Cecil Beaton, el ojo que no se perdió nada

El Hermitage de San Petersburgo presenta su obra por vez primera en Rusia

San Petersburgo,

Por su cámara pasaron artistas de vanguardia e iconos culturales, figuras de la realeza y la aristocracia europeas, actores y actrices hollywoodienses… y también la guerra. Asociamos a Cecil Beaton al espíritu de la exquisitez y la elegancia, pero sus imágenes dieron sobre todo cuenta de las posibilidades de la cámara a la hora de capturar la naturaleza humana en todas sus vertientes y también de inmortalizar a las personalidades que marcaron época y la transformaron: la cultura del siglo XX no sería la que fue sin Audrey Hepburn, Marlon Brando, Balenciaga, Coco Chanel o la reina de Inglaterra, Isabel II, y todos ellos desfilaron por su objetivo.

Este invierno su obra llega por vez primera a Rusia: el Hermitage de San Petersburgo presenta, en colaboración con el Archivo del artista, “Cecil Beaton: Celebrating Celebrity”, exhibición que ensalza la figura de Beaton como precursor de la actual cultura de celebrities y que consta de un centenar de imágenes que realizó a lo largo de toda su carrera, que abarcó cinco décadas: desde los veinte a los setenta. En ningún momento se estancó y sus intereses evolucionaron marcadamente: si comenzó retratando a la generación de los estelares bright young things, en los treinta se especializó en imágenes ligadas a la moda, el teatro, el ballet y los eventos sociales; en los cuarenta abandonaría el candelabro por la guerra y su trayectoria se vio coronada cuando, en los cincuenta, fue nombrado fotógrafo oficial de la Familia Real británica.

Audrey Hepburn en el set de My Fair Lady, con vestido de Cecil Beaton, 1963. © Condé Nast
Audrey Hepburn en el set de My Fair Lady, con vestido de Cecil Beaton, 1963. © Condé Nast

En el recorrido de la exhibición se entrelazan intencionadamente la historia de la fotografía y la de la citada cultura de celebrities con la biografía profesional de Beaton como punto de partida: nació este autor en el seno de una familia de clase media y se le toma como uno de los ejemplos más puros de artista hecho a sí mismo; Truman Capote se refirió a él como autocreación total. Escaló en la sociedad británica de la mano tanto de su talento como fotógrafo como de su encanto personal, y pasó de fotografiar a sus amistades en el acto de vestirse a trabajar para Vogue y Vanity Fair, realizando retratos de estrellas.

Las casas europeas más aristocráticas y enriquecidas le abrieron sus puertas, se le invitó al baile Beistegui en Venecia en 1951 y se encargó del vestuario de My Fair Lady, enorme éxito en los sesenta; contribuyó asimismo, significativamente, al desarrollo de la fotografía de moda y desarrolló un instinto agudo para dramatizar los límites entre la vida real y los sueños. Consideró que su trabajo era “escenificar una apoteosis”, en relación a una vida social convertida ya en teatro basado en el gesto y la prenda.

Refinaría Beaton su sensibilidad teatral al observar sabiamente cómo cambiaban los rostros de la fama a partir del desarrollo de los tabloides y las revistas de moda y, consolidado como icono del beau monde, llegó a ser uno de los árbitros más importantes y rigurosos del buen gusto.

Cecil Beaton. Nancy Beaton as a Shooting Star,1929. © Condé Nast
Cecil Beaton. Nancy Beaton as a Shooting Star,1929. © Condé Nast
Cecil Beaton. White Panama Hat by Suzy, 1934. © Condé Nast
Cecil Beaton. White Panama Hat by Suzy, 1934. © Condé Nast

Según Mikhail Piotrovsky, director del Hermitage ruso, Beaton supo destilar en sí mismo el exotismo social y la belleza que lo rodeó cuando el arte y la industria de la moda eran escalera social. Pero junto a esa vertiente de la vida moderna, más o menos profunda o frívola según las miradas, se fijó en el horror de la guerra.

No es la primera exhibición que el museo de San Petersburgo dedica a fotógrafos esenciales del siglo pasado; ya acogió muestras de Irving Penn y Annie Leibovitz; en esta ocasión, las imágenes de Beaton se acompañan de sus escritos, tan elegantes e ingeniosos como su obra visual. Y tan aparentes. Hugo Vickers, su biógrafo, enumera los fundamentos de su forma de mirar: La clave del enfoque de la vida de Cecil Beaton era visual, y dado que era un fotógrafo de gran distinción, quizás eso es todo lo que importa. A Cecil Beaton le importaba más cómo se veían las cosas que cómo eran. Cualquiera que examine su obra debe recordar que su primer amor fue el teatro y, por tanto, un fuerte componente de teatralidad impregna todo lo que hizo. Truman Capote escribió perspicazmente sobre la “inteligencia visual” de Beaton. El ojo de Beaton no se perdió nada.

Cecil Beaton. Autorretrato, década de 1930. © Condé Nast
Cecil Beaton. Autorretrato, década de 1930. © Condé Nast

 

 

“Cecil Beaton. Celebrating Celebrity”

THE STAGE HERMITAGE MUSEUM

Palace Square, 2

San Petersburgo

Del 9 de diciembre de 2020 al 14 de marzo de 2021

 

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