Cuenta el artista murciano Juan Antonio Cerezuela que su obra tiene que ver con el lenguaje y las posibilidades de representación, con el peso del artificio en el arte y con lo que en él se hace visible e invisible; en sus trabajos se entrelazan ese lenguaje, tiempo y espacio: le interesa el inmenso volumen de información que puede generarse en un instante y cómo los sucesos efímeros pueden traducirse en un lugar.
Sus discursos, analíticos, se basan en la exploración de lo ilegible, el silencio y lo latente; ausencias o censuras que Cerezuela trata de codificar; sobre todo atiende a lo que queda oculto en relación con cuestiones sociales e históricas o con el lenguaje, el verbal y el digital; considera este último como estructuralidad o conjunto de signos y estudia asimismo los modos en que nos llegan los relatos y en que se articulan los discursos de poder o dominantes, últimamente partiendo de las ruinas.
Desde mañana, 10 de abril, y hasta el próximo junio 13ESPACIOarte, en Sevilla, le dedica la muestra individual “Blanco y ceniza”, como cierre de su cuarta temporada expositiva. Consta de un conjunto de instalaciones que materializan esos intereses de Cerezuela, comenzando por El silencio de Saussure (2019): un conjunto de piezas que vertebra la descomposición, precisamente en silencios, del libro Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure, uno de los textos empleados por Derrida, junto al Ensayo sobre el origen de las lenguas de Rousseau, a la hora de formular la teoría de la deconstrucción que planteó en De la Gramatología.
La ausencia de palabras hace silencios y también deja espacio a los márgenes en blanco y vacíos que, en el fondo, componen la arquitectura de ese libro. La instalación de Cerezuela se articula en ocho partes correspondientes, justamente, a su introducción, sus seis capítulos y a la vista interior de la cubierta del libro, que deja clara la falta en él de páginas.
Otra de las instalaciones fundamentales de la exposición es Tres estados de la historia, una pieza que nace de la lectura de Walter Benjamin por el artista y, en concreto, de su concepción de la historia como catástrofe y como esperanza, como ruina pero también como ejercicio de libertad. Cerezuela se trasladó a Portbou, donde murió el berlinés en su huida del nazismo, para llevar a cabo allí una acción en la que la palabra historia, escrita en el suelo, era incendiada con una antorcha y reducida a cenizas para después invitar al espectador a recoger una llama con una vela a partir de las brasas.
A Sevilla ha llegado una versión de este proyecto: se ha reproducido el término en carbón y ceniza en una extensión de seis metros y junto a él se han dispuesto tres centenares de cajas de cerillas intervenidas con citas de Benjamin relativas al fuego como elemento metafórico del vaivén de la historia. Actúan como pasajes que pueden reproducirse sin fin.
Estos trabajos, junto a otros que forman parte de “Blanco y ceniza”, como Cenizas, Big Silent Data o El origen de las lenguas, sugieren sutilmente formas de silencio o desaparición asociadas al transcurso de la historia o a cuestiones políticas; otras proponen un análisis de lo velado en el propio medio artístico.
Según Vatiu Nicolás Koralsky, esta es una exhibición que puede ser leída como la ceniza que se esparce para conmemorar la partida de aquel que, en algún momento, será olvido. Ofrece refugios de silencio en un mar agobiante de palabras. “Blanco y Ceniza” imprime silencios en el espacio-tiempo para hacer posible la experiencia reflexiva. Algunos silencios funcionan como un rugido salvaje que pone en suspensión el frenesí de vidas actuales cada vez más anquilosadas en novedades, repletas de distracciones, ataviadas de actividades. El trabajo de Juan Antonio Cerezuela vuelve al hecho de guardar silencio una experiencia activa y necesaria.
Juan Antonio Cerezuela. “Blanco y ceniza”
c/ Lino, 12
Polígono HYTASA
Sevilla
Del 10 de abril al 19 de junio de 2021
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