El año que viene hará una década de la muerte de Chantal Akerman, la cineasta belga que conjugó cine, arte y escritura hasta el punto de llevar sus videoinstalaciones, al menos en una veintena de ocasiones, a distintos museos internacionales. En España, La Virreina de Barcelona le brindó, hasta el pasado abril, una exhibición dedicada justamente a esa vertiente de su producción, comisariada por su montadora Claire Atherton (el año que viene viajará a Artium Museoa); en 2019, Museo Reina Sofía y Filmoteca España acogieron una retrospectiva de sus películas y también hemos tenido ocasión de contemplar sus proyectos fotográficos y audiovisuales en la Galería Elba Benítez de Madrid: en 2014 se presentó en esta sala una instalación multicanal basada en la superposición de conceptos, los de lo personal y lo público, lo testimonial y lo autobiográfico, la niñez y la edad adulta, la memoria y la observación. Las bases emocionales de Maniac Shadows, que así se llamaba esa propuesta, las encontrábamos en los orígenes familiares de Akerman: su madre era polaca y judía, pudo sobrevivir a Auschwitz y la belga la convirtió en figura central de sus trabajos, entre ellos aquel retrato íntimo e intenso de ella y de escenarios, dormitorios, ventanas, sombras y sonidos.
Un par de años después de los debates suscitados por la proclamación, por parte de la revista especializada Sight & Sound, de Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles como la mejor película de la historia, el Jeu de Paume de París homenajea a la cineasta y analiza las resonancias posibles de su legado en esta época en una exhibición, “Travelling”, que profundiza también en los asuntos en los que no dejó de adentrarse: intimidad, soledad, duelo, injusticias sociales, la herencia familiar y las huellas de la historia en los paisajes.
Solo tenía dieciocho años cuando empezó a filmar su primer corto, en su Bruselas natal (Saute ma ville, 1968-1970), en el que ya anticipaba esos intereses temáticos; tras finalizarlo, se trasladó a Nueva York, donde se relacionó con varios directores de la escena underground de los setenta tendentes a la experimentación; de ellos quizá adoptó su enfoque contemplativo del entorno, en un sentido tanto físico como temporal.
De regreso a Bélgica, el primer largo en el que trabajó fue Je tu il elle (1974), con ecos muy personales, para establecer a continuación su residencia más o menos definitiva en París, aunque sin cortar lazos con Bruselas, ciudad a la que su obra siguió ligada: un año después de su mudanza rodaría la citada Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles, alabada ya entonces por su depuración absoluta en lo estético y su compromiso feminista. Desde ese momento, buceó en la exploración de las opciones de la imagen como vía narrativa y en la posibilidad de escoger libremente géneros en alternancia: entre el drama y la comedia transitan Golden Eighties (1985-1986) o Un divan à New York (1995-1996); son adaptaciones literarias La Captive (1999-2000) y La Folie Almayer (2010-2011); y filmó también documentales, como Ainsi D’Est (1992-1993), Sud (1998-1999) y De l’autre côté (2001-2002), rodados respectivamente en Europa del Este, Estados Unidos y México. Podrían componer, estos últimos, una trilogía en torno a muros y fronteras y una anticipación poco optimista de un futuro marcado por los desastres.
“Travelling” busca estudiar las películas y audiovisuales de Akerman a la luz de las distintas geografías que moldearon también su vida (desde Bruselas a las mencionadas áreas fronterizas), de la cocina al desierto; y también de los diferentes terrenos emocionales presentes en su producción, de lo íntimo a lo colectivo y de la burla al dolor. Además de instalaciones y filmes, parte de ellos inéditos al público y convocados aquí, por tanto, como “material vivo”, reúne el Jeu de Paume documentación procedente de los archivos de su Fundación: diseños de escenarios, notas de sus intenciones y fotografías de rodaje; se pretende que ayuden al visitante a entender las condiciones en que concibió sus trabajos, pero también la importancia que cobraba en ellos la escritura: le debemos textos como Hall de nuit (1992), Une famille à Bruxelles (1998) o Ma mère rit (2013).
Sus fuentes de inspiración eran plurales, también lo demuestra esa documentación, pero las notas siempre comunes a sus propuestas eran la radicalidad y la poesía. Se abre el recorrido con la instalación Woman Sitting after Killing, que creó Akerman a partir de la secuencia final de Jeanne Dielman para la Bienal de Venecia de 2001. Consta de siete pantallas que, durante siete minutos, ofrecen siete bucles de un primer plano que podría evocar una fotografía, o una pintura clásica, pero que quienes han visto esa obra saben que capta a Dielman tras haber cometido un asesinato. Se sienta en la oscuridad, en una mesa frente al espectador, pero no lo mira.
Al margen de que el público conozca o no esta referencia, se genera una suerte de tensión entre este y las imágenes que contempla: nada sugiere que esta mujer acabe de matar, tan solo un poco de sangre apenas visible en una mano. Jeanne, o Delphine Seyrig, respira dos o tres veces, mueve la cabeza como si quisiera relajar su cuello, y también su silla, que chirria un par de veces. Nada más en siete minutos.
A partir de L’Enfant aimé o Je joue à être une femme mariée (1971), realizó In the mirror, presentada por vez primera en el Museo Tamayo mexicano en 2007. La joven madre interpretada por Claire Wauthion se observa frente al espejo, nombra diferentes partes de su cuerpo y las comenta en voz alta, mientras que en el terreno documental se adentra D’Est, au bord de la fiction. En 1992, Kathy Halbreich, comisaria del Museum of Fine Arts de Boston; Susan Dowling, productora de la emisora de radio WGBH de Boston; y el crítico de arte Michael Tarantino le invitaron a llevar a cabo una instalación multimedia dedicada a la reunificación de Europa, tras la caída del Muro de Berlín (a ellos se unirían después Bruce Jenkins, conservador del Walker Art Center, y Catherine David, del Jeu de Paume). Ella estuvo de acuerdo, pero quiso rodar antes una película -como vemos, punto de partida aún constante de sus proyectos artísticos- y así lo hizo entre aquel 1992 y 1993: se trató del mencionado D’Est, documental convertido pronto en obra de culto tras su presentación en Locarno y Florencia -la instalación, D’Est, au bord de la fiction, se estrenó en 1995 en San Francisco-.
Sus propósitos estaban claros: Me gustaría hacer un gran viaje por el Este de Europa mientras aún haya tiempo. Rusia, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, la antigua Alemania Oriental, hasta Bélgica. Me gustaría filmar allí en mi modo documental, rozando la ficción. Todo lo que me toca. Caras, calles, coches y autobuses que pasan, estaciones y llanuras, ríos o mares, caudales y arroyos, árboles y bosques. Campos y fábricas y más caras, comida, interiores, puertas, ventanas, preparaciones de comidas. Mujeres y hombres, jóvenes y viejos que pasan o que se detienen, sentados o de pie, a veces incluso tumbados. Días y noches, lluvia y viento, nieve y primavera. Y todo esto que poco a poco se va transformando, a lo largo del viaje, rostros y paisajes. (…) Me gustaría grabar los sonidos de esta tierra, para hacer sentir el paso de una lengua a otra, con sus diferencias, sus similitudes.
A Voice in the Desert, tercera parte de la instalación videográfica From the Other Side (2002), consta de planos de vistas tomadas en el desierto de Arizona, entre dos montañas ubicadas a ambos lados de la frontera con México. En este corredor, escenario caliente de la migración, plantó Akerman una pantalla que proyectaba la última secuencia de la película De l’autre côté, en la que la directora narra, como voz en off, la historia de un emigrante mexicano, alternativamente en inglés y español.
Este trabajo se mostró por primera vez en 2002, en la Documenta 11 de Kassel, retransmitiéndose en vivo desde Arizona. Para la belga era, a su vez, la primera vez en que el arte surgía antes que el cine: Por primera vez tuve la idea de la instalación antes de la película.
La pieza que cierra la muestra es Selfportrait/Autobiography: A Work in Progress, que se nutre de la instalación anterior D’Est, au bord de la fiction; de sus filmes Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), Hotel Monterey (1972) y Toute une nuit (1981-1982); y del libro Une famille à Bruxelles (1998). A diferencia de la foto, el cine y la escritura entendidos de forma autónoma, las videoinstalaciones podían suscitar -opinaba- sensaciones parecidas a una conmoción cerebral, por sus muchas posibilidades en el tratamiento del espacio y el tiempo, y una atractiva sensación de incertidumbre. Se vio por vez primera en el Carpenter Center for the Visual Arts de la Universidad de Harvard.
Apenas diferenció Akerman entre el cine y el vídeo narrativo y los no narrativo (se trata de solucionar los mismos tipos de problemas, en sus palabras) y nunca se desprendió de sus raíces culturales y geográficas. Tremendamente poliédrico, su trabajo desafió convenciones fílmicas y vitales, partió de recursos escasos y parece rodado “a salto de mata”; constituye, en conjunto, su diario íntimo, pero un diario marcado por el rigor.
Chantal Akerman. “Travelling”
1 Place de la Concorde
París
Del 28 de septiembre de 2024 al 19 de enero de 2025
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