon el conflicto cubano en la era bipolar -La Habana y Miami- habían cedido protagonismo en favor de espacios latinoamericanos y europeos en los que los conceptos de nación y exilio se vieron sacudidos radicalmente.
Esa pérdida de centro no solo respondió a un sentido cartográfico, sino también mental. No derivaba exclusivamente de un aspecto institucional, sino, además, vital. No fue solo un asunto estético, sino directamente político. La diáspora marcó a fuego la idea de que la democracia se podía construir como un espacio errante y efímero desde la cultura, sin necesidad de esperar por un Estado que la propiciara. Desde entonces, en España no han cesado de suceder proyectos, exposiciones, editoriales, publicaciones… que dan cuenta de la diversidad, contradicción y comunión propias de un movimiento habitando momentos distintos entre lo que se ha dado en llamar Revolución cubana y lo que definimos como democracia española.
Con antecedentes en la Guerra Civil -Cuba fue el país que más aportó combatientes al bando republicano-, la música popular de los años cincuenta y sesenta-Machín-, revistas como Encuentro o Hispano Cubana, editoriales como Verbum y Colibrí, festivales como el de Son y Flamenco en Sevilla, su acogida en instituciones como el Centro de Cultura Contemporánea o el Centro Santa Mónica de Barcelona, la Casa de América de Madrid, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo o la Fundación La Caixa de Mallorca, las descargas de Habana Abierta en el Café Berlín, las series de televisión -desde Aquí no hay quien viva hasta el Cor de la ciutat, pasando por Casi perfectos y La que se avecina-, así como la cantidad de espacios de ocio nocturno que recuerdan a la isla en la península, la diáspora actual es un fenómeno identificable que requiere de un proyecto mucho más ambicioso que este modesto programa.
Cuba es, por otra parte, un asunto doméstico en las deliberaciones españolas. Broncas en el Congreso y familias mixtas. Intensidad turística e intercambio cultural. Mitologías ideológicas y búsqueda del paraíso sexual. Todo esto avitualla una crónica sentimental hispanocubana, cuyo presente no puede disimular las profundas o superficiales raíces coloniales que la animan.
La crónica de la diáspora artística de Cuba en España dista mucho de estar finalizada.
PROGRAMA
Lunes, 25 de noviembre de 2024, a las 18:30 horas
Iván de la Nuez, ensayista, crítico y curador.
Martes, 26 de noviembre de 2024, a las 18:30 horas
Gerardo Mosquera, curador, crítico, historiador de arte, y escritor independiente.
Miércoles, 27 de noviembre de 2024, a las 18:30 horas
Suset Sánchez, comisaria y crítica de arte.
Jueves, 28 de noviembre de 2024, a las 18:30 horas
Yanelys Núñez Leyva, comisaria y defensora de los derechos humanos.
Julio Llopiz-Casal, artista visual y diseñador gráfico.
INSCRIPCIÓN:
A través de la web de la Fundación Amigos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
TARIFAS:
Presencial + grabación.
Amigos del Museo: gratuito.
General: 150 euros.
Solo grabación.
Amigos del Museo: 25 euros.
General: 60 euros.
PARA MÁS INFORMACIÓN:
www.amigosmuseoreinasofia.org