Para los no iniciados: Coney Island fue en su momento una isla –de ahí su nombre- pero hoy es una península situada en el extremo sur de Brooklyn, en Nueva York, conocida fundamentalmente por su estupenda playa bañada por el Océano Atlántico. Desde comienzos del siglo pasado ha sido un enclave de gran atractivo para los turistas, en parte gracias a su parque de atracciones y sus carreras de caballos, y aunque pasada la II Guerra Mundial cayó en cierto olvido durante un tiempo, la zona se ha revitalizado recientemente.
Quienes siempre se han dejado llevar por sus encantos han sido los artistas, que han contribuido como nadie a convertir Coney Island, desde hace prácticamente siglo y medio, en un icono de la cultura americana.
El Brooklyn Museum neoyorquino presenta, hasta el 13 de marzo, “Coney Island: Visions of an American Dreamland, 1861–2008”, la primera exposición en ofrecer una visión exhaustiva de la transformación de Coney Island desde mediados del s XIX hasta la actualidad, es decir, de su evolución desde que fue un destino vacacional amado por las clases altas hasta su reciente resurgimiento como vibrante comunidad de aire bohemio pasando por su etapa como balneario popular y meca de la diversión y el declive derivado del cierre de Astroland, el parque de atracciones.
La muestra consta de 140 trabajos; entre ellos pinturas de la década de 1870 realizadas por autores como William Merritt Chase y John Henry Twachtman; representaciones modernistas del parque a cargo de Joseph Stella y Milton Avery; escenas de la época de la Gran Depresión por Reginald Marsh, fotografías de Walker Evans, Diane Arbus, Weegee y Bruce Davidson o piezas contemporáneas de Daze y Swoon.
Recorrer la historia de Coney Island y sumergirse en un estado de ánimo: el de la diversión sin ínfulas ni barreras de clase.
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