Colección 2

Sala 405. Edificio Sabatini, planta 4

La Segunda Guerra Mundial supone la interrupción traumática de las poéticas de la modernidad tal y como se habían desarrollado hasta entonces.

Junto a las poéticas abstractas de una subjetividad doliente, emerge también un nuevo realismo de lo colectivo y lo social encarnado en la fotografía y el cine. Dentro de este marco general se aborda en profundidad el caso español, enfatizando la diversidad de narrativas desde el informalismo del Grupo El Paso y al arte constructivo del Equipo 57 hasta Oteiza, la figuración realista y el cine experimental de Val del Omar.
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La sección, que se extiende por un ala de la planta 4ª de Sabatini, acaba contraponiendo la obra tardía de Picasso y Miró y la obra de las nueva generación de los 50 y 60.
Arte para después de una Guerra: Estados Unidos y Europa La Segunda Guerra Mundial marca una línea divisoria insoslayable en la definición moral, política y estética de la vanguardia que se escenifica en la pérdida de la hegemonía cultural europea, absoluta hasta entonces, y el surgimiento triunfante del arte norteamericano. Esta escisión se percibe en las distintas poéticas que surgen a un lado y al otro del Atlántico. La estética de la negación y del desgarro se manifiesta tanto en el Informalismo y el Art Brut, extendidos desde Francia, como en la figuración cruda de Graham Sutherland y Francis Bacon en el Reino Unido.
Vista de la sala 405: Arte para después de una Guerra: Estados Unidos y Europa. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARSVista de la sala 405: Arte para después de una Guerra: Estados Unidos y Europa. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

Vista de la sala 405. Edificio Sabatini, planta 4. MNCARS

En contraste, los Estados Unidos y, en particular, la escuela de Nueva York, se afirma frente a su herencia europea con un arte enfáticamente abstracto y extrovertido que magnifica la figura del artista como encarnación de los valores de la potencia victoriosa, líder del mundo libre frente al bloque soviético. La abstracción, ya sea de acción gestual o de extensión en campos de color, se convertirá en el lenguaje dominante de lo que se ha venido a denominar Modernismo norteamericano, cuya influencia marcará los destinos del arte internacional hasta los años sesenta.
España en dictadura: Realidad social y vanguardia Los años de la inmediata posguerra, conocidos como los de la autarquía franquista, suponen una interrupción brusca de la cultura de vanguardia en España que se escinde entre la diáspora y el exilio interior. El comienzo de la década de los 50 es testigo de una tímida activación de núcleos aislados y de individuos de una nueva generación, como Antoni Tàpies, Manuel Millares o Antonio Saura, desvinculados de las vanguardias anteriores a la Guerra Civil. Para ellos, la figura de Joan Miró, aparece como único referente posible.

Sala 405: España en dictadura: Realidad social y vanguardia, Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

El aperturismo del régimen al final de la década iba a favorecer que esa generación entrara en los circuitos del arte internacional y definiera unas poéticas y actitudes de vanguardia dotadas de trascendencia pública, como es el caso del Grupo El Paso y la representación de España en la Bienal de Venecia de 1958. Un caso sintomático de las tensiones entre el universalismo moderno y la fuerza de lo local es el caso de la escultura vasca. Jorge Oteiza obtiene con sus depuradas estructuras en hierro el premio extraordinario de la Bienal de Sao Paulo de 1957. Su paisano, Eduardo Chillida, ofrecerá una lectura de lo ancestral a partir del filtro de la abstracción moderna.

Sala 405: Neorrealismo, Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS
Sala 405: Neorrealismo, Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

Junto a la abstracción, que aparecía como el único modo de responder a la realidad social desde el arte de vanguardia, iba a persistir una importante vena naturalista que parecía vivir ajena a sus dictados, así como a las circunstancias políticas del momento. Frente a este naturalismo estetizado, se desarrolla un modo más comprometido de representación de la realidad por parte de la fotografía, vinculada en su interés por retratar la diversidad de lo social con las corrientes de fotografía documental europeas y norteamericanas.
Materia, forma y movimiento Frente a la prolongación de los géneros tradicionales en la vanguardia abstracta europea durante los años cuarenta y cincuenta, van a aparecer muy pronto reacciones que proponen alternativas radicales que pasan por la negación materialista de los marcos convencionales del arte, como es el caso de Lucio Fontana o la reactivación del proyecto constructivista de disolver las artes plásticas en la arquitectura y el diseño, caso del arte cinético o los proyectos del Equipo 57 en España.

Sala 405: Lucio Fontana. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS title=
Sala 405: Lucio Fontana. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

El Espacialismo, noción inventada por Lucio Fontana hacia 1946, rechaza el trascendentalismo y el ilusionismo del arte convencional y reivindica el espacio, la materia y la corporeidad reales como campo de acción del artista, tal como se hace evidente en los agujeros y cortes que rasgan la superficie del lienzo. Un grupo de artistas, entre los que se cuenta Jean Tinguely, dará un giro a un nuevo constructivismo mediante la introducción del movimiento real en sus obras. Muy vinculado a ese contexto se desarrollará la personalidad creativa del español Pablo Palazuelo.

Pablo Palazuelo. Otoños, 1952. Planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS
Pablo Palazuelo. Otoños, 1952. Planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

El Equipo 57 se constituye en 1957, también en París, como un colectivo de artistas y arquitectos españoles que ocultan su nombre a favor de una creatividad colectiva dotada de un sentido social. Su experimentación, enfocada en la combinación de colores planos y formas geométricas, busca definir una estética fundada en la objetividad derivada de la matemática, la tecnología y la industria, lista para ser aplicada a la vida moderna. Se disolverán en 1961, cuando uno de sus componentes, Agustín Ibarrola, sea encarcelado, síntoma de la distancia entre la utopía de sus proyectos y la realidad política del país.

La pintura al final de la modernidad
La década de los cincuenta va a suponer el canto de cisne de la pintura como medio moderno, dando lugar a un último momento triunfal justo antes de su desbordamiento a favor de una traducción literal de los elementos corporales, teatrales, procesuales y conceptuales. La pintura que triunfa en los cincuenta es el gran formato que rechaza los constreñimientos formales y conceptuales del marco para proyectarse física y visualmente en el espacio, desvinculándose del proyecto utópico de las vanguardias de principios de siglo para convertirse en la expresión expansiva de la subjetividad del artista, símbolo cultural del mundo libre dentro del clima ideológico de la guerra fría.

Sala 405: La pintura al final de la modernidad. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS
Sala 405: La pintura al final de la modernidad. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

Este proceso llega a su momento climático en la década de los cincuenta, como se comprueba en las obras de Adolph Gottlieb y de Robert Motherwell, percibiéndose de un modo particularmente claro en las amplias superficies monócromas de la tendencia “retiniana” de la abstracción norteamericana, denominada por el crítico Clement Greenberg como Abstracción Postpictórica.

Sala 405: La pintura al final de la modernidad. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS
Sala 405: La pintura al final de la modernidad. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS

Es el momento de Antonio Saura, Manuel Millares o Rafael Canogar, cuyos estilos personales tienen en común los contrastes cromáticos y el blanco y negro y una potente agresividad expresionista en la crudeza del medio y la violencia del trazo, rasgos que se convierten en marca distintiva de la pintura española en el ámbito internacional. Caso aparte es el de Antoni Tàpies, quien sigue profundizando en su investigación de superficie como muro y de la pintura como escritura, iniciada a comienzos de los cincuenta. La perspectiva que añaden a este último momento de protagonismo de la pintura dos de los artistas que más contribuyeron a su redefinición durante la primera mitad de siglo, Joan Miró y Pablo Picasso, es particularmente interesante. Mientras Miró parece buscar en la reducción de medios y ampliación de formatos el grado cero de la pintura, Picasso se pliega sobre el gesto mismo de pintar y los impulsos libidinales que subyacen al mismo.

Sala 405: La pintura al final de la modernidad. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS
Sala 405: La pintura al final de la modernidad. Edificio Sabatini, planta 4. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. MNCARS
Imágenes y textos proporcionados por el departamento de prensa del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

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