Matisse: lujo, calma, voluptuosidad y amigos

CaixaForum examina su influencia en el arte contemporáneo

Madrid,

Cerrado hasta 2030 por obras de renovación que desde el propio museo bautizan como “metamorfosis”, el Centre Pompidou de París ha puesto en marcha hasta entonces el programa Constelación, por el que dará a conocer sus colecciones (y su espíritu) en diversos espacios dentro y fuera de Francia. Además, ha renovado su acuerdo de colaboración con la Fundación ”la Caixa”, institución con la que mantiene una larga alianza, y fruto del mismo es la exposición que hoy ha abierto sus puertas en CaixaForum Madrid, y que en 2026 viajará a Barcelona.

“Chez Matisse” rinde tributo a la creatividad y a la laboriosidad del autor de La alegría de vivir, que nació en 1869 en el norte de Francia (Le Cateau-Cambrésis), pero pintó una y otra vez bajo la influencia de la luz del sur, de Niza, donde falleció ochenta y cinco años más tarde. Colorista por excelencia y creyente en una utilización celebratoria de las tonalidades, sin justificación mimética, sus creaciones son tan teóricas como sensibles, como ha subrayado hoy Aurélie Verdier, comisaria de esta muestra: al tiempo que seduce al espectador a través de su paleta y de la sinuosidad habitual de las líneas, interroga la condición de la pintura, como apreciaremos de forma muy evidente en la que Louis Aragon consideró (con razón) una de las obras más enigmáticas de la historia de esta disciplina, Puerta-ventana en Collioure (1914).

Además de enseñarnos algunas de sus composiciones fundamentales, la exposición lo enlaza con creaciones de contemporáneos con quienes mantuvo lazos evidentes –Picasso, fauvistas como Derain, Kees van Dongen, Maurice de Vlaminck o Albert Marquet-, con las de otros coetáneos que desplegaron un interés fundamental por el color, y con autores posteriores, a los que Verdier se ha referido como amigos imaginarios, que compartieron con él concepciones innovadoras de las relaciones entre el dibujo y el cromatismo -cuya disociación constante frustraba a Matisse– o la reformulación de la organización del lienzo desde un enfoque crítico, de los neoprimitivistas rusos a Support-Surface, Anna-Eva Bergman o Daniel Buren.

La comisaria se ha referido a estos artistas como “amigos imaginarios” y en torno a ellos se ha vertebrado un discurso curatorial destinado a replantear el concepto de influencia a partir de la noción de hospitalidad. Quien fue alma del fauvismo señaló que él no pintaba objetos, sino sus relaciones: aquí se proponen, igualmente, nexos cruzados entre piezas de principios del siglo XX y de los inicios de nuestro siglo. En su vertiente primitiva o en la sofisticada, en la depurada o en la silvestre, e incluso en sus aproximaciones a la abstracción, se sugieren lazos entre Matisse y Bonnard, Braque, Larionov, los Delaunay, Lipchitz, Nolde, Kirchner, Natalia Goncharova o Barnett Newman.

Chez Matisse. CaixaForum Madrid. © Fundación "la Caixa"
Chez Matisse. CaixaForum Madrid. © Fundación “la Caixa”
Chez Matisse. CaixaForum Madrid. © Fundación "la Caixa"
Chez Matisse. CaixaForum Madrid. © Fundación “la Caixa”

Se estructura “Chez Matisse” en ocho apartados cronológicos, comenzando en el año redondo de 1900 y mostrándonos un autorretrato sobrio, un paisaje parisino y dos bodegones con chocolatera y cafetera que revelan aún el peso de las enseñanzas del que fue su maestro, Gustave Moreau. Marcó un evidente cambio de rumbo Lujo, calma y voluptuosidad (1904), pieza que bebe del puntillismo de Signac, amigo suyo, y cuyo título procede del poema L’Invitation au voyage de Baudelaire, de quien Matisse era lector.

Este trabajo, en los fondos del Musée d´Orsay, se basa en la armonía entre el tema (un almuerzo frente al mar) y la belleza de las formas, en el tratamiento fragmentado de la luz y en el brillo de la paleta, y encarna la visión que el pintor tendría de la Arcadia, más cercana a la subjetividad espontánea que al hedonismo realista.

En torno a 1910 se aproximaría Matisse, hijo de su tiempo, al primitivismo y el arte africano: esa querencia al exotismo tenía que ver con cierto repudio de la tradición figurativa de Europa occidental, pero también con la aspiración a un estado de pureza y el deseo de encontrar un lenguaje virgen, ajeno a tradiciones contaminadas y oficialismos.

Chez Matisse. CaixaForum Madrid. © Fundación "la Caixa"
Chez Matisse. CaixaForum Madrid. © Fundación “la Caixa”

En este apartado veremos algunas de sus esculturas confrontadas a El rapto de Europa de Lipchitz, la bellísima y picassiana El lujo I, sus retratos junto a los de Jawlensky y Chabaud y las celebradas aristas ligadas al arte negro y arcaico de Kirchner o Nolde. Dado que en Rusia, y en estos momentos, la producción de Matisse se exhibía junto a la de Larionov y Goncharova, también ellos lo acompañan en Madrid.

La I Guerra Mundial dejó un sello evidente en la obra del francés: un sello de oscuridad. Trajo un repliegue hacia el interior en muchos sentidos: fue entonces cuando el motivo de la ventana, o el de la puerta del balcón, como umbrales, proliferaron en su trabajo, que converge con el contemporáneo de Van Dongen o Kupka. Ese marco fue la base de la citada y misteriosa Puerta-ventana en Collioure, muy cercana a la abstracción.

Henri Matisse. Porte-fenêtre à Collioure [Puerta-ventana en Collioure], septiembre-octubre de 1914. Centre Pompidou, París. Musée national d’art moderne / Centre de création industrielle AM 1983-508. Henri Matisse, Porte-fenêtre à Collioure [Puerta-ventana en Collioure], septiembre-octubre de 1914. Centre Pompidou, París
Henri Matisse. Porte-fenêtre à Collioure, septiembre-octubre de 1914 (fragmento). Centre Pompidou, París. Musée national d’art moderne

No llegó a finalizarla, pero desvela su tratamiento del concepto de negro luz y de planos cromáticos que tienen mucho que ver tanto con las bandas verticales del citado Kupka como con el aura y la estructura ortogonal de impronta cubista del retrato de su hija Marguerite. De la misma fase datan otros retratos, de hieratismo casi bizantino, de la actriz Greta Prozor y el coleccionista Auguste Pellerin.

Otro cambio vital llegaría para Matisse en 1917, con su traslado a Niza: junto al Mediterráneo, abandonó su inclinación a la experimentación en favor de las escenas de interior en las que estudia los lazos entre figura y espacio. La luz del sur sedujo en paralelo a Marquet o Van Dongen, del mismo modo que el arquetipo de mujer con mantilla (el artista visitó en este tiempo España o el Magreb), decorativo y estático, lo veremos igualmente en Goncharova.

Los viajes serían para él otro impulso habitual: en los treinta se desplazó a América y Oceanía y paulatinamente su dibujo se simplificó. Lo notaremos en bodegones que se relacionan con los de Picasso y Françoise Gilot; ella y Matisse conferían personalidad a sus objetos, el español los dominaba.

Cuando en 1936 sufrió Matisse cierto bloqueo creativo, miró a Cézanne, el primer vanguardista, y a Bonnard, maestro del fragmento, para encontrar vías de escape. Llegarían entonces sus collages de papeles pintados y gouache, técnica que consolidó en el libro de 1947 Jazz. Al recortar el color y convertirlo en forma depurada, esbozaba una salida a aquel viejo dilema que enfrentaba tonos y líneas.

Poco después, en 1951, colaboró con Le Corbusier en la Capilla del Rosario de Vence, deviniendo referente en este momento para los pintores abstractos estadounidenses, mientras en Francia le homenajeaban igualmente en el cine Hains y Villeglé. Una década más tarde el Museo de Artes Decorativas de París lo emparentó con Buren y Parmentier, a cuenta de esa técnica del collage y del uso del blanco del soporte como elemento compositivo (la vertiente emotiva de Matisse, eso sí, quedaba a un lado).

No podían faltar en el recorrido piezas de abierto decorativismo -para Matisse, en absoluto anecdótico ni peyorativo, sino esencial, por ser alegría que nos aligera– ni odaliscas, como reflexiones en torno al desnudo liberado de los cánones.

En sus últimos años, y ya enfermo, no podía utilizar los pinceles, pero sí los recortes y de entonces datan obras tan emblemáticas como imitadas y comerciales. Ante la privación, siguió elucubrando un mundo luminoso.

Raymond Hains. Film abstrait» [Filme abstracto], 1952-1976. Centre Pompidou, París. Musée national d’art moderne. © Raymond Hains, VEGAP, Barcelona, 2025. Fotografía: © Centre Pompidou, MNAM-CCI/Philippe Migeat/Dist. GrandPalaisRmn
Raymond Hains. Film abstrait, 1952-1976. Centre Pompidou, París. Musée national d’art moderne. © Raymond Hains, VEGAP, Barcelona, 2025. Fotografía: © Centre Pompidou, MNAM-CCI/Philippe Migeat/Dist. GrandPalaisRmn

 

“Chez Matisse. El legado de una nueva pintura”

CAIXAFORUM MADRID

Paseo del Prado, 36

Madrid

Del 29 de octubre de 2025 al 22 de febrero de 2026

 

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