Caspar Wolf y la conquista estética de la naturaleza

Kunstmuseum Basel exhibe buena parte de sus paisajes

Caspar Wolf and the aesthetic conquest of nature
Caspar Wolf and the aesthetic conquest of nature

Por increíble que parezca, sólo consideramos a Los Alpes un magnífico espectáculo de la naturaleza desde el s XVIII y buena parte de la culpa de que comenzásemos a disfrutar de las cumbres escarpadas como escenario sublime y estéticamente agradable la tienen el muy conocido Caspar David Friedrich y otro Caspar algo menos célebre, Wolf, de quien Kunstmuseum Basel exhibe hasta febrero sus obras más significativas.

Este paisajista suizo, que caminó largas horas por la cordillera alpina, fue uno de los primeros en mostrarnos estas montañas como fuentes de inspiración artística en composiciones pobladas por enormes rocas, torrentes y extrañas formaciones glaciares ante los que el espectador queda reducido a una pequeñez absoluta frente a la inmensidad del paisaje.

Se considera a Wolf precursor del romanticismo europeo, pero para muchos la obra de este artista respira también el espíritu de la Ilustración y en Basilea podemos ver ahora 126 piezas, incluyendo sus mejores dibujos y grabados y obras de sus contemporáneos-Boucher, Vernet. Hubert Robert-, así como fotografías actuales tomadas en los espacios de los Alpes que Wolf captó (en las que podemos apreciar, por ejemplo, la desaparición de pináculos de hielo glaciar que hace tiempo el calentamiento global derritió).

Sus obras plantean las distancias entre la montaña como concepto racional y como percepción sensorial

Podríamos decir que fue un golpe de suerte el que condujo al pintor desde una niñez humilde como hijo de carpintero en Muri a convertirse en una figura destacada del panorama del arte europeo de la segunda mitad del s XVIII, y ese golpe de suerte fue su encuentro con un influyente editor de Berna: Abraham Wagner, sólo un año mayor que él, que pretendía poner en marcha una enciclopédica publicación del paisaje alpino suizo con ilustraciones del más alto nivel artístico que fueron realizadas con la naturaleza como modelo directo.

Su propósito era ofrecer a los lectores una nueva visión de estas montañas, a las que entonces apenas nadie viajaba por su difícil acceso, en imágenes que suscitasen admiración tanto por su magnificencia como por su precisión. El autor de los textos de aquella enciclopedia fue el sacerdote y filósofo Jacob Samuel Wyttenbach y a él y al propio Wagner se sumó Wolf en sus largas caminatas por los Alpes con el fin de documentar en pintura aquel encuentro único con la naturaleza en la cordillera.

El resultado de aquel proyecto, en lo que a Wolf respecta, fueron dos centenares de obras entre apuntes espontáneos y piezas más elaboradas y perfeccionadas en su estudio en las que el artista incluyó astutas formulaciones pictóricas para resolver el trazado de montañas, glaciares, cascadas, cuevas, torrentes, lagos y altas mesetas. Llevó a cabo tanto amplias panorámicas como composiciones, de tan cerradas, casi claustrofóbicas.

Estas obras no pueden describirse con propiedad como veduti, ni tampoco como imágenes explícitamente documentales, pues proponen seguramente un tema más complejo: las distancias entre la montaña como concepto racional y como percepción sensorial.

Pese a su singularidad, Wolf no fue un lobo solitario en la Francia barroca y en sus pinturas podemos apreciar referencias a las dedicadas a tormentas marinas y naufragios de sus contemporáneos.

 

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